"Ya no podemos hablar de nada, nos dicen que no hablemos de política y ahora todo es política", decía el sacerdote influencer Padre Antonio María. Tenemos la santa costumbre de cubrir con el arco político amplias esferas de la realidad. No llegamos al punto estadounidense de barnizar con tintes ideológicos hasta el tipo de café que tomamos pero utilizamos con intereses políticos al poder judicial y los casos juzgados por los tribunales emanados de ese estamento. Lo estadista sería mantenerse al margen, no usar los elementos judiciales como arma arrojadiza.
"Cuánta gente está criminalizando a Oltra sin que el juez haya declarado veredicto alguno"
Estoy hasta el gorro de que no dejen tranquilo a los jueces y magistrados. Bañados en un profundo puritanismo los políticos condenan a los sospechosos antes de que se demuestre lo contrario. Cuánta gente está criminalizando a Mónica Oltra sin que el juez haya declarado veredicto alguno. Que existen indicios de su culpabilidad, sí, pero los indicios no dejan de ser sospechas, y las sospechas no son más que cavilaciones basadas en la intuición. Los políticos no hacen ningún favor a la separación de poderes inmiscuyéndose en las labores de los tribunales. Les falta paciencia y se dejan llevar por la coyuntura para sacar rédito electoral. No respetar el sistema de poderes constituye el mayor atentado contra nuestra democracia. No se libra ninguno, ni de izquierdas ni de derechas. Los hay que de manera sibilina aseguran respetar la presunción de inocencia mientras exigen la asunción de responsabilidades. Permítame que insista, pero el grado de implicación en el caso lo determinará un juez, no el político de turno. También hay dirigentes más escandalosos que prefieren humillar todavía más al investigado y se atavían con camisetas estampadas con su figura . No hace falta ser un genio para saber a quién me refiero.
"Apartad vuestras manos de la justicia, dejad trabajar a los jueces"
Ese es el problema. Que estuvo igual de mal meterse en las competencias de los jueces en el caso de Francisco Camps que en el juicio a Mónica Oltra. Luego pasa lo que pasa, que absuelven al susodicho y tienes que comerte tus palabras y vender la camiseta. No me refiero sólo a los dirigentes, también a los medios de comunicación. Arcadi Espada narró en Un buen tío la persecución emprendida por el El País con más de 100 portadas en las que dejaba caer la culpabilidad del expresidente. ¿Quién le va a devolver a este señor la honorabilidad perdida? ¿Qué vamos a hacer con el buen nombre de Mónica Oltra si el magistrado le exime de todos los cargos? Es evidente que todo político que sea imputado debe dimitir de su puesto por mínima higiene democrática pero, sin embargo, no se debe aprovechar la circunstancia para librar cacerías políticas. No sería una locura albergar la esperanza o el ruego de que se produjese una aceleración en los juicios que afecten a cargos públicos para evitar ese tipo de situaciones. Propiciando así, quizás, mecanismos procesales con los que suspender temporalmente del cargo a los investigados y su restitución a posteriori en el caso de que se resuelva favorablemente. Eso, claro está, sería posible en un sistema en el que la justicia fuese más ágil y eficaz. Desgraciadamente, como destaca Juan Mora-Sanguinetti en su libro La factura de la injusticia, el estamento judicial en nuestro país es lento, caro y de mala calidad.
Es triste contemplar cómo los que se denominan demócratas no respetan la división de poderes. Apartad vuestras manos de la justicia, dejad trabajar a los jueces.