Estoicismo para la reconstrucción del paradigma educativo
Se dice que Cenón de Citio, al comunicársele que habían naufragado sus embarcaciones con gran parte de su riqueza a bordo, exclamó: la fortuna quiere que tenga yo mayor libertad para filosofar.
Esta frase es considerada como la primera pronunciada por un estoico. Y es que Cenón fue el fundador de esta escuela filosófica que ha influido en otras corrientes como la logoterapia de Viktor Frankl o la Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis. Por simplificar: nos afecta más lo que nos decimos sobre lo que nos ocurre, que lo que nos ocurre realmente.
¿Hemos visto naufragar nuestras naves en estos momentos? Sin duda alguna. Hemos visto como el modelo educativo sobre el que sustentábamos nuestro sistema, se ha desmoronado por culpa del coronavirus. Y, aunque suene a filosofía del todo a cien, si nos dejamos influenciar por el victimismo, poco o nada podremos hacer con esto.
Por suerte para nuestros alumnos, la comunidad educativa en general decidió hacer algo y salir adelante cada uno como buenamente pudo, con sus aplicaciones, sus correos y su ímpetu por mantener al alumnado motivado. Creo que ese es el valor más importante que hemos transmitido a nuestros alumnos estos meses. La fortuna ha querido, sin embargo, que tengamos tiempo para filosofar. Que pensemos cuáles son las opciones que tenemos a partir de ahora.
En el pensamiento popular siempre ha estado la idea de que la forma en la que se desarrolla la educación, que incluye no sólo las dependencias donde esto se hace, sino también las actividades de enseñanza-aprendizaje, necesitaban una revisión y una serie de cambios. Ahora, la vida quiere que tengamos tiempo para filosofar. ¿Tendremos tiempo para ello?
Podría usted argumentar que la filosofía clásica es demasiado arcaica como para ayudarnos en estos momentos: recuerde que Marco Aurelio, que además de emperador romano también fue un filósofo estoico, también vivió una pandemia. Una forma de viruela que se transmitía fácilmente a través de los estornudos y la saliva.
Imagine que ellos también se tuvieron que reconstruir. Y hacerlo a través de un pensamiento estoico, con vistas a la educación supondría recordar de nuevo a Cenón, que nos dejó la siguiente frase: Cuando pones fe, esperanza y amor, juntos puedes criar niños positivos en un mundo negativo.
Y es que el estoicismo no es una filosofía del “me da todo igual” sino que es una filosofía pragmática que lo que busca es que tengamos una buena vida, atendiendo a los sentimientos positivos, que nos hacen crecer y entendiendo que los negativos están ahí, pero que nos afectarán tanto como dejemos que lo hagan.
No me dirá que la frase de Cenón no es adecuada para los tiempos que corren. Necesitamos niños positivos para este mundo negativo de crisis que nos quieren imponer. Niños y adolescentes que sepan que ese positivismo no es el positivismo del flowerpower que hasta ahora había inundado las redes sociales. Un positivismo de saber que se puede avanzar sobre la base del trabajo duro, la fe en las personas y sabiendo que sus maestros y profesores estaremos ahí para guiarlos en su aprendizaje.
Espero que eso pueda ocurrir y que, sobre todo, aprendamos de los sectores políticos que tan mal se han organizado para ponerse de acuerdo, y nosotros sí podamos hacerlo… si esa clase política nos lo permite.
Francisco Mateo es doctor en Ingeniería y doctorando en Ciencias Sociales y de la Educación. Profesor universitario y de Formación Profesional.