La noche del jueves 27 de marzo quedará en la hemeroteca como aquella en la que Eva Libertad y Miriam Garlo mostraron en su tierra que quizá el amor no lo pueda todo, pero que todo lo mueve. La película Sorda es un canto a la sensibilidad y la belleza que descarta el ruido para ir a la esencia. Las escenas se suceden en escenarios inconfundibles de lugares que las vieron crecer: la casa de la huerta, los parajes naturales de tierra adentro, la luz única del mar que nos acaricia en esta costa cálida, los encuentros entre amigos al aire libre. Todo es Región de Murcia en su versión más auténtica y heterogénea. Con esta raíz ha nacido una película tremendamente valiente porque, además de abordar la exclusión solapada o consciente de las personas sordas en una sociedad oyente, muestra su incomprensión. Y esto lo hace tomando la maternidad como hilo conductor, un tema de muy difícil manejo para que resulte completamente natural. Porque este largometraje fluye innato.
Los primeros planos de una actriz y de un actor absolutamente volcados en sus personajes son de una intensidad extraordinaria, sus miradas hablan y traspasan la pantalla. Te clavan a la butaca. El universo sonoro que acompaña a la cinta se funde con la situación que narra y es el apropiado en cada momento. Y los silencios. Los silencios que recogen la desconexión de unos audífonos inservibles para pasar del mundo de los demás, al de una. Hay tanta verdad en que vivimos en una sociedad exclusivamente oyente que hasta la sanidad pública o las empresas de venta de tecnología para personas sordas, quedan retratadas. Y todo ello, sin perder la hermosura que irradian narrando su directora, e interpretando, la pareja protagonista.
Es muy difícil dejar a toda una sala meditando. Y esto pasa porque en la unión de personas sordas y oyentes que representa este film, ambas partes quedan absortas en la responsabilidad tantas veces no compartida, siendo como es, de ambas. Es bien cierto que una no puede y la otra no quiere, o no sabe. Quedas con sentimientos encontrados. En mi caso, a la emoción en algunas escenas le sucedían asentamientos y negaciones de cabeza, porque la necesidad de equidad entre los personajes y las situaciones me mantenía con la razón buscando y encontrando respuestas. Por momentos, empatizaba con ella, en otros, con él. Quizá porque vivo entre ambos mundos, lo cual resulta ciertamente agotador. Escenas que reproducían otras en las que he estado sola, con una soledad asumida, y sin darme cuenta. Momentos de no poder comprenderme en un mundo o en otro, sin saber bien de cuál era o dónde tenía el defecto de fabricación. De hacer de intérprete oyente siendo sorda o de intentar solamente signar, dejando de lado mis adoradas palabras. Para mí fue una verdadera noria de emociones y razones. Un frágil equilibrio ante mis ojos. Un reconocimiento.

- Cartel de Sorda -
Particularmente hermoso me pareció el momento en el que la música invade la escena de los dos protagonistas bailando en la cocina, leyendo los labios y siguiendo el compás ella, con luz de la verdadera empatía, él. Conforme avanza la cinta ella muestra el dolor y el enfado de tantas veces intentar ser oyente, integrarse, apartando sus sensaciones de malestar, para sacar ese carácter que la define, siendo fiel a sí misma. Es llamativo que él también muestre su dolor, su agotamiento o incluso sus renuncias por amor. En realidad, ambos se reconocen, afrontan la situación y se ponen en el lugar del otro. A veces, este lugar puede ser uno intermedio para ambos.
Hay una sensación en el aire de que las personas sordas prefieren hijos sordos, las oyentes, oyentes, y a las sordas que empleamos lengua oral, nos da lo mismo. Pero estas cuestiones son consecuencias adaptativas a una sociedad con carencias. Lo importante es la educación y el conocimiento de la discapacidad. Con ambas cosas, la accesibilidad estaría garantizada porque a la hora de tomar decisiones, habría más conciencia. Hay que invertir en un hecho incuestionable que trata de las clamorosas deficiencias adaptativas para las personas sordas, entiéndanse subtítulos, intérpretes de lengua de signos, LSE como lengua en las escuelas, de conocimiento obligado en los puestos de trabajo de atención al público, implementación de soportes escritos en las citas de especialistas médicos, traducción a texto o LSE en reuniones de centros educativos, etc…La heterogeneidad de nuestra discapacidad hace que se deban adoptar múltiples soluciones, y andamos en el nivel de que, como son tantas y nos aguantamos, mejor ninguna.

- Preestreno de Sorda en Murcia -
- Fotos: CPM IMAGEN
Por eso, el posterior coloquio de esta película referente podría estar aún en activo si el tiempo no acotase nuestros deseos de hacer cosas. Maravilloso el equipo y sus respuestas, su entrega, paciencia e implicación. Creen en lo que hacen, saben que, además de crear arte, cambian conciencias. Asumen una responsabilidad porque lo viven en primera persona. Nada sustituye a esto, aunque mucho puede hacer la empatía. Miriam Garlo miraba hacia donde mirábamos una minoría de personas signantes: a el o la ILSE. Alejandro tuvo la deferencia de colocarse al lado de quienes hablaban para interpretar en LSE asegurando la escucha visual completa. En la mirada de Miriam me veía reflejada, y en sus signos, a la vez que empleaba palabras. Es muy difícil signar y hablar al mismo tiempo, queriendo transmitir todo en dos lenguas simultáneas. Tan enorme en pantalla, tan cercana en la realidad, y me veía tantas veces con esa mirada en el lugar distinto en contextos exclusivamente oyentes. Lo que supone, lo que pesa.
No he contado la trama de la película porque lo que deseo es que descubran y la disfruten, la mediten y comenten, millones de personas. Es una película universal, pionera, inequívocamente nuestra, hecha con el coraje de esta tierra y este mar. El 4 de abril en nuestros cines hay una cita prendida en el calendario para vivir momentos únicos. 'Sorda' te espera, hará que te encuentres con los sonidos de tu corazón.