MURCIA. Cristina Caro empezó hace tres años a salir al campo con su madre, Beatriz, para coger flores, prensarlas y realizar con ellas distintas composiciones creativas con las que ambas participaban en mercadillos y talleres. Esta "cartagenera de origen, diseñadora de producto de formación y artista de corazón" -como ella se define- ha querido que su trabajo creativo evolucionase hacia la ilustración bajo el nombre de Florecilla Salvaje, que es como firma la exposición Nuevo florecer, que este jueves (a las 19.30 horas) se inaugura en el céntrico espacio murciano La Innovadora (Plaza Santo Domingo, 8), donde se podrá ver hasta el 15 de noviembre.

La muestra, presentada por Jesús Serrano, reune diez ilustraciones en láminas -que es el campo que quiere explorar la ilustradora floral-, unos cuadros de distintos tamaño y una instalación con los materiales naturales con que Florecilla Salvaje realiza sus obras, un proceso que también se podrá visualizar a través de una pantalla. Las imágenes que crea Cristina Caro (Cartagena, 1988) se caracterizan por recrear escenas, normalmente en un entorno de naturaleza, que desprenden ingenuidad y están llenas de encanto; en las que el sol puede ser una rodaja de naranja y las hojas formar unas tiendas de campaña.

De hecho, todos los recursos que emplea la autora han sido encontrados en la naturaleza -flores, maderas, hojas, semillas y cortezas-, muchos de ellos durante los paseos que se da por La Fuensanta (ya que vive cerca).

Entre las obras presentadas cabe destacar la titulada Gigante verde, ilustración que ha formado parte del interesante proyecto 'The Murcianer' -en el que creativos murcianos ilustran portadas reivindicando su identidad- y que está dedicada al ficus de la plaza de Santo Domingo, que curiosamente se encuentra a escasos metros de la sala La Innovadora.

Ella misma explicaba con motivo de su portada que "cuando me mudé a Murcia me encantaba pasear por sus calles, llegar a la plaza Santo Domingo y sentarme bajo el gran ficus a leer un ratito al sol. Me gustaba pensar que aquel gigante verde con más de un siglo de vida habría sido testigo de miles de historias de generaciones de murcian@s y que guardaba sus secretos en lo más profundo de sus imponentes raíces. Cuentan que en los años 30 se forjó en él una peculiar amistad: un loro y un mono convivieron entre sus ramas durante un tiempo y fue la sensación de todos los vecinos. Más que un árbol, es un símbolo de la ciudad de Murcia".

Otras escenas muestran, por ejemplo, a unos senderistas con su perro siguiendo un camino; un gran árbol convertido en lugar de recreo para unos niños, con una casa, una escalera y un columpio; unos campistas en un bosque, alrededor del fuego en una noche con luna; o un lago lleno de vida, donde se puede ver un pescador en una barca y unos niños bañándose, estampa que es observada por un hombre con su perro. 

Todo esto es capaz de recrear Florecilla Salvaje con sus materiales naturales, cuyas obras impresas le permiten crear imágenes con mayor volumen, más tridimensionales. Se trata de trabajos de gran originalidad y con un aire naif que sirven para ilustra cuentos o cualquier proyecto editorial.

"Tras casi diez años en el mundo de la creatividad como diseñadora gráfica y redactora creativa publicitaria, di un giro a mi vida profesional como docente. Hoy compagino la docencia con mi vocación artística como ilustradora floral", cuenta en 'The Murcianer' Cristina Caro, quien como Florecilla Salvaje seguirá llevando la naturaleza a su obra.