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Entrevista a Modernín Reaccionarín

¡Comenzamos una mañana más con Las Cosas Que de Verdad Importan, el programa matinal en el que les contamos sin tapujos las cosas que realmente les importan aunque ustedes no lo sepan! Soy Blanquita Blanqueadórez de Blanqueamiento y les invito a acompañarnos a lo largo de las próximas horas para conocer las claves de la jornada.

Hoy entrevistamos a Modernín Reaccionarín. Intelectual iconoclasta, enfant terrible del espectáculo y, ahora, también poeta. Modernín está arrasando con Políticamente Incorrecto Todas Guarras Menos Mi Madre, un ácido poemario en el que desgrana con tino los males que azotan a la blandengue sociedad actual.  Les recordamos que pueden comentar la entrevista en Twitter usando el hashtag #ModernínBB

 Bienvenido a Las Cosas Que de Verdad Importan, Modernín. Tu estreno en el mundo de la poesía está siendo todo un éxito. ¿Cómo te sientes?

 Te voy a ser sincero: estoy aterrorizado. Porque voy a eventos, relato lo que está bien y mal en la vida y, cuando luego entro a Twitter, hay gente a la que no le parece bien que, por ejemplo, haya explicado que si vas vestida de cierta forma es normal que te intenten violar. Y como no les gusta… ¡me lo dicen! ¡Me escriben frases de desacuerdo! Yo qué sé, comento en un podcast que una cosa es ser racista y otra, ordenado… o que uno en su casa puede hacer lo que quiera, pero que no alardee por la calle ¡y me critican! ¿Dónde se ha visto que uno exprese en público sus puntos de vista y se los rebatan? ¡Están intentando silenciarme! ¡El buenismo quiere acabar con las voces discordantes!

 Es muy triste todo lo que cuentas. Menos mal que sigues en pie y has puesto tu valentía al servicio de poemas tan certeros como Cada uno en su barrio y todos contentos, sobre, en tus propias palabras "la farsa de la multiculturalidad"; Patriota de mi dinero, un himno a la libertad entendida de forma absoluta y radical, o Muy madura para su edad, preciosa defensa de las relaciones entre señores y nínfulas que escapan a las premisas del feminazismo.

— Es que yo, ante todo, tengo principios. Tengo un código moral férreo. Y a mí nadie va a callarme. Ninguno de estos adalides del pensamiento único va a poder acabar con mi libertad de llamar ‘maricón’ a un maricón, ‘gorda’ a una gorda o ‘subnormal’ a un subnormal. Porque eso es lo que quieren, quitarnos la libertad. De hecho, estuve viendo un documental sobre los jemeres rojos y cada vez que hablaban de los represaliados exclamaba: "¡Buah tío, es que soy yo literal!".

 ¿Podríamos decir que apenas unos pasos separan a un asesinado por un régimen totalitario de alguien como tú, a quien a veces insultan por redes sociales tras decir algo polémico?

 El paralelismo es obvio, efectivamente.

 ¿Qué contestarías a esos haters que te acusan de blanquear el régimen franquista a través de poemas como Con Paco, alegría?

 A ver, es verdad que con Franco había gente que tenía algunos conflictillos (habría que saber a qué se dedicaban, también te digo; que en mi casa nunca tuvimos ningún problema). Pero, si eras una persona normal, vivías estupendamente y, además, había libertad para decir lo que uno pensara. O para apedrear al marica del barrio con los colegas, que, al fin y al cabo, es también una muestra de libertad. Menudas risas nos pegábamos los amigos tocándole el culo por turnos a la chacha de mi colega José Manuel. Y a ella no le importaba. Se hacía un poco la tímida, pero se lo pasaba bien porque en esos tiempos la gente no era tan quisquillosa como ahora. Es que las feminazis le han lavado el cerebro a las tías. Todas las amargadas esas van a acabar devoradas por sus gatos.

 ¡Me has leído la mente, Modernín!  Yo no sé qué pasa con algunas mujeres ahora, que parece que no les gustan que les piropeen desconocidos por la calle. Como siga así la cosa, se va a perder la galantería…

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