EMPRESAS Y SOCIEDAD 4.0 / OPINIÓN

Los analfabetos del trabajo en remoto: trabajar desde casa pude incrementar tu estrés

24/04/2020 - 

Gestionar el tiempo trabajando desde casa, en confinamiento, se ha convertido en un reto entre frustración y aumento del estrés por la multitarea.

Hablo de multitarea porque implica gestionar, en el mismo lugar (y a veces en el mismo tiempo),  la convivencia de varias esferas de la vida de una persona: familia y necesidades de niños, hobbies, trabajo, rutinas, e higiene. Nunca sabemos en  qué momento aparecen necesidades y exigencias de uno u otro ámbito, siendo en muchas ocasiones simultáneos, y dando la sensación de estar en primera línea de guerra, entre fuegos cruzados.

Gestionar la ‘secuencialidad’ de las tareas se torna más difícil cuando muchas, o todas, pueden aparecer a la vez y sin previo aviso: la sensación de intrusión puede ser agobiante. Y la percepción de control de la situación es mínima, lo cual incrementa la frustración como emoción más presente y duradera a lo largo del día.

Y esa frustración se multiplica por ‘n’ ya que en los hogares españoles, habitualmente de entre 80 y 90 metros cuadrados, conviven tres o cuatro personas que, en el mismo momento, tienen que usar un terminal para conectarse y hablar desde la misma habitación que suele ser el salón. Imagine el amable lector a una familia media española donde padre y madre trabajan desde casa, cada uno con su ordenador, y tienen a la parejita de hijos, cada uno con su necesidad de conectarse para recibir clases online desde el colegio: todos entre las 11 y 13 del mediodía.

Las viviendas españolas no son oficinas de mesas calientes. Tampoco centros de negocio con despachos al uso. Si esta tendencia se mantiene, tal vez tengamos que volver a plantear la construcción de viviendas grandes y con muchas habitaciones, como era antaño. O volver a vivir al pueblo y las zonas rurales.  

Pero estos no son los principales impedimentos que ha puesto de manifiesto la situación de confinamiento por Coronavirus. Lo que realmente afloró a la superficie, son varios niveles de analfabetismo con los que  la sociedad española tiene que lidiar:

El primero de todos, pero también el más visible y fácil de superar es el analfabetismo tecnológico. Aprender a usar eficazmente plataformas de trabajo colaborativo online es algo que no tenemos más remedio que aprender, aunque por otro lado disponemos, ahora más que nunca, de mucho tiempo para lograrlo. Esto ha venido para quedarse: es más, la situación ha provocado que en muchas empresas, lo que la mayoría hubiera criticado, resistiéndose en condiciones normales de trabajo, se ha convertido en un recurso demandado y comúnmente aceptado.

El otro es el analfabetismo de la autodisciplina. Muchas personas necesitan la fisicidad, el contacto humano y el compartir con otras personas el mismo lugar y tiempo para contagiarse de la motivación de otros. Lo necesitan hasta niveles insospechados, para ser mínimamente productivos.  Bien sea por las razones expuestas al principio, o bien porque trabajar en remoto implica hacerse uno responsable de unas entregas cuyo bulto no puede escurrir a través de quejas y justificaciones. La falta de firmeza y regularidad de dedicación está siendo en la actualidad el principal impedimento. Y suele serlo una vez superada la barrera del analfabetismo tecnológico.

A partir de este punto hay otros dos analfabetismos más sutiles y silenciosos, de los que veremos los efectos en los próximos meses, conforme esta situación de trabajo desde casa se estabilice y se convierta en norma para muchos. Se trata del analfabetismo relacional y del analfabetismo emocional:

El analfabetismo relacional tiene que ver con la dificultad de mantener relaciones productivas, plenas y satisfactorias con el resto del equipo de trabajo. Funcionar en remoto implica una re-estructuración de la manera de comunicar. Se pierde la fisicidad y, en ocasiones, también la parte no verbal. El tono de voz, las pausas, los intercalares, la muletillas, ayudan a la comprensión mutua. Por no hablar de los gestos: explicarse adecuadamente, siendo precisos, específicos y concretos, no es una habilidad muy extendida en la población. Los malos entendidos se pueden multiplicar; por no hablar de que la distancia incrementa la influencia de prejuicios, anticipaciones erróneas, faltas de información y falacias cognitivas. Todo ello puede poner en alto riesgo la productividad de las personas y equipos humanos, además de comprometer muchas relaciones profesionales si no se gestionan adecuadamente.

El último es el analfabetismo emocional: si bien puede estar presente a lado de cualquier otro analfabetismo anterior, también puede ser la consecuencia de todos ellos. Al inicio de este artículo, hablábamos de mucha frustración. Esa frustración puede provocar una tendencia a la solución fácil, incrementar la sensación de presión y aumentar las prisas. Y las prisas pueden inducir a más errores. Piensa lo fácil y liberador que es darle al envío de un mensaje cuando estamos enfadados. Y piensa también en el poder destructivo de ese mensaje en la modalidad a distancia. Y de como las peleas y los conflictos se tornan más violentos y difíciles de reconciliar en los grupos de watsapp, por ejemplo. En remoto tenemos mucha más facilidad para alterarnos, y mayor dificultad para regularnos, así como cuando conducimos un coche. Y esto suele ocurrir con mayor frecuencia: en definitiva, muchas personas se encuentran más enfadadas y con mayor frecuencia. La falta de fisicidad pone a muchas personas más nerviosas, impacientes e irritables. Contenerse y autorregular las propias emociones para esperar antes de enviar un e-mail y volverlo a leer, por ejemplo, va a ser mucho más difícil que el hábito de morderse la lengua, típico de las situaciones presenciales.

Por esta razón, aprovechando el confinamiento, ofrezco la posibilidad de acceder de forma gratuita al primero de los cuatro módulos del curso online Organización Personal y Gestión del tiempo.


Roberto Crobu es psicólogo 

@robcrobu

www.optimacoaching.es 



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