Murcia Plaza Cultura

El orgullo de ser de Vistabella: un libro (descargable) recoge la historia y fotografías antiguas del que fue "un barrio social modélico"

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  • Fotopostal del Vistabella de 1955
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MURCIA. Hubo en el barrio murciano de Vistabella, allá por la década de los sesenta, dos niños, ambos llamados Rafael, que compartían juegos en la Plaza de los Patos, con la tranquilidad que suponía que por allí no pasaran coches (tampoco lo hacen hoy en día, aunque ya no se escucha la misma algarabía infantil). Se conocía todo el mundo, sus amigos eran también los de sus hermanos (y viceversa) y sus madres se paraban en el rellano para preguntar a la vecina cómo estaba la abuela o simplemente para charlar un buen rato con otras madres. Y, por supuesto, si los chiquillos veían llegar con la compra a doña María, que vivía en el piso más alto de estos bloques que entonces no tenían ascensor, siempre se ofrecían a subir las bolsas, servicio por el que recibían una pequeña propina con la que se iban tan contentos. Vistabella tenía de todo -colegio, iglesia, mercado, cine...-, por lo que más que un barrio parecía un pueblo -un pequeño oasis de bloques de edificios uniformes y armoniosos con jardines principescos-, tanto es así que cuando nuestros 'rafaeles' iban al centro de la ciudad, decían sencillamente: "Vamos a Murcia".

Estos dos vecinos de infancia se hicieron mayores y, curiosamente, ambos estudiaron Historia, manteniendo vivos los vínculos que forjaron en un barrio donde fueron felices y que les dejó un sentimiento de pertenencia y de orgullo. De hecho, se puede percibir un punto de satisfacción cuando alguien dice: "Soy de Vistabella". Rafael Fresneda y Rafael García Mira, que así se llaman estos amigos e investigadores, también se sentían en deuda con el barrio que tanto les había marcado, por lo que decidieron publicar un libro para recoger la historia de esta singular barriada de promoción municipal, que se convirtió en "un barrio social modélico". Vistabella. Ciudad Jardín fue editado físicamente por la Concejalía de Cultura e Identidad y el Archivo Municipal, con una tirada que se agotó en su presentación, el pasado mes de mayo, aunque no se descarta que pueda realizarse alguna reedición más adelante. La buena noticia es que la publicación esta disponible online y se puede descargar gratuitamente en la página web del Archivo Municipal.

En este libro, los autores recorren la memoria y la historia de uno de los barrios más entrañables de la ciudad, invitando a realizar un viaje en el tiempo -en el que no faltan planos e imágenes de gran interés- para conocer cómo y por qué se concibió este barrio a finales de los años 40. Los historiadores ponen el acento en el notable impulso que tuvo la vivienda pública en la España de la posguerra, las etapas y entresijos de su construcción, los primeros comercios, el papel de las escuelas graduadas y de la iglesia como centros de dinamización social, la cultura y las fiestas en un barrio periférico, quiénes fueron sus primeros vecinos, y hasta la importancia que tuvieron el encauzamiento del Segura para evitar las inundaciones y la FICA para su promoción nacional e internacional.

Familias numerosas de clase media

  • Niñas de las escuelas graduadas de Vistabella en 1973 -

Rafael Fresneda habla con Murcia Plaza sobre algunas de las peculiaridades que hacen tan singular a Vistabella, "un barrio que ha envejecido bien". Señala el historiador y archivero que en esta barriada recién construida se metieron a vivir familias de una clase social más o menos  similar, una clase media modesta formada por funcionarios y empleados en banca, tiendas o distintas instituciones. Muchas de estas familias eran, además, numerosas, por lo que la zona se pobló de matrimonios jóvenes con muchos hijos que tenían edades similares. "En mi familia, por ejemplo, éramos cinco hijos y todos teníamos amigos nuestros y de nuestros hermanos", recuerda. De hecho, asegura que "todos los niños que crecimos allí creamos una serie de vínculos muy estrechos, de amistad, que han perdurado en el tiempo siempre".

Además, no había que salir mucho, porque Vistabella destacaba por tener todos los servicios, "como un pueblo pequeño junto a Murcia, no en Murcia", ya que cuando se construyó una de sus características es que estaba un poquito separado de lo que era la ciudad. Tenía hasta un cine, el Rosi, solicitado por José Iniesta e inaugurado en 1965 siguiendo el proyecto de Daniel Carbonell Ruiz, el arquitecto de Vistabella. Se mantuvo abierto hasta 1984, cuando las salas cinematográficas entraron en crisis.

El único de promoción municipal

  • Vistabella, sin terminar hacia 1958 -

Otra de sus características fundamentales es que "es el único barrio de la ciudad de Murcia que ha sido de promoción municipal. El Ayuntamiento no solo cedió los terrenos, sino que fue el constructor. Fue el primero que se creó en el franquismo, con lo cual el nuevo régimen quiso hacer un barrio modelo para, de alguna manera, mostrar cómo se iba a construir en esta nueva etapa". Por ese motivo, "se cuidó muchísimo,  no solamente las familias que se metieron allí, sino también las cosas que se hacían". De ahí, que el tiempo haya sido benévolo con Vistabella, ya que "las calidades que se usaron en esta barriada no son las mismas que se emplearon en otros barrios sociales, que fueron habitados por una población más obrera".

Los jardines fueron un punto de distinción que se quiso a dar a Vistabella, con una jardinería que fue admirada por toda la gente que la conoció, de dentro y de fuera de Murcia. "Se contó con el jardinero mayor de el Ayuntamiento de Madrid, que no pudo venir pero vino su segundo. Diseñó una serie de jardines principescos, con setos y plantas muy cuidadas, tanto que aquello parecía La Granja. Trajeron además arbolados de muchas partes del mundo. Aún hoy se puede ver hoy un gingko biloba, un árbol japonés, y especies que son autóctonas de otros países y que han enraizado bien", cuenta Javier Fresneda, quien señala que se han hecho visitas guiadas por botánicos de la Universidad para enseñar las diferentes especies que allí todavía existen. "A pesar de que se ha perdido mucho, todavía se conservan algunas plantas muy especiales", apunta

Otro de los motivos por los que Vistabella se ha conservado bien radica en que las primeras familias que se quedaron allí fueron muy cuidadosas. "Primero porque ellos sabían que el piso después de 30 años de pagar unos alquileres iba a ser suyo. Y segundo porque el control que el franquismo tenía sobre todo lo que hacía era muy exhaustivo. En el reglamento de entrega de esas viviendas se exigía que cualquier modificación que se hiciera en la vivienda tenía que ser autorizada por el Ayuntamiento, de manera que no dejaban tampoco hacer grandes reformas para mantener la uniformidad que todavía conserva mayoritariamente", explica el historiador.

De 197 casas proyectadas a 1.136 viviendas construidas

  • Plano del proyecto de ampliación -

No obstante, Fresneda cuenta que "el barrio no iba a ser como es". Y es que el primer diseño de Vistabella -realizado por el arquitecto municipal José Luis de León- contemplaba 197 casas bajas (para el mismo número de familias), todas iguales, con su patio exterior. El ayuntamiento pensó que eso iba a ser poco para la superficie y que había más necesidad de viviendas, por lo que aprovechó un cambio de arquitecto -José Luis de León se fue a Madrid- y le encargó a Daniel Carbonell el proyecto. Este diseñó bloques de viviendas, que es ahora el rango más identitario que tiene Vistabella, en torno a una plaza central y a la iglesia, creándose un total 1.136 viviendas

Además, y según sigue explicando Rafael Fresneda, "hubo unas directrices del franquismo a los arquitectos para que recuperaran las señas de identidad de las ciudades. Murcia es eminentemente barroca, por lo que Daniel Carbonell incorporó arcos en Vistabella, así como ventanas ovaladas en los bloques. Colocó detalles de ese tipo e hizo esos patios de manzana tan característicos. Son bloques cuadrados, cerrados por dentro, cuyas viviendas daban al exterior y a los patios interiores de manzana, que tenían naranjos y flores, y que eran muy interesantes para la ventilización de las casa. Lo que no tenían eran terrazas superiores para tender la ropa, por lo que se hacia en los patios interiores y no se veían desde fuera. Todos los bloques que dan en la orilla del río, en la fachada representativa de la ciudad de Murcia, sí que ya tienen terrazas arriba con los tendederos".

Rafael Fresneda también quiere destacar que "Murcia tiene lo que los historiadores han denominado una fachada representativa de la ciudad, en la margen izquierda del río, que empieza en el propio Ayuntamiento, sigue con el Palacio Episcopal, el Instituto Licenciado Francisco Cascales, la Delegación del Gobierno y Convalecencia. Es toda una fachada institucional, en la que también están el hotel Siete Coronas y, al final, el Auditorio Regional.  A la margen derecha, en los años 40, cuando se empieza a construir Vistabella, no había nada, solo el barrio del Carmen. Esta nueva barriada se podría haber construido en otro sitio, pero el Ayuntamiento quiso que se enclavase en la fachada representativa de la ciudad, en la margen izquierda; quiso que el barrio de promoción municipal formara parte de la fachada representativa".

El historiador recuerda, por otro lado, que Vistabella estaba enclavada al lado de la FICA, un potente centro comercial de la conserva murciana que fue visitado por muchos ministros, los mismo que luego paseaban por la barriada, que era mostrada con orgullo por parte del Ayuntamiento.

Una barriada con mucho arte

  • Mural del pintor Manuel Muñoz Barberán en una de las aulas de niñas de 1955 -

Mientras llevaba a cabo labores de documentación para el libro, Rafael Fresneda visitó su antiguo colegio, que en su época tenía una planta para los niños y otra para las niñas. El nunca había subido, por ese motivo, al primer piso, donde descubrió tantos años después una pintura de Muñoz Barberán que desconocía que estuviera allí.

Y es que Vistabella siempre ha tenido mucho arte. "Allí surgieron, a pesar de ser un barrio modesto, artistas como Antonio Ballester, que desafortunadamente nos ha dejado y al que se le rinde homenaje ahora mismo con una exposición en el Palacio Almudí, Esteban Linares, Severo Almanza, Juan Ballester... Es decir, que ya el caldo de cultivo estaba un poco hecho", recuerda el historiador, quien explica que posteriormente "gente de la cultura y su entorno ha querido vivir en el barrio porque sigue siendo muy tranquilo, alejado de la vorágine de la  ciudad. Es un barrio atractivo para llevar una vida más amable, algo que yo creo que aprecian las personas que escriben o se dedican a una actividad creativa".

En este sentido, añade que la barriada es una zona con mucha actividad y mucho movimiento vecinal, cuya población no ha envejecido porque ha habido mucho relevo generacional. Y es que hoy, como entonces, sigue siendo un orgullo decir: "Soy de Vistabella".

  • Niños jugando en Vistabella -

 

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