Murcia Plaza Cultura

El pintor Vicente Ruiz cubre con los colores del desierto la galería murciana Arquitectura de Barrio

La exposición 'La Sexta y Paz' se podrá contemplar hasta el 31 de octubre

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  • Exposición de Vicente Ruiz en Arquitectura de Barrio
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MURCIA. Los tonos amarillos, naranjas y rojos del desierto han invadido, como si de una tormenta de arena se tratase, las paredes blancas de la galería murciana Arquitectura de Barrio. Allí, en el desierto, el artista lorquino Vicente Ruiz encontró una paz que tradujo al lenguaje único de sus pinceles. También le sirvieron de inspiración los colores, los olores y la atmósfera de la casa de la huerta en Lorca a la que su padre bautizó La Sexta (un nombre con guasa, ya que la vivienda del tío de Vicente se llamaba La Quinta). Esto explica el título de la exposición La Sexta y Paz, que se podrá contemplar hasta el 31 de octubre en el espacio murciano donde conviven arte y arquitectura (en la calle Julián Calvo).
 
Esta muestra reúne una serie de dibujos realizados por el pintor durante esos viajes al Sahara en los que convivió con los tuareg -apuntes a lápiz, acuarelas o pasteles-, que son los que le han servido como punto de partida para desarollar una serie de óleos de gran formato, que han sido pintados a lo largo del último año y que se despliegan en la muestra como recuerdos llenos de color. Los espectadores que visiten la exposición podrán conocer a través de ellos las vivencias del pintor en aquellas tierras misteriosas; eso sí, a través de su lenguaje pictórico singular, un espejo de la pasión de Vicente Ruiz por las pinturas prehistóricas y por los paisajes de dunas en los que encontró la paz.
 
En el catálogo diseñado para la muestra por Coral Marín, el experto en arte Pedro Manzano recuerda que "hacia 1977 la pintura de Vicente Ruiz, sus óleos y dibujos, sus cuadros y anotaciones –en forma de apuntes trazados en blocs y pliegos sueltos– irían proporcionando a nuestro pintor un código visual propio, que se iría superponiendo, en algunas obras, a figuras y paisajes que, aún, conservaban una cierta idea de compromiso con la realidad, entendida esta como un enfoque figurativo que permite reconocer territorios y personajes. Pero serán sus sucesivas estancias en el Sáhara, su convivencia con los habitantes del desierto, lo que terminará por dotar a su pintura de un lenguaje propio y determinante. O, quizá –muchas veces me lo he preguntado–, puede que fuesen, precisamente, aquellas obras de finales de los setenta las que empujasen al lorquino a esos viajes, a esas estancias, a esa búsqueda de paz y espiritualidad, introspección y silencio… tan esencial ya, y para siempre, como imprescindible incorporación en su pintura".
 
Considera el autor el desierto en la obra de Vicente Ruiz "como un espacio de búsqueda a respuestas… como antídoto a los excesos que procura la sociedad de consumo. Puede que, para algunos –sobre todo los acomodados, y acomodaticios, europeos–, el desierto sea solo una especie de metáfora aureolada de una cierta poética, pero hayotros individuos que han hecho de su estancia en el desierto una forma más íntima de medir el tiempo, una forma de estar en el mundo a la que ya nunca podrán renunciar".
 
 
Es por ello que invita a contemplar estos cuadros "como fugaces destellos de felicidad. El colorido, los ritmos compositivos, la estructura de la obra, los guiños y referentes icónicos que afloran –apenas entrevistos– en el lienzo, sus cualidades sensuales… como si de un ritual de carácter celebratorio se tratara. Como si el pintor nos invitara a pasear con él en un íntimo y personal camino de ida y vuelta, un recorrido circular que nos hiciese partícipes de los códigos que han personalizado y conformado su estilo, su manera, el hecho diferencial de su obra. Un recorrido con dos hitos intercambiables como puntos de partida y llegada: Aquellas lejanas estancias en el desierto del Sáhara y esta, más habitual, en la casa de la huerta lorquina. En ambos casos la paz, la mirada introspectiva que propicia la pintura… la creación". 
 
Porque, al final, lo que hace Vicente Ruiz es "pintar; para que podamos compartir con él la emoción, el misterio que supone el ilógico acto de amor que conlleva el arte… la pintura".

Sobre Vicente Ruiz

  • Exposición de Vicente Ruiz en Arquitectura de Barrio -
Según recoge la Fundación Juan March, Vicente Ruiz nació en Lorca en 1941. Realizó sus primeros estudios en los colegios Maristas de Murcia y Agustinos de El Escorial, y se inició en la pintura en el París de 1965. Su primera exposición la realizó de forma colectiva en 'El balcón de la luna', en Madrid. En 1968, residiendo en Lorca, presentó su primera individual en la galería 'Porche' de esta ciudad, con treinta retratos de personajes marginados. Durante varios viajes al Sahara da un giro importante en su obra, que muestra en la Galería Yerba de Murcia, donde realiza una exposición individual en 1981, y lleva sus cuadros a la Galería Alençon de Madrid, a la 'Galería 13' de Barcelona y a 'lloc Dart' de Elche.
 
La obra realizada durante los años ochenta muestra una experimentación del abstracto buscando el diseño y la composición polimorfa, modos con los que evoluciona en años posteriores con la construcción de formas muy sintéticas, añaden las mismas fuentes. Sus pinturas experimentan ahora una profunda transformación creativa en la que se diluyen las evocaciones reales, las formas se sintetizan y el color adquiere fuerza imperiosa e incondicional. El estudio y conocimiento de las Pinturas Rupestres de África y Levante Español, le lleva a otra época, donde su pintura se vuelve más gestual. Se sumerge entonces en la más pura abstracción. La entusiasta utilización del color que siempre motivó al pintor se muestra finalmente en composiciones en las que minimiza en extremo las estructuras espaciales y las dimensiones.
 
Junto a otros cuatro pintores realizan un homenaje al escritor Miguel Espinosa en la galeria 'Chys' de Murcia. Respondiendo a una necesidad interior, de vuelta a la naturaleza y al estudio de las religiones, su pintura va deslizándose hacia una obra espiritual y lírica. Se inicia la etapa de 'El caminante' y 'El ventanal'. Coincidien con un cambio de domicilio. con estas experiencias, en 1997 realiza una exposición en la galería rnurciana La Aurora; y este mismo año participa en 'El Taller Serigrafía de Pepe Jiménez', con otros artistas, que exponen en la Sala de Verónicas y en el Museo de Arte Moderno de Madrid. En 2005 es nombrado miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de Santa María de la Arrixaca.
 
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