MURCIA. Pocas empresas pueden presumir de ser proveedores de la Casa Real española. Y una de ellas tiene su sede en pleno corazón de El Palmar. Se trata de las Destilerías Bernal, que atesoran además una de las joyas del patrimonio del municipio de Murcia: los edificios primitivos de la compañía. Fundadas en 1889 por Juan Bernal González todavía siguen en funcionamiento 133 años después.
Una de las causas de la calidad de sus productos, como el archiconocido brandy Constitución, es "que cada una de las botellas se prepara y etiqueta a mano", como explica el encargado de las instalaciones, José Olivares, quien recibió a Murcia Plaza para mostrar los secretos de esta emblemática firma.
Aunque las bodegas fueron en su origen uno más de los prismas de la fortaleza industrial de la familia Bernal, que también contaba entre su catálogo con la elaboración de embutidos, conservas, jabones y hasta juguetes, ahora son el emblema de la compañía y la única que continúa comercializando sus productos.
La joya de la corona es el brandy Constitución, un licor de gran calidad que llega hasta el Vaticano desde su primer embotellado en 1964, cuando se obsequió con una botella al entonces papa Pablo VI, y actualmente sigue haciéndolo, ya que el actual prelado, Francisco, también ha recibido botellas.
Pero la historia de este licor es curiosa. La barricas las compró en Jerez en 1889 Bartolomé Bernal, a quien luego siguieron en el negocio sus hijos Jesús y Bartolomé. Acordaron que durante 75 años no se extraería ni un solo litro de las barricas. Y así se hizo, ya que no fue hasta 1964 cuando se hizo la primera extracción para llenar 30 botellas que llegaron a Fidel Castro, Francisco Franco o Perico Chicote.
El primer nombre que se pensó fue 'El abuelo', pero al estar ya registrado lo tuvieron que llamar Constitución. En 1927, Alfonso XIII concedió el título a las bodegas de proveedoras de la Casa Real, que siguen siendo en la actualidad.
"Al año solo embotellamos unas 3.000 botellas de Constitución, aunque algunos años se ha llegado a 5.000", cuenta Olivares, mientras muestra con orgullo las barricas firmadas por personajes tan conocidos como el Rey Juan Carlos, el actor Paco Rabal o el humorista Baldo, que fueron invitados ilustres a unas bodegas que se mantienen casi como cuando se fundaron.
Licores como Ron Papaúpa, la ginebra Manners, la bebida espirituosa Siglo XIX, el whisky Constitución y el aceite de oliva del mismo nombre, entre otros, se unen al famosa brandy como cartera de productos. Y es que desde su fundación la marca ha tenido jarabes, licores y otros destilados con marcas tan reconocidas como Líber, Sherpa, Inmortal, Touch, Crema Peppermint, Anís La Murciana o Anís Salzillo.
Pero volviendo a las instalaciones del centro de El Palmar. En sus entrañas hay un lugar muy especial por el que parece que no ha pasado el tiempo. Y es que bajo tierra se encuentra la sala del tesoro, conocida como 'La sacristía', y que alberga las 15 barricas más antiguas, de 1850. Allí se reunían los propietarios para sus encuentros comerciales o festivos y es un lugar mágico.
A lo largo de estos casi 130 años de existencia, la fábrica ha ido aumentando su prestigio, fundando otras destilerías fuera de la Región de Murcia, aunque manteniendo la sede en El Palmar, su lugar de nacimiento. En la actualidad, la destilería es propiedad de Grupo Unión Gestalia. Y en las instalaciones de las bodegas hay edificios anexos que albergan la cafetería restaurante Víctor. Todo un mundo resumido en 1.300 metros cuadrados de bodega con más de 700 barricas destinadas al envejecimiento de alcoholes y 480 en exclusiva para el brandy Constitución.
Ser el lugar de nacimiento del tenista de moda a El Palmar. Pero el pueblo atesora también las Destilerías, el Teatro Bernal, uno de los ateneos municipales más relevantes y en materia gastronómica puede presumir de tener un restaurante que es Dos Estrellas Michelin, la Cabaña Buenavista, propiedad del chef Pablo González Conejero. Todo un patrimonio que tiene en las destilerías un pasado, presente y futuro aún por expandirse.
"Cometer una injusticia es peor que sufrirla" (Platón, 'Diálogos entre Sócrates y Polo')