MURCIA. Los colegios mayores universitarios de la Región se han blindando contra la covid y han puesto en marcha unos planes de contingencia que hacen que les parezca "impensable" que se produzcan situaciones como la de la residencia valenciana Galileo Galilei, donde el contagio a raíz de una fiesta ibicenca obligó a cerrar la Politécnica de Valencia y dejar sin clases a más de 20.000 alumnos. Es más, los centros murcianos consultados destacan el comportamiento responsable de la mayoría de los residentes -frente al 'sanbenito' que se les ha colgado a raíz de casos registrados también en Granada o Salamanca- en unas instalaciones que, hay que recordar, se convierten en su hogar durante todo el curso.
Así lo sostiene Rafael Castillo, adjunto a la dirección del colegio mayor Azarbe de Murcia, el más antiguo de la Región y dependiente de la Universidad de Murcia, quien quiere "romper una lanza a favor de los colegiales" -al menos de los suyos, dice-, quienes "respetan las normas y están siendo un ejemplo de comportamiento". En este centro cuentan, además, con la colaboración de los estudiantes más antiguos, que "quieren al colegio y tienen una mayor madurez para ayudar a los nuevos a concienciarse".
"Hemos adaptado toda la vida del colegio a la pandemia", explica el adjunto a la dirección del Azarbe, que de momento no ha registrado ningún positivo entre sus alumnos. Pero si se diera el caso, este año todas las habitaciones son individuales y con cuarto de baño para que se pueda cumplir la cuarentena, lo que ha obligado a recibir menos estudiantes (en total 107). Incluso un piso reservado a modo de hotel para profesores, se ha dejado vacío por si hiciera falta ante una incidencia. El plan de contingencia que se elaboró ya en mayo incluye la adaptación de espacios comunes y la creación de otros nuevos; las restricciones de aforo en el comedor -mesas de dos y con una mampara de por medio- y en el resto de lugares comunes como es gimnasio, las salas de estar o el patio; la entrada sólo de las personas del colegio; puntos de hidrogel y, por supuesto, el uso obligatorio de la mascarilla; y la prohibición de reuniones en habitaciones (en los espacios comunes, pueden estar en grupos de seis). Como medida de control, se han reforzado los rondas nocturnas.
Si hubiera una fiesta o una reunión de demasiada gente, Rafael Castillo no concibe que pudiera pasar desapercibida. Es por ello, que considera que los casos que se han registrado en otras ciudades son "anomalías" que no se tenían que haber producido con la vigilancia y actuaciones oportunas. Y recuerda que los colegiales son conscientes de que infringir estas normas conlleva la apertura de un expediente. También considera interesante que los jóvenes estén buscando nuevas formas de ocio alternativas ante la supresión de determinadas actividades. "Están preparando un programa de radio, por ejemplo", señala.
Por otra parte, Domingo Alcaraz Candela, director de las residencias universitarias de la Universidad Politécnica de Cartagena, explica a Murcia Plaza que en el actual curso sólo está funcionando la de Alberto Colao, con 90 residentes (aunque cuenta con 160 camas), mientras que la Calle Caballero (27 plazas) está cerrada. El curso pasado estas dos residencias acogieron a un total de 175 estudiantes. Hay que tener en cuenta que ha habido menos demanda, debido a la semipresencialidad y a la situación generada por la pandemia, pero también que en Alberto Colao se ha dejado una de las cinco plantas vacías por si hubiera que aislar a algún residente. Todas las habitaciones son individuales.
Además del protocolo marcado por las autoridades sanitarias, el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la UPCT ha adaptado los espacios de uso común, como las salas de estudio (con un aforo máximo de 29 estudiantes, la mitad de lo normal) o el comedor (27 comensales ante los 70 que acogía antes de la pandemia). En este sentido, el director de la residencia indica que "tenemos alumnos de todos los centros y los horarios son dispares. Hemos conseguido que los chicos respeten el aforo y están muy organizados. Con su colaboración no está siendo necesario utilizar los turnos. Está funcionando bien". También se han establecido dos turnos de seis personas en el gimnasio y los baños compartidos están limitados a dos personas.
Además, Domingo Alcaraz señala que "este año hemos prohibido la entrada a visitantes, cuando antes podían recibir visitas durante el día o venir algunos profesores o estudiantes a comer. Este curso se limita a dar alojamiento y manutención a los residentes". Es por ello, que también se ha cerrado el salón de actos, no se permite el acceso a la sede de UMAY (la asociación de Alumnos de la Universidad de Mayores) y se han cancelado los ciclos de cine.
Respecto al riesgo de que se celebren fiestas, Alcaraz apunta que "tenemos reuniones con los estudiantes cada dos semanas y estamos permanentemente en contacto con ellos. Yo vivo aquí. En los espacios abiertos pueden estar con las limitaciones establecidas: seis personas. Este año, por ejemplo, hemos eliminado la fiesta de Navidad".
Unas medidas que parece que dan resultado, ya que de momento tampoco se ha registrado ningún positivo en este colegio. Lo más importante, es que para concienciar a los jóvenes de la importancia de cumplir las normas "hablamos con ellos directamente". Además, el director de la residencia anuncia que "los próximos días les vamos a ofrecer que se hagan test rápidos serológicos que detectan anticuerpos totales en relación con el virus causante de la covid-19, al igual que se están haciendo de forma voluntaria profesores y personal de administración y servicios de la UPCT".
"Son adultos y responsables. Lo que más le repetimos es que deben cumplir las normas para no poner en riesgo a sus familias y a su entorno", asegura el director del Alberto Colao.
También satisfecho con el comportamiento de sus residentes se encuentra José Vicente Ros, director de la residencia femenina Oblatas de Murcia, donde se alojan 78 chicas, todas ellas en habitaciones individuales con baño, lo que facilitaría un posible confinamiento. Destaca el incremento del número de horas de limpieza en las zonas comunes y puntos de contacto, además de las alfombrillas desinfectantes, dispensadores de hidroalcohol y la toma de temperatura dos veces al día a las estudiantes. Las propias chicas desinfectan los espacios comunes donde han estado. Además, la residencia dispone de test rápidos serológicos.
Cuenta José Vicente Ros que se han dispuesto aforo máximos en las zonas comunes como el comedor -se oferta desayuno, comida y cena todos los días de la semana- y que se le está sacando un gran partido a los jardines con los que cuenta el centro, que es donde se puede llevar a cabo las tertulias entre grupos de seis chicas. Tampoco a esta residencia pueden acceder personas que sean ajenas a la misma.
De momento, aquí tampoco se ha producido ningún caso de coronavirus, aunque una chica tuvo que guardar diez días de cuarentena por haber mantenido contacto con un positivo (finalmente, dio negativo) y otras dos también se aislaron por presentar unos síntomas que finalmente tampoco fueron de coronavirus. Añade que existe un protocolo de actuación que se sigue a rajatabla con la más mínima sospecha.
Igualmente, José Vicente Ros señala que la recomendación es que las estudiantes no frecuenten otras habitaciones, aunque señala que "son adultas, mayores de edad y tienen sentido común", al igual que recuerda que la residencia "no es una cárcel", que existe un ambiente familiar y que como en toda familia se forman pequeños grupos de convivientes.