vals para hormigas / OPINIÓN

Las lágrimas de Yvonne

3/08/2024 - 

El pasado domingo, tras conocerse los primeros sondeos de las elecciones francesas, los que tenemos una edad, y cierta tendencia política, comenzamos a mover como locos por redes sociales la escena de La Marsellesa de Casablanca. Se la recuerdo. Mientras Rick habla en su despacho con Victor Laszlo sobre el compromiso político para liberar a Francia del dominio nazi y, de paso, acabar con la II Guerra Mundial, las huestes del Mayor Strasser entonan La Guardia del Rin, un himno patriótico alemán. Laszlo sale disparado de la oficina de Rick, se dirige a la orquesta y pide que toquen el himno francés. El dueño del local da su aprobación y los presentes cantan desde las entrañas para acallar a los nazis. La estremecedora escena sirvió el otro día para representar la derrota del partido de Marine Le Pen gracias al cordón sanitario establecido por la izquierda y los liberales del presidente Emmanuel Macron.

En esta época en que solo se valora el contenido y se deja a un lado las formas del arte, la escena sirve también para ensalzar la figura de Michael Curtiz, el director de la cinta rodada, recordemos, en 1942, en plena guerra. Lo que hace Curtiz es, en realidad, dar movimiento a un cuadro que podría haber firmado Rembrandt. A un lado, los alemanes, con sus uniformes nazis. Al otro, la concurrencia del local, abatidos por el avance del mal. El capitán Renault arroja una de sus cínicas sonrisas a Rick y Laszlo. Cuando el líder de la Resistencia se encara con los músicos, vemos a Ilsa, su mujer y ex amante de Rick, con esa cara de preocupación y de no saber de quién está enamorada en realidad que mantiene durante toda la película. Tras la orden del desarraigado protagonista, el eterno Bogart, único personaje estadounidense de la escena, la sección de viento de la orquesta se levanta y comienza la fanfarria de La Marsellesa. Los feligreses se ponen en pie. Todos cantan contra el fascismo. Especialmente, Yvonne.

Yvonne, interpretada por la actriz francesa Madeleine Lebeau, es uno de esos personajes milagro que compactan una obra maestra como Casablanca. Despreciada por Rick, que la usa para calentar las sábanas porque hasta los defensores de las causas perdidas pasan frío, se acerca a los oficiales alemanes con el orgullo herido, las ganas de disfrutar de todo lo que los nazis le han arrebatado y la evidente intención de despertar los celos del dueño del Café Americain.

Pero la insurrección de Laszlo le pilla sola en una mesa. Y en cuanto arranca la épica, la joven se levanta, fija la mirada en un punto y canta mientras le resbalan las lágrimas por las mejillas. Curtiz la encuadra en un primer plano que vale por toda una filmografía. En el llanto de Yvonne están todas nuestras dudas, todo nuestro arrepentimiento, toda nuestra esperanza. Se desgañita como han votado los habitantes de las banlieues francesas este pasado domingo. Con toda la rabia contenida por haber permitido que los intolerantes crucen la frontera y lleguen hasta París. La lucha está en manos de gente como Laszlo. Pero la vida y la libertad se la debemos a Yvonne, por sacar lo que todos deberíamos llevar dentro.

@Faroimpostor

Noticias relacionadas