como ayer / OPINIÓN

Los 90 años del Orfeón Fernández Caballero

19/01/2023 - 

MURCIA. Cuando llegue el mes de junio, con todos sus calores, el Orfeón Fernández Caballero alcanzará la condición de nonagenario. 90 años es una edad más que respetable para cualquier entidad, y lo es, desde luego, para una agrupación musical que ha pasado, a lo largo de estos años, por la II República, la Guerra Civil, el Régimen de Franco y la Monarquía Constitucional, y todos los vaivenes políticos, sociales y económicos acaecidos a lo largo de esos nueve decenios.

La fecha fundacional oficial es el 4 de junio, aunque la prensa no se hizo eco de la importante novedad local hasta varios días después, y en concreto el 20 del mismo mes, cuando ‘El Tiempo’ anunció que 'la intensa labor que unos jóvenes entusiastas de la música vocal-orfeónica venían realizando ocultamente', había dado fruto con la creación de una entidad de cultura musical, bajo la gran figura, 'gloria de Murcia y de España', de Fernández Caballero, insigne compositor murciano fallecido en 1906.

Arrancó el Orfeón con algo más de 50 voces mixtas, siendo su primer presidente Ángel Ramírez Escolar y su director Antonio Sancho Sanfeliú, que contó con Antonio Acosta Raya como subdirector.

La fecha fundacional oficial es el 4 de junio, aunque la prensa no se hizo eco de la importante novedad local hasta varios días después, y en concreto el 20 del mismo mes

El mismo periódico, abundando en el asunto, señalaba dos cuestiones relevantes: la una, que era ya hora de que Murcia, como tantas ciudades importantes, contara con una masa coral, y recordaba que no era el primer intento que se hacía para lograrlo; la otra, que de este modo se rendía homenaje al maestro murciano, uno de los padres de la zarzuela, a quien se debía un monumento en la plaza de Romea, presidida por el teatro que fue escenario de sus éxitos.

Respecto del primer asunto, resulta de sumo interés el documentado trabajo de Enrique Encabo ‘Actividad orfeonística en Murcia (1867-1933): de la Sociedad Filarmónica al Orfeón Murciano Fernández Caballero’, un recorrido por la historia de las masas corales que precedieron a la que es objeto de estos ‘ayeres’.

Como ya se apunta en el título, la primera iniciativa se encuentra en el Orfeón de la Sociedad Filarmónica, cuya actividad se inicia con el concierto ofrecido el día de San José de 1867, tras solo un mes de ensayos previos, con 60 coristas y la dirección de Antonio López Almagro, otro notable músico y compositor murciano de la época, coetáneo de Fernández Caballero, que llegó a ser profesor de armonio en la Escuela Nacional de Música y Declamación de Madrid, actual Real Conservatorio Superior de Música de la capital de España.

Sin embargo, en 1869, la Sociedad Filarmónica se integró en el seno de ‘La Juventud’, una asociación radicada en la calle Lucas (hoy Radio Murcia), que tenía como objeto 'dar instrucción a los hijos del pueblo y a la juventud estudiosa murciana', a cuyos efectos impartía en su sede primeras letras y solfeo. Joaquín Codorniú fue presidente de ‘La Juventud’, como lo había sido antes de la Filarmónica, y López Almagro siguió al frente de la sección coral, lo que no impidió que a partir del año 1870 la actividad orfeonística vinculada a estas de fines filantrópicos desapareciera.

El siguiente hito, siguiendo siempre al referido Encabo, sería la Sociedad Fernández Caballero, de 1892, impulsada por el Casino y dirigida por el maestro Antonio Ramírez, progenitor de Emilio Ramírez, otro histórico compositor de nuestra tierra y autor del Himno a Murcia, al que puso letra Pedro Jara Carrillo.

Esta iniciativa tendría continuidad a partir de 1901 y a raíz de la visita de los catalanes Coros Clavé, cuando Ramírez reactiva el Orfeón y obtiene un sonado éxito con sus interpretaciones  del Stabat Mater y el Miserere a la entrada de las procesiones del Perdón y del Santo Entierro de 1902, lo que no impidió que se disolviera pocos meses después, anticipando la defunción de su creador a final de año.

La siguiente intentona estuvo a cargo del Círculo Católico de Obreros,  fundado en 1892 y asentado en el noble caserón de la calle de San Nicolás donde hoy se encuentra la Residencia María Inmaculada, cedido por su propietario Mariano Palarea. Además del Orfeón del Círculo Católico, fueron activos en estos años los grupos corales del Seminario de San Fulgencio, la Schola Cantorum del Colegio de San José, el de la Juventud Antoniana y el femenino de la Asociación de Señoras para la Acción Católico-Social.

Aunque la actividad de estos orfeones fue reseñable, su impacto real en la sociedad murciana no lo fue tanto, pues la mayor parte de sus actuaciones se circunscribían a actos y centros católicos.

Finalmente, propiciado en buena medida por la celebración en 1928 del homenaje de la ciudad a Fernández Caballero, conmemoración que sirvió para recordar por parte de la prensa la necesidad de formar un orfeón murciano, nació en junio de 1933 el que recibió, no por casualidad, y no por primera vez, el nombre del acreditado músico, a quien, como queda escrito, su ciudad aún le debía para entonces un monumento que honrase su memoria.

La ocasión de saldar la deuda surgió sólo dos años después de la creación de la masa coral que lleva su nombre, cuando coincidiendo con el centenario del nacimiento del músico se programaron diversos actos, incluida una inauguración ‘provisional’ del monumento en cuestión, con las efigies del compositor y de la fama esculpidas por el insigne José Planes, pero con un falso pedestal camuflado a base de plantas. Y en aquél solemne acto, al que la imprevisión desdibujó no poco, intervino el Orfeón, viviendo una de esas ocasiones que cabe considerar históricas.

Un Orfeón que, nacido en los días de la II República, fue cambiado de nombre de forma involuntaria por un funcionario de la Delegación de Hacienda, a donde el miembro fundador y primer archivero, mi tío-abuelo Abelardo Martínez Rodríguez, llevó el libro de Contaduría para legalizarlo. Al recogerlo no se percató del error, pero cuando repasó la documentación se dio cuenta de que según la diligencia expedida, aquél era el libro de cuentas del Orfeón Largo Caballero, a la sazón, presidente del Partido Socialista y que lo fue posteriormente del Consejo de Ministros. Cosas del subconsciente.

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