MURCIA. En el marco del Día Mundial del Ictus, que se ha celebrado este viernes, el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM) recuerda la necesidad de una intervención rápida de los equipos multidisciplinares, incluyendo a los fisioterapeutas, en personas que han sufrido un accidente cerebrovascular (ACV).
"Existe evidencia científica de que, tras sufrir un ictus, la inmediatez en el comienzo del tratamiento va a ser esencial para la recuperación de estos pacientes con las mejores garantías", indica la presidenta de la Comisión de Neurología del CPFCM, Ana Herrero de Hoyos.
El ictus es una enfermedad que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. El 40 por ciento de las personas afectadas sufren consecuencias que dificultan su calidad de vida y afectan a su actividad diaria, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Los pacientes que sobreviven a un ictus suelen padecer secuelas físicas relacionadas con la movilidad, como la espasticidad, u otras relacionadas con la visión o el habla, así como trastornos del ánimo.
Por ello, los programas de rehabilitación consisten en la aplicación de técnicas de terapia física, ocupacional y de logopedia, según el tipo y grado de discapacidad. Así, se forman equipos multidisciplinares compuestos por neurólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas y neuropsicólogos. El fisioterapeuta interviene cuando existe alteración motora.
La fisioterapia neurológica combate los síntomas producidos por el ictus, como la pérdida de movimiento (manos, brazos, piernas), espasmos, debilidad muscular, pérdida de sensibilidad, alteraciones de la marcha o afectación al sistema respiratorio. "Se utilizan numerosas técnicas diferentes, principalmente físicas, para minimizar las secuelas, mejorando el control motor y la actividad muscular, y la función respiratoria cuando es necesario", señala Herrero.
Así, el tratamiento fisioterápico se centra en minimizar el deterioro motor y funcional, haciendo especial énfasis en la recuperación del movimiento perdido. En una primera etapa, los objetivos se centran en recuperar la fuerza y resistencia muscular; evitar rigideces articulares; controlar el dolor; mejorar el control postural; recuperar la movilidad de las extremidades afectadas y reeducar el equilibrio y la marcha.
Por último, desde el CPFCM recuerdan que la familia y el entorno social del paciente, como cuidadores y amigos, tienen una participación activa dentro del proceso de neurorehabilitación. "Pasan a formar parte de alguna manera del equipo multidisciplinar. Nuestro consejo es que se formen con esos equipos. El manejo de cada paciente y el abordaje va a ir en consonancia con el grado de afectación. Entre todos vamos a buscar la mejora de su calidad de vida y que se sientan plenamente integrados con las posibles secuelas, que puedan perdurar en el tiempo", concluye Ana Herrero.