Este pasado martes se produjo una reunión entre los miembros de la Asociación de Empresarios del Polígono Industrial de Los Camachos con Fernando Sarasola, presidente de Heygaz Biomethane, empresa responsable del proyecto de instalación de una planta de biogás en dicho polígono y que ha levantado incertidumbre entre algunos miembros del tejido empresarial y vecinos de la zona. Los asistentes han atendido a las explicaciones de la mercantil encargada del proyecto y ahora, a tenor de las mismas, tomarán una decisión respecto al proyecto. Además, un grupo de vecinos, respaldados por concejales de MC Cartagena (su portavoz Jesús Giménez Gallo) y del PSOE de Cartagena, se manifestaron en contra de la instalación. Los políticos acudieron para apoyar la concentración, que muestra su rechazo a la planta.
Lo que sí está claro es que el proyecto está en fase de autorización ambiental integrada y pese a la polvareda no se conoce todavía el futuro del mismo. La Alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, explicaba pregunta de este diario cuál es la posición municipal y explicaba que hasta el momento se están tramitando, autorizando y construyendo plantas de biogás en toda España, siguiendo una política europea de respaldo a las plantas de ‘valorización energética’ y la Hoja de Ruta del Biogás, aprobada por el Consejo de Ministros del Gobierno de España, que forma parte del Plan Nacional de Energía y Clima.
Recordaba Arroyo que La Comunidad Autónoma está tramitando en este momento la autorización ambiental integrada, “porque es la Dirección General de Medio Ambiente el organismo que autoriza la instalación o no de este tipo de industrias”. Añade la Alcaldesa que conocen que “estas son plantas de última generación, que son herméticas, que no almacenan gas porque inyectan la producción directamente a la red, pero aun así vamos a ser muy exigentes, a reclamar todas las garantías de seguridad y viabilidad ambiental”.
Recordemos que el proyecto, promovido por la empresa Heygaz Cartagena S.L.U., prevé tratar 65.000 toneladas de residuos orgánicos al año. Los promotores lo presentan como una apuesta por la economía circular y la energía renovable. El biogás es presentado como una herramienta clave en la transición energética, ya que permite sustituir los combustibles fósiles y reducir las emisiones netas de CO₂. Al capturar el metano generado por la descomposición de residuos orgánicos, evita que este potente gas de efecto invernadero se libere directamente a la atmósfera, contribuyendo así a la lucha contra el cambio climático.

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☢️ No a la planta de biogás en #LosCamachos
— Jesús Giménez Gallo (@JeGiGa) September 30, 2025
🪧 Esta ubicación es incompatible con vecinos y las empresas que producen en este polígono.
🆘 Como siempre Arroyo avalando lo que es nocivo para Cartagena.#CartagenaArrollada pic.twitter.com/ggKvtD1bv6
Pros y contras
Además, este tipo de plantas, tal y como esgrimen los promotores, ofrece una gestión sostenible de los residuos agroalimentarios y ganaderos, transformando estiércol, purines y restos orgánicos en energía limpia y subproductos reutilizables como fertilizantes. De este modo, fomentan la economía circular y la eficiencia, cerrando ciclos productivos al reintroducir energía y nutrientes que, de otro modo, se perderían, promoviendo un modelo de “residuo cero”.
Subrayan que estos proyectos también generan desarrollo rural y empleo, diversificando la economía agrícola y dinamizando municipios pequeños o en despoblación. A su vez, se alinean con la normativa europea y nacional sobre energías renovables, gestión de residuos y reducción de emisiones, apoyando los objetivos de la Agenda 2030, el Pacto Verde Europeo y las estrategias de descarbonización.
El biogás contribuye a la independencia energética y a la seguridad del suministro, disminuyendo la dependencia de las importaciones de gas fósil, especialmente en contextos de crisis. Por último, sus instalaciones destacan por la innovación tecnológica en ingeniería y eficiencia energética, aportando valor y prestigio al territorio donde se implantan.
Por el contrario, los detractores explican que este tipo de plantas suele generar problemas de salud pública -afecciones respiratorias, insomnio, dolores de cabeza o irritaciones- y provoca pérdida de valor en las propiedades cercanas. Además, explican que la ubicación elegida incumple la recomendación de situar este tipo de instalaciones a más de tres kilómetros de áreas habitadas.