Murcia Plaza

SILLÓN OREJERO

Cherid, el misterioso final de un sicario de la extrema derecha

MURCIA. Hace años, tuve largas conversaciones con un extoxicómano de los años duros, de los ochenta y noventa. Me contó muchas historias abracadabrantes, pero siempre suelo recordar la misma, quizá por el terror y la ansiedad que evocaba. Cuando les detenía la policía y les llevaba al calabozo, contaba mi amigo que pasar ahí la noche con el síndrome de abstinencia era el infierno. Una experiencia tan sumamente dolorosa que la única forma que tenían de paliarla de alguna manera era masturbándose. La eyaculación les servía para olvidar el mono al menos tres segundos y medio. Lo hacían sin parar. Esa escena siempre me ha rondado la imaginación. Alguna vez, en programas sobre cárceles españolas de esa época, he vuelto a encontrarme con el fenómeno. 

Quién me iba a decir que leyendo sobre el crimen de estado en España me iba a volver esa escena a la cabeza. Fue en el libro Cherid, un sicario de las cloacas del Estado, de Ana María Pascual y Teresa Rilo (Garaje, 2019). En este caso no eran yonquis, sino de un sicario de extrema derecha. En Francia, cuando fue detenido en la prisión de Saint-Michel, inició una huelga de hambre con el objetivo de que le enviasen a un hospital donde estaba un compañero suyo ingresado. Para acelerar la debilidad en la que se iba sumiendo cada día que pasaba sin injerir alimentos, se sometía a "frecuentes sesiones de onanismo". Muchas veces delante de los propios carceleros "que acababan por tirarle cubos de agua para apaciguarle los ardores". 

Desde entonces, también rumio esta escena mentalmente. Y no es la única, la ultraderecha de los años 70 y 80 es un universo lleno de momentos grotescos y personajes inverosímiles, más allá del estereotipo. Por ejemplo, la lectura de Ultramemorias de Ernesto Milá, activista de ultraderecha, al margen de que los hechos que relata sean verdad, manipulación o mentira, las descripciones de personajes y ambientes que hace me parecen fascinantes. Alguna vez me han afeado este interés gente muy de izquierda, tan de izquierda que piensan lo mismo de la gloria industrial del franquismo y su declive y de la Constitución que todos estos fascistas. Pero esas coincidencias se conoce que solo me parecen fascinantes a mí. 

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