Casi sin darnos cuenta, Cartagena se ha convertido este verano en un escenario continuo. Una ciudad donde la música no se apaga, sino que enlaza conciertos, festivales y emociones como si formaran parte de una misma melodía. Y esa banda sonora, además de alimentar el alma, está llenando hoteles, terrazas y cajas registradoras.
Primero fue Rock Imperium, con sus cuatro días de guitarras afiladas y una energía difícil de olvidar. Después llegó Cartagena Suena, con el magnetismo de Arde Bogotá atrayendo a miles de personas, muchas de ellas de fuera. Y ahora, en apenas unos días, La Mar de Músicas volverá a inundar la ciudad con sonidos del mundo, miradas nuevas y una ocupación hotelera que ya apunta alto.
Un verano con cifras y sabor a récord
Entre Rock Imperium y Cartagena Suena, han pasado por la ciudad cerca de 90.000 personas. La estimación para La Mar de Músicas, que arranca el próximo 18 de julio, es de al menos 40.000 más. Solo entre los dos eventos ya celebrados, el impacto económico roza los 35 millones de euros:
15 millones generados por Rock Imperium
22 millones por Arde Bogotá, un fenómeno que va mucho más allá del escenario.
Y lo que falta aún por contabilizar.
“Está siendo muy positivo, por supuesto”, reconoce Bartolomé Vera, presidente de la Federación Regional de Empresarios de Hostelería y Turismo (HoyTú). “Rock Imperium ha repetido cifras similares a las del año pasado, y lo de Arde Bogotá ha sido un extra brutal. Con La Mar de Músicas esperamos una ocupación muy similar al año pasado”.
Desde el sector hotelero, el entusiasmo también se nota. Alejandro Paredes, presidente de Agrup-Hotel, afirma que “de momento vamos muy bien. La verdad es que los eventos de Imperium y Arde Bogotá han sido muy buenos. En torno al 90% de ocupación. Las previsiones del verano también son buenas: esperamos superar el 75% en julio y el 80% en agosto”.
Lo que funciona… y lo que aún puede mejorar
Aunque el ambiente ha sido de lo más animado, la restauración no ha vivido el mismo boom que los hoteles. Así lo señalaban desde Hostecar, patronal de hostelería:
“A pesar de la moderada actividad registrada en bares y restaurantes, los hoteles y alojamientos turísticos sí han rozado el lleno en la mayoría de los casos durante el Rock Imperium. Esto refleja que, aunque el impacto en la restauración ha sido limitado, el evento ha generado una importante afluencia de visitantes que ha beneficiado al sector hotelero”.
Además, desde Hostecar insisten en algo que muchos comparten: la necesidad de mejorar la conexión entre grandes eventos culturales y el comercio local, sobre todo la restauración. En otras palabras: que la música suene, sí, pero que también se quede a comer.
Con La Mar de Músicas a punto de desplegar su programa, Cartagena mantiene el ritmo alto y el listón más alto todavía. El festival más emblemático de la ciudad -que este año celebra su 30ª edición- no solo es cultura: es ocupación, es consumo, es imagen de ciudad abierta, vibrante, capaz de mezclar rock, vanguardia y sabor local sin perder el compás.
Y es que este verano Cartagena no solo suena: también factura. Y muy bien.