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tribuna libre

El zarandeo

  • Foto: MARCIAL GUILLÉN (EFE)
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MURCIA. Hace poco alguien me dijo que en nuestra Región había sido feliz, así en abstracto, sin concretar un momento o una localidad. No me sorprende, porque creo que una de nuestras mayores virtudes, y al mismo tiempo, el mayor defecto, es la tolerancia. El vive y deja vivir, que nos puede llevar a la relajación y alegría caribeñas o la pasividad ante los acontecimientos más escandalosos. Mata al rey y vete a Murcia, zarandea a un presidente y consigue una entrevista.

Y yo con miedo a escribir para no verme perjudicada en mi trabajo. Es cierto que en Murcia no se utiliza el veneno para quitarse de en medio a los funcionarios opositores molestos, críticos o sin padrinos. Pero existen muchos más medios, legales, pero poco honestos, para mandar a otro lugar a quien no sabe fichar y callar, y tampoco amenaza para que le hagan caso. No daré ideas que, con mis antecedentes, todo es posible.

"hay marrones con años de Historia que vienen a estallar a los cargos recién llegados, a los que se les debe dar más de cien días de tregua, pero ni un día de silencio cómplice"

Solo sé, que cuando veo esos gestos de amparo a las vías menos democráticas, se vuelve muy tentador zarandear a la opinión pública con publicar fotos de las cucarachas en las salas o de los excrementos humanos a la entrada del edificio. No lo voy a hacer, porque me parece sensacionalista y agresivo y porque podría hacer daño a quien quizás menos responsabilidad tenga en el asunto. Es cierto que, a veces, hay marrones con años de Historia que vienen a estallar a los cargos recién llegados, a los que se les debe dar más de cien días de tregua, pero ni un día de silencio cómplice. Y también es justo decir que incluso alguna vez nos han llegado a escuchar, a tolerar nuestras quejas en reuniones de trabajo y a mostrarnos su empatía. Después caemos en el olvido y nos guardan en el cajón de los proyectos importantes, aparcados por la solución provisional y entretenidos con el último titular de un plan regional repleto de medidas espectaculares.

Mientras, mi colectivo, del ámbito educativo, no daré más pistas, recurre a los comunicados y a los escritos para hacer valer sus reivindicaciones, y frena muchas protestas por no dañar a los menores y a las familias que atiende. Porque a pesar de la indignidad de las condiciones laborales, espera y confía en las promesas. Y ya estamos en año 2024, y en la Región murciana queda un equipo de irreductibles funcionarias, que intenta prestar un Servicio Público de Calidad en despachos de mesas hacinadas y salas de valoración que parecen zulos reacondicionados, entre contenedores desbordados y vapores de marihuana. Y con las ganas contenidas de dar a algunos, un buen zarandeo.

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