El departamento de Patrimonio Arqueológico, del que es titular Pablo Braquehais, ha encargado a la empresa lorquina Salmer Cantería -que acaba de finalizar la restauración de la Puerta del Socorro y ahora trabaja en la batería de San Leandro- la consolidación y restauración de la antigua portada de la Milagrosa.
La intervención de este proyecto, que costará algo más de 35.000 euros y tres meses de trabajo, constituía el acceso monumental a la avenida modernista que conducía al edificio principal de la Casa de Misericordia. La misma era una institución benéfica del ayuntamiento dedicada al cuidado de niños desamparados. Se instaló en el desamortizado convento de San Diego alrededor de 1839. En 1923 se decide la construcción de un nuevo edificio y en 1929 se le encarga la obra al arquitecto, ya anciano, Víctor Beltrí.
En los años noventa del siglo XX se 'cercenaron' los jardines y la avenida que discurría entre ellos, explica el proyecto de intervención, quedando ambos reducidos a la mitad y dejando la antigua portada y puerta aislada y descontextualizada a modo de arco en el espacio de la acera, en una función para la que en ningún momento fue concebida. Eliminado el muro en el que se abría la portada, el elemento ha sufrido un acusado deterioro, derivado tanto de la dificultad de estabilidad de un elemento exento que no fue construido como tal, como del lógico deterioro causado por el paso del tiempo.
La portada presenta diferentes patologías ante las que se hace necesario intervenir para garantizar la estabilidad del elemento y su integridad:
- Pérdidas volumétricas de sillares y ladrillos.
- Inadecuada trabazón de las pilastras de los extremos con el resto de la portada, comprometiendo su estabilidad.
- Suciedad generalizada.
- Oxidación de rejería.
Para ello, se harán trabajos de mantenimiento y resolución de problemas diversos, como el desmontaje y almacenamiento, para su posterior reposición, una vez restaurados, de aquellos elementos originales en riesgo de desprendimiento. La retirada de elementos no originales, derivados de anteriores intervenciones, que pudieran resultar distorsionantes o hubieran perdido su función, la consolidación estructural de la portada, la reintegración volumétrica, tanto de los sillares pétreos como de estucados y fábrica de ladrillo cara vista, limpieza general de todo el elemento, incluida la rejería.

- Patio Casa Misericordia -
La Casa de Misericordia fue una institución benéfica impulsada por el Ayuntamiento de Cartagena en 1839, año en que recibió del Estado, por Real Orden de 30 de junio, el antiguo convento de San Diego -confiscado tras la desamortización- para destinarlo al cuidado de personas vulnerables, especialmente ancianos y menores, como documentó Soler Cantó. No obstante, según el testimonio del arqueólogo, historiador y escritor Diego Ortíz Martínez, ya en 1834 existía en la ciudad un primer oratorio bajo esta denominación en la calle Honda, cerca del antiguo Pósito o Almudí, en el entorno donde después se levantó el cine Carlos III, y en él se instaló el primer belén conocido de Cartagena.
Guillermo Cegarra Beltrí recoge en Adelante siempre que esta iniciativa de carácter asistencial tiene raíces aún más tempranas, pues en 1789 se había fundado una entidad previa, la Casa de Recogidas, que atravesó distintas etapas y ubicaciones hasta consolidarse como Casa de Misericordia a finales del siglo XIX. Con la supresión de los conventos en 1835, el de San Diego -fundado por los franciscanos descalzos en 1606- pasó a manos municipales, dando pie al desarrollo de un complejo que experimentó diversas reformas a lo largo del tiempo.
Fue en 1923 cuando se tomó la decisión de construir un nuevo edificio en la calle San Diego, cuyo diseño se encargó al arquitecto Víctor Beltrí, entonces con 60 años. Seis años más tarde, en 1929, se le encomendó también la ejecución de un pabellón para la iniciativa sanitaria Gota de Leche. En 1933, las instalaciones acogían a más de 600 personas, entre niños, niñas y ancianos, atendidos por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
Esta institución, muy arraigada en la vida cartagenera por su vocación social, cesó su actividad en los primeros años del siglo XXI. El conjunto de pabellones que conformaba el edificio, dispuesto en forma de U con orientación hacia la calle San Diego, se encontraba originalmente delimitado por un muro central en el que se situaba una portada de estilo modernista ecléctico, como destaca el investigador Pedro A. Pérez Rojas. Con el cierre de la residencia, los servicios fueron reubicados: los menores pasaron a un centro en Murcia y el espacio quedó disponible para nuevas funciones municipales.