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EL PASICO DEL APARECIDO / OPINIÓN

Los populares y los tres samuráis

3/04/2021 - 

CARTAGENA.  La negociación con los tres samuráis procedentes de Vox para conformar el Gobierno regional, en la que los populares habían impuesto el tranquilo ritmo que los ajedrecistas llaman gioco piano, se aceleraron a raíz de que se rumorease que a los mayoritarios les resultaba inaceptable reducir el programa de Cultura a proteger la tauromaquia, la caza y la pesca deportiva, proyectos que sería más natural ubicarlos en otras consejerías. Cundió la alarma de que se arruinase el pacto bajo la inoportuna presión, a la que no fue ajena Murcia Plaza, y ambas partes se esforzaron en dar con alguna solución, aunque solo fuese parcialmente satisfactoria. La tensión duró hasta que el miércoles los populares decidieron que cabría aceptar a Campuzano como titular de Cultura siempre que los samuráis renunciasen al programa de Vox y aceptasen el del PP. Esa suerte de empate encaminó, como antes, los proyectos culturales hacia el patrimonio monumental, la pintura, la música, el teatro y, en general, las venerables siete bellas artes, actualizadas convenientemente. Asunto resuelto.

Pasaron entonces los negociadores a evaluar la posibilidad de segregar Educación de Cultura, una idea de la que había precedentes en nuestra región y gustaba a los populares, pero a la que los tres de Liarte se negaron de forma tajante (no en vano los capitaneaba un samurái). De nuevo hubo que recurrir al truco de aceptar a las personas, pero no sus programas de origen. Primer caído en combate: el cheque escolar. En efecto, solo sería factible aplicarlo en un sistema completamente liberal, en el que todos los centros de enseñanza fuesen privados  y no hubiese centros estatales ni concertados. O sea, eliminar los públicos.

"Implantar el cheque escolar en el sistema actual conduciría a la inmediata desaparición de los centros concertados"

Puede sorprender que incluya a los centros concertados en la red pública, pero resulta imprescindible cuidar el léxico propio  en vez de aceptar mansamente la jerga del competidor. Siempre que oiga hablar de enseñanza (o sanidad) "pública y gratuita", un buen socio-liberal debe entender que están hablándole de enseñanza "estatal y con cargo a impuestos". Como nada hay gratuito, excepto el amor y la amistad, solo cabe decidir si el servicio lo pagará el usuario, como en los centros privados, o lo pagará el contribuyente, como en los centros estatales y los concertados. Si la enseñanza pública fuese gratuita sería absurda la frecuente petición sindical de incrementar las dotaciones para mejorarla (de hecho suele llevarse uno de cada cuatro euros  del presupuesto). Lejos de ser gratuitos, los servicios públicos son bastante caros, pero hay que mantenerlos si queremos seguir viviendo en un Estado del bienestar, remedio muy eficaz contra las revoluciones totalitarias de uno u otro signo. Si los servicios públicos fuesen verdaderamente gratuitos, los ciudadanos se ahorrarían más de la mitad de los impuestos que pagan y los consejeros de Hacienda se quitarían un gran preocupación de encima, pero nada de eso ocurre.

Como decimos, los centros concertados forman parte de la red  pública porque reciben cuantiosas subvenciones estatales a cambio de atenerse a las mismas normas de admisión de alumnos que los centros estatales y de  encargarse de construir sus propios edificios, lo que se traduce en un ahorro para el contribuyente. La principal diferencia es que los estatales están a cargo de funcionarios, tanto en lo que se refiere a las tareas directivas como a las docentes, mientras que esas tareas se han externalizado en los concertados. Y tampoco se crea la consigna de que los concertados están en manos de empresarios deseosos de lucrarse con la enseñanza, pues la inmensa mayoría dependen  de órdenes religiosas tradicionalmente dedicadas a enseñar o de cooperativas de profesores, que se dotan así de su propio empleo sin depender de la oferta estatal. Los verdaderos empresarios fundan centros privados, pero ni siquiera a ellos suele moverles principalmente ganar dinero, que otras ramas del mercado son mucho más rentables. Hay gente a la que le gusta enseñar, ¡qué vamos a hacerle!

Tampoco ocurre que los concertados sean asunto "de las derechas". Fue un gobierno del gran presidente socialista Felipe González el que los instituyó, y Santiago Carrillo, el dirigente eurocomunista cuyo pacto por la libertad y política de reconciliación nacional apoyé, también lo tenía claro: "Son centros públicos todos los sostenidos con fondos estatales". Ahora bien, la red pública debe estar planificada y no cabe que los concertados proliferen incluso donde no hagan falta puestos escolares, ni cabe privar a los centros estatales de la financiación suficiente para enseñar con calidad. Pero esa es otra historia y ahora revenons à nous moutons, la forma afrancesada de invitarnos a volver a lo nuestro.

Implantar el cheque escolar en el sistema actual conduciría a la inmediata desaparición de los centros concertados, que pasarían a privados al perder todas las subvenciones estatales, y situaría al gobierno en la tesitura de financiar los centros estatales aunque no recibiesen alumnos o cerrarlos sin más. Imposible sin una completa revolución liberal, a lo que el PP no está dispuesto. No le queda otra: lo estatal ha gozado y goza de tanto apoyo en España, del franquismo al comunismo, que un partido completamente liberal jamás ganaría aquí unas elecciones. Incluso Cs tuvo la precaución de enmarcarse en el liberalismo progresista, es decir en el mismo campo socio-liberal en el retozan el PP y el PSOE, aunque el PP sea un poco más liberal que socialista y el PSOE un poco más socialista que liberal. Solo Podemos quiere jugar fuera de ese campo y saltar al comunista o socialista radical, que viene a ser lo mismo.

Una vez aceptado el programa cultural del PP, postergado el cheque escolar, y previsto combinar la enseñanza estatal con la concertada, solo quedaba por perfilar el asunto del 'pin parental', al que llegaremos en el próximo pasico. Mientras tanto notemos que el acuerdo vigente significa, en esencia, que en el gobierno de Miras entrarán personas procedentes de Vox, pero no las políticas de Vox. Así lo han aceptado los propios samuráis y lo ha confirmado Antelo, representante oficial de Vox, al desligarse de las políticas del gobierno de Miras y pedir elecciones de inmediato. Lo ratifica el hecho de que el equipo educativo de Campuzano siga siendo el que ya trabajaba durante la etapa anterior, con María Luisa López, que ya colaboró con gobiernos monocolor PP, como secretaria general. No es la menor virtud de ese pacto haber demostrado que el programa máximo de Vox era tan inaplicable como útiles las opiniones e informaciones periodísticas.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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