BRUSELAS. El otoño del Año I d.C. -después de la covid- no iba a ser distinto de los dos anteriores ni de los que le siguieron. La SextaOla había llegado con fuerza, reviviendo los primeros meses de la pandemia, cuando las UCI’s comenzaban a llenarse de nuevo. La virulencia no era comparable, pero el miedo acechaba ante lo desconocido, ante la nueva variante Delta Plus, ante el efecto de la tercera vacuna y ante la respuesta de los vacunados.
Todos estos interrogantes, pero, no eran fueron nada ante las respuestas que Gobiernos y población dieron frente a los negacionistas que seguían sin vacunarse, pese a que la pandemia seguía sin remitir. Esta vez eran los no vacunados los que ingresaban en los hospitales, pese a las recomendaciones de los gobiernos del Territorio-Europa y las facilidades que desde los servicios públicos sanitarios se ofrecía a los ciudadanos europeos.
No sería hasta 2030 cuando se impondría la vacunación obligatoria al nacer mediante chip. Fue el momento de esplendor de la GranFábrica, cuando enarboló su victoria global. Su ausencia en la inauguración de la Conferencia Climática de Glasgow de 2021 fue determinante para su hegemonía en la economía mundial. Y, mientras seguía su expansión, Europa se cerraba en sí misma.
Aparecieron grupos disidentes que se revelaron contra el eHealth Passport. Los gobiernos de la Unión comenzaron a discriminar a sus súbditos, distinguiendo entre los vacunados y los no vacunados. El derecho a deambular, a trabajar, a entrar en espacios públicos y privados fue recortado para la población que se resistía a vacunarse contra la covid-19.
Países Bajos, Alemania y Austria fueron los primeros en prohibir su acceso al trabajo. Previamente, otros países como Bélgica ya obligaban a mostrar un documento covid de vacunación o prueba pcr/antígenos para acceder a los espacios cerrados. Hacer la compra, tomar un café, subir al bus eran actividades prohibidas para una parte de la población, los disidentes, los que se resistían a vacunarse y a los que se llamó negacionistas.
A ellos se unieron los ninis, jóvenes que “ni estudian, ni trabajan, ni reciben formación”. El Tribunal de Cuentas de la Unión alertó de que las actividades financiadas por el Fondo Social Europeo (FSE) seguía teniendo dificultades para llegar a las personas desconectadas del mercado laboral. “Es probable que no se alcancen algunas metas, como la de Europa 2020 destinada a reducir el número de personas en riesgo de pobreza o de exclusión social en la UE y que la pandemia de la covid-19 ha agravado”. Fue otra señal de alarma para la revolución populista que precedió al CaosPrevio.
Fue entonces cuando el astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA), Matthias Maurer, se unió a los de la NASA -Raja Chari, Tom Marshburn and Kayla Barron- para viajar a la estación espacial internacional“SpaceX Crew Dragon”. Conocido como el Crew-3, despegarían de la central espacial en Florida para investigar durante seis meses mientas daban vueltas a la órbita espacial. Mathias escogió el nombre para la misión, Cosmic Kiss, en una clara declaración de amor al espacio estelar. Llevaban el pasaporte covid.
-¿Recuerdas aquella excursión, David? Fue la primera que salió a buscar litio a otros planetas. En principio, no se dio publicidad al verdadero objeto de la misión. La guerra de los semiconductores fue especialmente cruenta y los países desarrollados habían esquilmado las reservas de minerales necesarios para seguir con la descarbonización de la industria. El mundo digital necesitaba una nueva Revolución Industrial.
-En esas estamos, Laura. Sigo con las revueltas de los eRobots en la mina del Territorio-Anatolia. Es de las últimas que quedan en el planeta tierra, 50 años después de aquella misión al espacio fallida. Aún llegarían otras, con nuevos virus a bordo. Espero verte pronto en la vida real. Por ahora, te mando un beso con mi holograma.
Con todo ello lidiaba el Territorio-Europa en el Año I de la pandemia, mientras su presidenta visitaba una pequeña fábrica de semiconductores en Eindhoven…