Tras el famoso ritmo de expansión del primer semestre del año, la economía debía ralentizarse inevitablemente, pero la magnitud de la ralentización es algo más pronunciada de lo esperado. Dado que el avance de la actividad en septiembre fue particularmente débil, es plausible que parte de la ralentización se deba a la elevada incertidumbre existente en ese momento, ya que las empresas y los hogares especulaban sobre posibles cambios fiscales antes de los Presupuestos.
Dicho esto, también es posible que se trate simplemente de la volatilidad mensual normal y no de algo más profundo. En cualquier caso, el presupuesto terminó impulsando en cierta medida el crecimiento y la inflación para 2025, por lo que, en ese contexto, estos datos probablemente no cambien mucho las ideas del Banco de Inglaterra. Seguimos esperando una mayor relajación progresiva, y que la próxima bajada de tipos se produzca a principios del año que viene.