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POR Isabel Jiménez y Carolina Prada

Las 'Canciones de Buen Rollo' tienen un libro imprescindible para los melómanos

8/07/2023 - 

MURCIA. Te levantas un día con el pie izquierdo, te encuentras de bajón durante toda la mañana. No sabes el motivo, tal vez porque sea lunes o quién sabe, y de repente en un taxi para ir a una reunión aburrida suena esa canción que va colándose por tus costuras, insuflándote una sensación de bienestar súbito. Cosquillea en tu hipocampo con algunas notas reconfortantes, que refrescan tu ánimo. El día mejora instantáneamente desde que esa canción convive en perfecta armonía con tus pensamientos. Me sucedió hace poco con la voz de Double You y su tema, Please Don´t Go. Gracias al libro Canciones de Buen Rollo (Sílex) de las periodistas Isabel Jiménez y Carolina Prada he redescubierto muchas. Un libro donde prescriben temas que te harán elevar el nivel de endorfinas como aquellos locutores que surfeaban con estilo las canciones.

Las autoras recopilan canciones que generan un estado de buen rollo que te aleja del tedio, el aburrimiento y la negatividad. Recetan 137 temas, con  sus correspondientes explicaciones, no es una lista sin sentido. “El objetivo de Canciones de Buen Rollo siempre fue compartir música, pero no cualquiera sino aquella que hubiéramos detectado que tenía una influencia positiva en nuestro estado de ánimo”, señala Isabel. “Esa ha sido siempre la premisa. No se vetan estilos ni tendencias: cualquier tema puede ser una CBR siempre que te ayude a mejorar tu estado anímico”. Tanto Isabel como Carolina van saltando por las canciones entre recuerdos personales de amores juveniles hasta el anhelado regreso al colegio tras el verano.

Quizás sea la música lo que más nos una, disfrutarla en un concierto, en una verbena de madrugada o en el coche berreando. “La verdad es que siempre pensé que las canciones eran un vehículo fantástico para conectar a personas así que me parece natural que se haya creado una comunidad en torno a nuestro blog… lo que no quita para que me siga sorprendiendo cada vez que descubro una nueva conexión”, remata la autora.

El libro no nace en vacío, proviene de un blog con más de 500 canciones reseñadas y cuatro fiestas donde las canciones de buen rollo eran el eje principal. Algo que comenzó como un divertimento les ha traído muchas cosas buenas: conocer mucha gente, y cómo no, este libro. “¡Muchísimas cosas buenas! En mi caso personal, la propuesta de Isa de sumarme al proyecto fue un chute de motivación. En esa época ya había dejado el periodismo cultural y echaba mucho de menos escribir sobre temas que me apetecieran de verdad y no solo para pagar las facturas”, comenta Carol.

Tanto las historias del blog como las que están en el libro te hacen sentir en casa. Las he leído con fruición, con el entusiasmo de sentirme acompañado, como ese amigo de adolescencia con el que vas descubriendo la música con asombro. “Me lo paso muy bien contando mis batallitas en torno a la música que me mola. Es verdad que ya no publicamos con la asiduidad con la que empezamos, porque a veces la vida nos supera, y que los blogs han perdido fuelle… pero a mí me sigue pareciendo fantástico tener una plataforma para escribir lo que me dé la gana, sin cortapisa alguna, y además gratis”.

Han conseguido hacer una comunidad bajo la etiqueta CBR, esos temazos que te arreglan un día gris, que te hacen sonreír ante la catástrofe y que te conectan con un estado de ánimo que te devuelve a la felicidad. ¡Cuánto poder tiene la música! “Gracias al blog hemos conocido a mucha gente majísima con la que intercambiar opiniones y que nos ha descubierto mucha música, todo gracias a ese vínculo que comenta Isa en la respuesta anterior. Uno de nuestros más fieles lectores es un chico canario, Orlando, a quien no conocemos personalmente, pero nos sigue con tanta ilusión que solo por eso merece la pena seguir adelante (risas) ¡Y claro, sin el blog no existiría el libro Canciones de buen rollo!”, apunta Carol.

Está claro que el trabajo de criba y selección tuvo que ser complejo, y también doloroso, porque siempre duele descartar canciones que te enamoran. “Seleccionar las canciones fue la tarea más ardua, mucho más que la escritura e incluso que la corrección (que también tiene lo suyo)”, comenta Isa. “Deshacerse de temas, algunos muy importantes para nosotras fue durísimo, pero ganaron estos 137. En algunos casos, porque creímos que la historia que teníamos asociada a la canción era más potente o más interesante para el lector, y en otros porque encajaba mejor con la filosofía del libro o con las temáticas de los capítulos”.

Foto: Isabel Wagemann.

Entre las canciones está Sympathy for the Devil de los Stones, donde Isa cuenta su  historia con la primer comunión con un estilo realmente divertido. Otras como I Don´t want a Lover te hacen replantearte los desengaños amorosos de juventud. Ambas autoras hacen que sientas que has vivido una parte de esas historias. El libro está estructurado en ocho momentos, a modo de capítulos, por los que pasa el ser humano a lo largo de su vida. No es lo mismo escuchar una canción para el Estado de Rebeldía que para la Maldita Rutina. “Nos pareció que clasificarlas por “finalidad emocional” era una buena manera de dotar al libro de coherencia interna y de guiar al lector”, semana Carol.

Esa estructura ayuda a que nos sintamos representados en los ochos estados de ánimo. ¿Quién no ha pasado por el estado: El amor no duele tanto? “No queríamos ensartar un rosario de canciones sin más. También nos daba la oportunidad de escribir todas esas introducciones a cuatro manos, que ha sido una parte muy divertida del proceso. Aunque en realidad hay muchas canciones que podrían estar perfectamente en otros capítulos, porque al final todas ellas cumplen la función de hacernos levantar los pies del suelo”, dice.

La música va directa a tu subconsciente, no hay nada mejor para saltar en el tiempo que una canción, volver al pasado, al segundo donde bailaste un verano esa tonada o ese primer coche donde no paraban de subirle el volumen al temazo que te volvía loco. Esa canción que sigue siendo perfecta. “El arte en general tiene un poder subyugador, la capacidad de tocarte emocionalmente, lo que le da una fuerza casi sobrenatural que ha atraído al ser humano desde el principio de la historia”, dice Isa.

Hay canciones, muchas de ellas están contenidas en este libro, que te dan un chute de dopamina casi instantánea. Justo escribiendo este artículo volví a escuchar por casualidad la intro de Twin Peaks y me vi en la sala de estar viendo Telecinco con fascinación. “La música comparte esto con el resto de las artes y lo lleva a un grado exponencial. ¿Sabías que es capaz de evocar recuerdos hasta a enfermos de Alzheimer? Te hace viajar en el tiempo y recorrer kilómetros de distancia solo con unos segundos de escucha. También te hace meterte en cuerpos que no son el tuyo y experimentar sensaciones… sí, parece que estoy hablando de una droga, pero es que es así”, remata Isa.

En Canciones de Buen Rollo las autoras hablan de canciones y no de álbumes, algo que parece muy actual. Sin embargo, no hace mucho, la gente escuchaba el disco entero. “Nosotras somos de esa generación que se compraba (o grababa) un disco y lo escuchaba de principio a fin y sabía qué canción venía después de otra”, recuerda Carol. “Pero al mismo tiempo, también crecimos escuchando la radio con una casete virgen (quien dice virgen, dice reutilizada con un trocito de celo) preparada para grabar las canciones que nos gustaban… hasta que el locutor se ponía a hablar y nos fastidiaba la grabación casera (risas). Así que tampoco estamos tan lejos de cómo degusta la música hoy en día la gente más joven”.

En los últimos años el single se ha impuesto casi en su totalidad al álbum. De hecho, con algunas de las bandas con las que he tenido la suerte de parlamentar preferían editar canciones sueltas y ver cómo funcionan ante de publicar un álbum. “Hablando en general, sí creo que estos nuevos oyentes son más de canciones, porque ahora todo es muy fragmentario e inmediato. De hecho, los propios artistas crean expectación en torno a un tema concreto que lanzan cada equis tiempo, y no tanto a un álbum completo”, sentencia Carol.

En el libro vamos dando botes de un estilo a otros, y es algo que se agradece, romper las barreras de los géneros. Una disco y luego una pop, así, sin sobresaltos. “En cualquier caso, para la finalidad del libro, echar mano de canciones tenía más sentido, porque un álbum puede suscitar estados de ánimo muy distintos en cada corte, y aquí se trataba de centrarnos en melodías que nos hacen sentir felices”, apunta la autora.

Lo mejor, para mí, del libro, son las vivencias personales. Te hacen recordar, porque tal vez todos hemos pasado por esos estados y momentos. Te ves con 15 años escuchando Fan Club o descubriendo Metallica por un amigo. Las historias que cuentan Isa y Carol son entretenidísimas. Tanto que no encontré un mejor plan que leer el libro con las canciones de fondo. ¿Hay mejor plan que disfrutar de buena música? “Prácticamente todo lo que contamos en el libro es real- comenta Isa, son anécdotas propias o de otras personas, algunas que hemos asumido como nuestras. Pero no son siempre tal cual, hay narración y literatura en gran medida… Lo que es indiscutible es que hay mucha verdad, al menos en las sensaciones que describimos. Son nuestras movidas, pero podrían ser de cualquiera. No somos tan especiales”

Las dos periodistas dieron un paso más en su blog montando fiestas de las CBR. Un espacio para disfrutar, para reír y para compartir esas canciones que tiene el mágico poder de colorear un día gris y levantar el ánimo. “¡Cualquier excusa es buena para montar un guateque!”, sentencia Carol. “En 2014 aprovechamos el tercer aniversario del blog para convocar a amigos y a todos esos seguidores y colaboradores a los que solo conocíamos virtualmente. Nos lo pasamos tan bien que decidimos convertir la fiesta en anual, hasta que tuvimos que hacer una pausa imprevista que se alargó más de lo esperado: primero porque Isa tuvo que iniciar un tratamiento de quimioterapia, y luego por pandemia. Por eso la que celebramos en mayo de este año, la quinta edición de la Fiesta del Buen Rollo, fue bastante especial”.

Foto: KIKE TABERNER

La portada y las ilustraciones interiores me encantan, son obra de Gemma de Castro. “¿Son geniales, a que sí? Gemma es amiga mía desde hace mucho”, dice Isa. “Ella es diseñadora gráfica e ilustradora y desde que decidí lanzar el blog de Canciones de Buen Rollo ha estado en el proyecto. Todas las creatividades de la web y de la apariencia de las redes sociales son suyas, así como el libro de estilo de todo el proyecto. Nos tiene muy cogido el punto”.

Canciones de Buen Rollo se fue de tour, como las buenas bandas, entre las ciudades agraciadas con su presencia estuvo València. “La experiencia ha sido increíble y nos ha sorprendido para bien en todas las paradas de la “gira”: Madrid, Barcelona, Ponferrada y València”, señala Isa. “Piensa que nosotras siempre habíamos estado en el otro lado, bien como periodistas, bien como público. Ver a tanta gente interesada en nuestro libro y con ganas de escucharnos y acompañarnos ha sido un subidón tremendo. Sobre todo porque cuando estábamos escribiendo nos asaltaba muchas veces la duda de si nuestras historias le interesarían a alguien más”.

La vida es muy difícil y la música sirve en muchas ocasiones como refugio. Ese vocalista que sabe perfectamente cómo nos sentimos y lo expresa en canciones, ese  grupo que comprende nuestra rabia y la vocea en unos surcos. Sentirte acompañado. “En parte es por lo que tú dices: la vida es muy difícil y necesitamos música que nos sirva de refugio para las tormentas cotidianas. También creo que nuestras vivencias personales y nuestras pequeñas miserias se parecen mucho a las de todo el mundo, con lo que es fácil sentirse identificado. Y, por otro lado, es que tenemos familia y amigos que nos quieren mucho en muchos puntos de España (risas)”, comenta Isa.

No puedo resistirme a preguntarle a Isa sobre esas canciones imprescindibles, incunables. Las que todo buen guateque debería pinchar entre luces estroboscópicas y humo.  “¡La lista de canciones es infinita! Se pueden incluso hacer fiestas temáticas en función de la selección de temas. En nuestra playlist general de Spotify hay material como para hacer una rave de 24-hours-non-stop”, señala. “Yo tengo debilidad por los temas disco-funk o soul para bailar pero sin dejar fuera la energía del rock o la alegría pop”.

“Te doy 10 temas: Celebration (Kool & The Gang), Fiesta (Raffaella Carrá), Wild Thing (The Troggs), Think (Aretha Franklin), Get it On (T. Rex), Salta (Tequila), Twist & Shout (The Beatles), Insurrección (EL Último de la Fila), Sir Duke (Stevie Wonder), Material Girl (Madonna), Kiss (Prince), Bailando (Alaska), Brown Sugar (The Rolling Stones), Canned Heat (Jamiroquai), Joker (Steve Miller Band), Bailaré sobre tu tumba (Siniestro Total), Lola (The Kinks), Don’t Stop ‘till Get Enough (Michael Jackson), Venus (Shocking Blue), Peace of My Heart (Janis Joplin)... uy, ¿había dicho diez?”.

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