La conciencia y los ojos de más de la mitad del mundo no dejan de llorar sangre. Pedir el alto el fuego definitivo en Gaza ha superado con mayoría la última votación de la Asamblea General de la ONU. Una resolución aprobada por una amplia mayoría para el alto el fuego humanitario inmediato, así como la liberación de todos los rehenes. En este caso, la Unión Europea, a pesar de todo, mostró un mayor acuerdo que en anteriores ocasiones. Junto a España votaron ocho países a favor de detener esta barbarie. Pero es indignante observar los resultados de esta votación enfrentada en cuanto a los países europeos que votaron en contra, Austria, Croacia, Hungría y Chequia. Y más indignante es saber que la abstención llegó desde quince países, entre otros, Bulgaria, Italia, Alemania, Países Bajos, Rumanía y Eslovaquia… Cabe destacar que Berlín justificó la abstención por defender el derecho de Israel a defenderse ante un alto el fuego. Tremendo.
Pero la ONU logró por abrumadora mayoría una resolución que exige un alto el fuego humanitario inmediato en Gaza. 153 países apoyaron esta resolución; 10 gobiernos votaron en contra; y 23 se abstuvieron, entre ellos Ucrania, Rumanía, Argentina, Cabo Verde, Alemania, Uruguay… Tremendo. Triste. Demoledor.
Estas navidades sigo pensando en aquellos belenes que armaba Leo Bassi, el artista y cómico italiano. Aquellas escenografías de hace más de una década en las que los Reyes Magos no podían llegar a Belén porque eran retenidos en un checkpoint por el ejército de Israel en su camino al nacimiento del niño Jesús, y eso que seguían la estela de la estrella vibrante en el cielo. El portal de Belén de Bassi estaba rodeado por el muro israelí, de hormigón y de vergüenza, que se prolonga por toda Palestina, por todos sus pueblos y ciudades, que aísla la comunicación de la geografía humana de este pueblo ocupado y sitiado.
Los belenes de Bassi, en Madrid y Barcelona, entre otros enclaves, fueron muy criticados por no contemplar la gran felicidad y colores que irradian estos días en esta sociedad que habitamos. Sus belenes eran a poca luz, con apagones, cómo sufren las personas en Gaza y Cisjordania, con escombros por los derribos de las casas palestinas, con tanquetas y metralletas israelíes… Eran la imagen real de Palestina. Leo Bassi montó la polémica. No gustó. Pero tras diez años, hoy es la puta realidad de estas navidades palestinas. Y también de estas navidades en las que he decidido no adornar ni ordenar mi belén. He estado demasiadas veces en Belén, conviviendo con diversos credos y con una diversidad cultural inmensa. No podemos ser bucólicos ante un mundo roto y dolorido.