MURCIA. En los cuarteles generales del activismo contra las pseudociencias se están cocinando nuevas formas de combatir el sinsentido de la homeopatía, las flores de Bach y los movimientos antivacunas. Al lector probablemente le suenen los nombres de Fernando Cervera y Mariano Collantes, pioneros en la creación de tácticas de pensamiento lateral que invocan la razón a través del surrealismo y el humor. Durante años, estos dos jóvenes científicos de Valencia defendieron en todo tipo de foros las bondades de la fecomagnetoterapia, un tratamiento ficticio que prometía curar enfermedades de todo tipo mediante el uso combinado de caca y campos magnéticos.
Sostenían su farsa en la idea -nunca refutada por nadie- de que dos prestigiosos doctores americanos llamados Leslie Laurie y Hugh Nielsen habían creado hace años esta terapia recogiendo la tradición de aborígenes argentinos que se frotaban heces por el cuerpo para prevenir todo tipo de dolencias. Básicamente, se combinaban las ideas del biomagnetismo con las de la homeopatía para conseguir un medicamento alternativo que compartía la idea de que la potencia del medicamento era inversamente proporcional a la cantidad de caca que contuviese. Es decir, cuanta menos caca, mejor, pero siempre tenía que haber un poquito. Con esta irrefutable base teórica bajo el brazo, se inventaron la existencia de comprimidos, cremas, inhaladores y ambientadores, que por supuesto nunca llegaron a poner a la venta (de nuevo, sin que ese hecho levantara sospechas en ninguno de los terapeutas alternativos que asistían a las conferencias de Mariano y Fernando).