CARTAGENA. Agosto, domingo y Cabo de Palos. Esa es el cóctel perfecto que miles de veraneantes eligen cada año para pasar una mañana -el calor va incluido- en su mercadillo en el que se reúnen cientos de puestos de comida y textil, principalmente, para vender sus productos y sacarle el máximo rédito a un mes que se convierte en un momento muy importante en sus ventas anuales.
Llegan vendedores de diferentes puntos de la Región y de las provincias limítrofes para combatir el calor, los innumerables clientes que se arremolinan alrededor de sus puestos y, por supuesto, el ‘top manta’ esta creciente tendencia que si bien no es nueva y lleva muchos años establecida en los mercadillos, ahora se ha convertido en una mancha negra que lleva camino de convertirse en un gran problema económico para los vendedores y de seguridad para los clientes.
Este lucrativo y salvaje negocio -no pagan sus puestos y tampoco están dados de alta- se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los vendedores y para la policía municipal que allí trata de mantener el orden. En los meses de julio y agosto se han hecho 18 decomisos: 5 de productos no perecederos (ropa, zapatos, bolsos...) y 13 de productos perecederos (frutas y verduras). Las cifras, después de seis mercadillos en este periodo parecerían más bien escasas, incluso a algunos le resultarán hasta ridículas, pero el problema, dicen los representantes de los vendedores es que no hay más porque los manteros suelen estar bastante organizados y, en cuanto se hace un decomiso o se identifica a alguien, se esfuman.