Aura Garrido vuelve a estar de estreno. La actriz madrileña estrena por tercera vez en los últimos meses tras Invisible (Disney+) y Santuario (Atresplayer). Ahora regresa al cine tras cumplir uno de sus sueños: ponerse a las órdenes de Nacho Vigalondo, uno de esos directores con un universo muy particular. "Cuando me lo dijeron no me lo creía", apunta Aura. Emocionada al leer el guion, da vida a la expareja de Daniela, la coprotagonista de la película. Una historia en la que, tras la pérdida de su novia Daniela, la vida de Nicolas pierde el sentido. Un día es invitado a formar parte de un ensayo clínico que le permitirá controlar sus sueños y accede con la esperanza de recuperarse. Desde la distancia que ofrece la ciencia ficción, Vigalondo y el reparto explorar la gestión del duelo, lo peligroso de las adicciones y el contro total del universo. Algo que, visto lo visto, no está tan alejado de la realidad.
Estrenas Daniela Forever, a las órdenes de Nacho Vigalondo, que se suman a otros dos estrenos anteriores. Un curso muy intenso. ¿Cómo te encuentras?
Muy contenta la verdad. Está siendo un año muy bonito.
Daniela Forever es una película que trata muchos temas. El duelo tras la pérdida, como el control puede hacer que te vuelvas una peor persona… ¿Qué sentiste cuando te llegó el guion a tus manos?
Lo primero que quiero decir es que soy muy fan de Nacho Vigalondo. Me gusta mucho su cine desde hace muchos años. Para mí era un sueño rodar con él. No me lo podía creer cuando me llamaron. Hasta que no empecé a rodar no me lo creía. Pensaba que era una broma o algo parecido. Para mí era algo increíble. Llamaba a mi representante y le preguntaba: “¿Esto es en serio? ¿De verdad? ¿Voy a trabajar con Nacho?” (Risas). Entonces, claro, cualquier cosa que me hubiera propuesto hubiera sido un sí rotundo.
Al leer el guion me fascinó. Me pareció una cosa increíble. Lo digo en todas las entrevistas que estoy realizando. Nacho tiene la capacidad de hablar cosas muy complejas y profundas desde un lugar de aparente ligereza, diversión y sencillez. Precisamente por eso, por ese distanciamiento que le da el humor y la ciencia ficción, llega a lugares muy profundos y emocionales. Es alguien muy inteligente. Cuando terminé de leer el guion me eché a llorar. Es algo que no es tan normal, que un texto te de una respuesta tan emocional. Me parece una bestialidad lo que consigue con esta historia, como habla del duelo y como conectarnos a través de lo lúdico.
Es una historia muy compleja. ¿Cómo ha sido abordar tu personaje? Haces el personaje de Teresa, que es la exnovia de Daniela, interpretada por Beatrice Grannò.
Sí, es una historia muy compleja. Pero también tiene mucho de juego, que es lo que tiene Nacho y lo que le hace tan especial. Tiene mucho de juego y de confiar en él y en su criterio y en su mundo y entrar a saco en lo que te está pidiendo. Es un trabajo que se hace desde un lugar no tan racional, sino más visceral, más instintivo…Más de juego, entrar desde otro lugar, que es lo que tiene el distanciamiento.
Mi persona funciona en dos universos digamos, en dos mundos. Uno es la realidad y otro el de los sueños. Nacho además hace un juego muy bonito, de grabar una parte en beta y otra en HD. Lo hace de forma contraintuitiva y eso tiene un sentido dentro de la historia, que se irá descubriendo. Nada es casual en el cine de Nacho y eso es precioso, como se atreve a experimentar y a tomar decisiones que son preciosas.
La realidad se ha grabado en beta, que es la imagen que tenemos asociada a nuestra infancia porque es como veíamos la televisión en los 90. Y los sueños están rodados en HD, que es lo que tenemos asociado a nuestra realidad actual y a la que vemos. El personaje digamos que transita en los dos espacios, sin querer desvelar mucho. Un espacio es un trabajo como más cotidiano, más al uso, más realista. El otro es entrar en el código. El riesgo es entender el código y ser capaz de moverse en esa fina línea de entender el tono que te está proponiendo el director.
Es muy divertido. Es entrar a un juego y te permite unas posibilidades increíbles. Es lo bonito que tiene el distanciamiento como actores, que ahora que estoy ensayando teatro con Las amargas lágrimas de Petra von Kant, dirigida por Raquel Camacho, también estamos trabajando mucho el distanciamiento. Eso es muy divertido de hacer. Si te gusta como actor es muy divertido de hacer.
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Un detalle curioso que quería comentarte es como os cambia la voz, tanto a Nathalie Pozas como a ti, al hablar en inglés. Parecéis unas personas completamente diferentes.
¿De verdad? La percepción desde fuera es muy diferente a la que tienes de ti mismo internamente. Es verdad que pasan cosas muy interesantes con los idiomas y los acentos. Por lo general, tu voz cambia porque, de alguna manera, tu personalidad se modifica según el idioma o el acento con el que estés hablando. Hay algo de como piensas que es diferente. Cuando piensas en otro idioma, la estructura mental que sigues es diferente. Ya solo eso, donde se coloca tu voz para salir, modifica mucho como sale la voz y como te expresas y te manejas.
La película habla mucho del peligro de las adicciones. En una charla de Nacho Vigalondo en El Mundo (publicada el lunes 17), decía Nacho que todo “puede ser una adicción en potencia” y que ser adulto trata de lidiar con ellas. ¿El ritmo de vida que llevamos potencia esto?
Probablemente deberíamos bajar el ritmo un poco. Me parece un tema interesante. Esta sociedad de hiperconsumo, de estar produciendo y haciendo cosas constantemente, de que nunca es suficiente, con estímulos todo el rato, de alguna manera tiene mucho de adicción. Creo que tiene mucho que ver con el funcionamiento de una adicción y con como te colocas frente a una adicción. Me parece muy interesante este tema.
Al final también depende que colocas tú en esa ‘adicción’. No es tanto el producto en sí, sino que estás poniendo ahí. Eso convierte cualquier cosa en potencial adicción. Siento que me queda un poco grande, pero creo que es un tema muy interesante en la sociedad de hoy. Llevamos un ritmo de vida absolutamente insostenible y que cada vez va a más. Es agotador. No sé si sabremos frenar la máquina.
En esta misma charla decía Vigalondo del valor de tomar malas decisiones, en el sentido de que en esta vida debes estar, por decirlo de alguna forma, satisfecho de las malas decisiones que tomes. ¿Estás satisfecha con las malas decisiones que has tomado? Si es que las has tomado en algún momento.
¡Claro que he tomado malas decisiones! (risas). Todos hemos tomado malas decisiones. Entiendo que es parte del aprendizaje. Estoy completamente de acuerdo con lo que dice Nacho. Si no tomas malas decisiones, si no te permites el derecho a equivocarte, no puedes aprender. No podemos suponer o colocarnos en el lugar en el que parece que tenemos que ser perfectos. Tenemos que poder equivocarnos, fallar. Sobre todo, en los trabajos creativos y artísticos. Esto es muy obvio e importante. Si no te permites la posibilidad de fallar, equivocarte, de no hacerlo bien del todo, no existe la posibilidad de mejorar y de encontrar lo que realmente quieres contar o como quieres trabajar. No encuentras tu voz del todo. Estás más en el ojo externo que realmente en lo que quieres transmitir. Creo que es muy importante el derecho a equivocarnos y a aprender. Permitir el aprendizaje.
Decías en una entrevista que, aunque tus padres siempre han apoyado tu sueño de ser actriz, hubo un momento en el que te empezaron a llegar mensajes de que eso era “un sueño de niñas”. ¿Te entraron dudas o decidiste ir a por ello con más ganas aún?
Me entraron muchas dudas. Cada uno tiene una percepción en estos casos. Por un lado, está la realidad de lo que sucede y por otro como te lo tomas. Para mí, cuando era más pequeña, era muy importante encajar y ese tipo de mensajes tenían mucho peso.
Había una sensación de que, cuando eres muy pequeña, si dices que quieres ser actriz se toma como normal. Al menos eso pasaba cuando yo era pequeña, no sé si sigue pasando. De repente, al tener una edad, empezaban a llegar esos mensajes de “ya tienes una edad para empezar a ser realista”. Es un poco absurdo porque, con 10 o 12 años, no quieres ser realista (risas). Con 10-12 años lo que tienes que hacer es soñar. Soñar, experimenta, buscar y descubrir. Si tu sueño es dedicarte a escalar árboles…Perfecto. Ya entenderás que quieres hacer.
Tenía como una percepción de que todo lo artístico y lo creativo, y sobre todo lo de ser actriz, se cargaba de unas connotaciones lejanas y extrañas. Tenía la suerte de que, como en mi familia había muchos músicos, me había criado acudiendo a teatros, viendo cine, yendo a ver a mi tía a actuar en una zarzuela, en una ópera. Para mí no era algo tan lejano. Aunque era la música, no exactamente el teatro, era un escenario. Y ahí estaba mi tía. No se me hacía tan lejano, pero a la vez yo me creía mucho lo que me decían los demás. Eso se unía a que era muy curiosa y quería hacerlo todo (risas) pues pensaba que igual actriz no era mi camino. Me gustaba mucho la medicina y estuve a punto de hacerlo. Me plantee muchas cosas.
Al final, con este tipo de comentarios, la cuestión es que te creas menos o relativamente lo que te dicen desde fuera. Siempre tuve la duda de que, aunque me creía un poco lo de que era muy lejano el hecho de ser actriz, por dentro pensaba “o no” (risas). Eso creo que es lo que me ha empujado en la vida. Aunque ponía el criterio de los demás muchas veces por delante del mío, había una pulsión dentro, una pasión muy fuerte, por experimentar y buscar. Por vivir cosas nuevas. Cuando entraban en conflicto, aunque intentase acallar la parte más aventurera, al final siempre acababa saliendo. Eso es lo que me ha salvado de no quedarme en una vida que yo no quería experimentar. Siempre había un momento en el que siempre me rebelaba.
Hace unos años ese sentido del riesgo de “prueba y si no te gusta o no sale bien, pruebas otra cosa” no existía tanto si no tenías un entorno que te apoyara mucho. Además, en tu profesión, o tienes esa pasión dentro muy fuerte o no resistes porque es muy duro.
Sí, totalmente. Estoy de acuerdo con ambas cosas. Creo que tenía que ver con el momento social de cuando nosotros éramos pequeños y esa generación que había luchado porque sus hijos tuvieran una vida mejor y tenían muy claro lo que te iba a llevar a una vida más confortable. Ahora que se ha roto esa burbuja, quizá está más la posibilidad de equivocarte y probar. Ojalá sea así porque creo que ahí, es donde está la posibilidad de encontrarte.
Si quieres tener una vida ordenada, es fantástico. Pero si tu deseo es experimentar otras cosas menos habituales, o más arriesgadas al principio, creo que está bien empujar a ello. A veces tenemos un sistema educativo y un sistema social que tiene miedo en ese sentido. Es bonito empujar a explorar y a encontrarte desde otros lugares.
Has estrenado recientemente Invisible, Santuario y ahora Daniela Forever. Tres proyectos muy distintos, en los que además tus personajes tienen distinto peso. ¿Qué criterio sigues a la hora de elegir proyectos?
Creo que es un poco como en la vida (risas). No tengo un orden definido. Voy un poco fluyendo. En general lo que siempre me ha movido es tener un reto. Una aventura. Algo que quiera contar. Que algo me mueva mucho. Eso en cada proyecto está en un sitio diferente. Puede estar en un guion que me fascina, y me da igual cual será el peso del personaje, si tendrá más secuencias o menos, porque quiero contar esa historia. O puede ser también que el personaje sea algo que nunca he hecho y que quiero explorar, independientemente de lo que sea. No tiendo a pensar las decisiones más allá de que me mueva mucho lo que voy a hacer.
Llevas muchos años en esto, tuviste dos nominaciones a los Goya… ¿Cómo has logrado lidiar con la fama? Por lo que has contado otras veces eres tímida a la hora de exponerte fuera de los focos.
Mal (risas). Más bien no he lidiado (risas). Creo que esa es la mejor definición: No he lidiado. Es algo que está ahí, que voy metiendo debajo de la alfombra, que siempre está un poco como pendiente. No te sé decir. Todavía no entiendo que la gente me conozca. Asumo que la gente no me conoce. Sé que esto es raro de escuchar. Siempre me he centrado en trabajar y, cuando no estoy trabajando, pues estoy en mi casa, de viaje, con mi familia…No tengo una vida extraordinaria. En algunas sí, porque ciertas cosas de mi trabajo no son comunes, pero lo que es mi vida es muy normal y aburrida en ese sentido. No termino de ser consciente de que a veces la gente me conoce. He ido tomando conciencia poco a poco. Me está llevando más años de los que sería normal que me llevase. Me sigo sorprendiendo de que la gente sepa quien soy. Sobre todo, en ciertos lugares. Si estás en una alfombra roja, pero que me conozcan en la calle, en el super…Es raro.
A la vez, he tenido la suerte de que, por absoluta casualidad, las cosas que he hecho no han sido tan comerciales. Con lo cual, no soy una persona tan reconocible. Mi vida no está tan condicionada por tener una profesión pública. Puedo tener una vida bastante normal. Eso es lo que ha hecho que todavía me sorprenda que, al ir a una tienda, por ejemplo, la gente me conozca. Me sorprende.
Por último, ¿qué tienes próximamente?
Ahora estoy ensayando teatro, que estrenamos próximamente Las amargas lágrimas de Petra von Kant, que estaremos en Matadero del 28 de marzo al 28 de abril y luego tendremos gira. Por ahora eso, y tengo pendiente de estreno la serie Entrepreneurs, con Pantomima Full, que me apetece muchísimo.