Aun con los ecos del pasado verano, la vista ya está puesta a la edición del 2026, que se celebrará los primeros días de julio. El Rock Imperium, a pesar de gozar de un recorrido pequeño, se ha convertido en algo más que un festival de rock: la música ha espoleado el turismo y la cultura, convirtiéndolos en un motor económico millonario.
El festival ha logrado multiplicar por seis su repercusión económica y por mucho más la mediática en estos cuatro años -camino del quinto y que acaba de anunciar a Iron Maiden como grupo estrella-. Desde 2022 el festival de rock y metal ha entrado por la puerta grande en el calendario de grandes eventos musicales especializados en esta música en el panorama nacional.
Pero no todo es música, más bien, no solo es música, porque el festival veraniego se ha unido a una lista de actividades de este ámbito en Cartagena, que convierten el municipio en un flujo muy potente de trasiego turístico, auspiciado por la calidad de los eventos culturales, además del sol, el tiempo, la ciudad y las playas, que todo hay que decirlo.
Si afrontamos el asunto desde diferentes perspectivas, no parece que haya demasiadas diferencias entre sectores. Así pues, en el ámbito político, concretamente Noelia Arroyo, la gran valedora del proyecto liderado por Juan Antonio Muñoz, subraya sus beneficios en tres frentes: económico, de proyección exterior y de autoestima ciudadana.
En el plano económico, las cifras hablan solas: miles de asistentes llenaron hoteles, bares y restaurantes. El festival dejó un impacto estimado de 15 millones de euros en la ciudad. Son visitantes que hoy vienen por la música y mañana regresarán como turistas.
El segundo beneficio tiene que ver con la imagen. Cartagena se proyecta como una ciudad moderna, capaz de acoger grandes eventos en escenarios únicos. Han venido personas de toda Europa y de muchos otros lugares del mundo. Cartagena viaja con ellos de vuelta a sus países, señalan.
Pero quizás el efecto más importante sea el que se vive dentro de la propia ciudad. El Rock Imperium ha roto techos que parecían inalcanzables. Hace años habría parecido una locura pensar que Cartagena acogería a grupos como Deep Purple, Scorpions, Kiss o Iron Maiden. “Lo hemos hecho realidad", recuerdan.
Desde el Ayuntamiento destacan que el festival no solo llena la ciudad de música, sino que refuerza la confianza de los cartageneros en sus capacidades. “Hemos demostrado que nada es demasiado bueno para Cartagena ni demasiado grande si sabemos gestionarlo”.
El sector hotelero de Cartagena no oculta su satisfacción. Para ellos, cualquier evento que se organice en la ciudad tiene valor, pero este festival se ha convertido en un referente indiscutible.
“El Rock Imperium atrae a muchísimos fans y, en nuestro caso, nos asegura una ocupación altísima”, señala Alejandro Paredes, presidente de la asociación hotelera Agrup-Hotel. A ello se suma un efecto menos inmediato pero igual de importante: la promoción que recibe Cartagena como destino turístico.
Los hoteleros destacan que el festival coloca a la ciudad en el mapa de miles de visitantes que, además de asistir a los conciertos, descubren Cartagena y se convierten en potenciales clientes en el futuro.
"Este tipo de eventos no solo llenan los hoteles en el momento, también son una inversión en visibilidad para Cartagena", concluye.
La última edición ha supuesto un ‘lunar’ en estas buenas expectativas, así lo explicaron meses atrás desde el sector de la hostelería. Según los datos recabados por la asociación, no se registró un incremento significativo en las ventas respecto a otros fines de semana, aunque algunos locales del centro sí percibieron movimiento pero los niveles de consumo han sido moderados y lejos de los registrados en años anteriores, algo que sí sucedió en años anteriores y así confían en que se revierta la curva.
Cultura, gastronomía y playa
El público puede disfrutar también de la oferta cultural de la ciudad que cuenta con espacios de gran interés histórico y patrimonial como el Teatro Romano, el ARQVA o el Barrio del Foro Romano, entre otros. A estos atractivos culturales se suman las múltiples alternativas turísticas como una gastronomía con Estrellas Michelín y Soles Repsol o una playa urbana a la que se llega fácilmente caminando, como es Cala Cortina.
Solo en la cuarta edición del festival, celebrada el pasado mes de julio, por el recinto de la Cuesta del Batel pasaron más de 50.000 personas durante el evento, y generó un impacto económico de 15 millones de euros para el municipio, registrando datos de la ocupación hotelera por encima del 90%.
En definitiva, el Rock Imperium se ha consolidado como mucho más que un festival: es un motor económico, turístico y cultural para Cartagena. Llena escenarios, hoteles y calles, proyecta la ciudad al mundo y refuerza la confianza de sus ciudadanos en sus propias capacidades. Con cada edición, Cartagena demuestra que puede acoger grandes eventos sin perder su esencia histórica y que la música, junto con la cultura, la gastronomía y el sol, se ha convertido en una poderosa carta de presentación.