MURCIA. Vestidos con sus mejores galas, parecían estar dormidos. Un sueño plácido que podía simularse sobre una cama, recostados en una butaca -como si la ensoñación les hubiera cogido de improviso- o en el regazo de algún familiar, como tantas veces antes habían estado si se trataba de un niño. El triste posado fotográfico también podía realizarse en el mismo ataud e, incluso, en un jarrón lleno de flores en el caso de un recién nacido. Las flores estaban presentes en muchas de estas últimas imágenes para preservar la imagen de un ser querido fallecido, como adorno y, es de suponer, que también como un aromatizador natural. También, llevando al extremo el deseo de recordar viva a esa persona, se las fotografiaba con los ojos abiertos e, incluso, sostenidos en pie. Muchos eran niños en una época de una alta mortalidad infantil.
Fotografías 'post mortem' como estas se pueden ver en una galería temática en la web del Archivo General de la Región de Murcia, fechadas en distintos años, desde 1860 a los años veinte del siglo XX. Se trata de una serie de 45 imágenes en las que se comprueba lo extendidos que estaban estos retratos, ya que los protagonistas pertenecían a diferentes clases sociales, tanto de entornos rurales como en las ciudades.
Y es que la fotografía 'post mortem era una práctica habitual en los siglos XIX y principios del XX, siendo su objetivo conservar una imagen de la persona fallecida para recordarla eternamente. En ocasiones, el difunto aparecía solo, mientras que en otras ocasiones lo hacía en compañía de familiares. En cualquier caso, no se buscaban imágenes desagradables, puesto que se deseaba conservar el mejor recuerdo, la mejor imagen, de la persona fallecida.
Tan populares se hicieron los retratos 'post mortem' que se podían leer anuncios como este: "Se retratan cadáveres a domicilio a precios ajustados". En concreto, este se publicó a finales del siglo XIX -ilustrado con un féretro por arriba y una cámara fotográfica por abajo-, dando idea de la costumbre -y hasta moda- que existía de preservar la imagen y el recuerdo de los fallecidos a través de la fotografía.
Así lo recogía un número de Náyades, la Revista de costumbres, tradiciones e historias de la Región de Murcia, en la que los estudiosos Ricardo Montes Bermúdez y María Dulce Egea Martínez abordaba los rituales y costumbres relacionados con la muerte, los nombres de los fotógrafos murcianos que se dedicaron en algún momento al conocido también como retrato conmemorativo o de luto. Recuerdan los autores que los primero retratados post-mortem fueron personajes públicos y famosos, llegando posteriormente 'la moda' a las clases populares.
Entre los fotógrafos murcianos que se dedicaron a este tipo de fotografía, entre otros, se encontraba Salvador Baños Salinas, José Gil Candel Gil, 'el Manco', Fernando Navarro Ruiz , José Rodrigo y Navarro-Casete, Don Pepe y José Casaú Abellán. De este último, recuerda Náyades que "afincado en Cartagena, ejerció como fotógrafo, fotoperiodista, editor e incluso vendedor ambulante de tarjetas postales. Realizó una obra ingente de fotografías, especialmente de Cartagena y paisajes costeros. Su primera tienda la instaló en la actual calle Cañón, para pasar posteriormente a la calle Mayor. Aquí fotografiaría a miles de cartageneros, al tiempo que recorría todos los rincones de la ciudad para dejar testimonio gráfico de los mismos. También dejó constancia de las procesiones de californios y marrajos".