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con las cafas de cerca

La perversión del lenguaje, la singularidad y el bolsillo

  • Foto: EDUARDO PARRA (EP)

MURCIA. Pues yo también me siento singular y no voy dando el coñazo para que me condonen deudas o para que me den más dinero.

Sin duda, está de moda en política un uso perverso y torticero del lenguaje con un doble objetivo: la necesidad de usar términos que encajen con el relato de los hechos que mejor convengan (no necesariamente la realidad, de hecho, muy pocas veces relacionado con la realidad) y evadir el fondo de los asuntos en la dialéctica sustituyéndolos por términos disuasorios.

Ha entrado con fuerza en los análisis políticos el asunto de la "singularidad" de Cataluña para justificar la necesidad que tiene este 'Desgobierno' de llegar a acuerdos surrealistas con los decaídos de Esquerra y los antisistema de Junts si quieren seguir dirigiendo España.

Después del relato de justificación de concesiones por la paz social y la integración de territorios, viene el relato de que los pobres catalanes aportan mucho más de lo que reciben. Y, efectivamente, podemos constatar con datos que el apoyo en las urnas de partidos independentistas se ha reducido, que la confrontación institucional ha bajado en intensidad y que, en parte, ha perdido fuerza en Cataluña el monotema y se han abierto a tratar otros asuntos más sociales y menos identitarios. Y también se puede constatar que si comparamos el dinero público recaudado en esta comunidad autónoma con lo que el Sistema de Financiación Autonómico le aporta, sale un saldo nada despreciable.

Pero estas falacias no justifican la asunción por parte del Gobierno de las exigencias de independentistas.

Y son falacias porque la realidad es que son concesiones para mantener un Gobierno y no para buscar la paz social o la justicia financiera.

Y falacias son porque los diálogos y acuerdos abiertos por el partido gobernante no han reducido ni un ápice las aspiraciones independentistas ni en el ámbito identitario ni el ámbito financiero. Y esta aspiración, legítima pero inasumible por alguien con criterio de Estado, es romper con el criterio de igualdad entre españoles.

Inmersos en el proceso de definir la 'singularidad' de cara a un cambio (veremos si reforma) en la financiación autonómica, recuerdo los pactos firmados:

  • Con ERC:
    • Asumir que Cataluña es contribuyente neto. Esto es inadmisible. La carga impositiva (fuente de los recursos) es individual (para personas físicas y jurídicas) y es irrelevante el territorio donde se genera. Y el gasto sí es territorial en base a una población ajustada. Asociar los ingresos individuales con los gastos territoriales en términos territoriales es mezclar deliberadamente conceptos para formar un relato incompatible en términos de reparto de riqueza y cohesión de comunidades.
    • Un acuerdo bilateral para adecuar la financiación autonómica catalana. Y a partir de ahí, que el Gobierno central haga lo que pueda con el resto de comunidades.
    • La asunción de la Administración Central de 15.000 millones de la deuda de Cataluña con el Estado. En la motivación y propuesta se mezclan conceptos de infrafinanciación en general del SFA para cada comunidad, el incremento de deuda de cada una de ellas y la deuda individual con el Estado. No son uniformes para todas las comunidades estas tres magnitudes. Cada una se ha endeudado y lo ha hecho con el Estado de forma distinta. 
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