VALENCIA (EFE/Concha Tejerina). La organización tradicional del trabajo "está cambiando rápidamente" y los empleos no convencionales, independientes y con ingresos intermitentes desplazan ya a los tradicionales, un cambio de tendencia que lleva a las nuevas generaciones a redefinir el valor que el empleo tiene en sus vidas como medio de autorrealización y desarrollo individual.
Así lo asegura a EFE el catedrático de Psicología Social y de las Organizaciones de la Universitat de València (UV) Pedro R. Gil-Monte, quien considera que el fenómeno bautizado como "la gran renuncia", que está llevando a muchos menores de 40 años a considerar cambiar de empleo en los próximos doce meses, es un signo de que las nuevas generaciones "ya no ven el trabajo como un medio para un fin, sino como una forma de vida".
Se percibe "un cambio en el significado del trabajo para las nuevas generaciones que están retomando el valor del ocio como actividad en la vida, aunque siguen valorando positivamente el trabajo", indica para añadir que vamos "hacia un modelo de trabajadores contingentes (a tiempo parcial) en lugar de empleados a tiempo completo".
"No hay duda" de que las consecuencias que la pandemia de covid-19 ha tenido sobre el mundo del trabajo "darán lugar a numerosos cambios y acelerarán otros que estaban en marcha", asegura Gil-Monte.
A su juicio, este cambio en el significado del trabajo "no va a suponer una pérdida importante de talentos. Por el contrario, va a suponer un reto importante para las empresas, que deberán adaptar sus estrategias de atracción del talento y selección de personal a los nuevos valores sociales que se están desarrollando en estas generaciones. Es una oportunidad muy importante para mejorar el mercado laboral en nuestro país".
Para Gil-Monte el fenómeno de la "gran renuncia" es "complejo" y se debe a múltiples factores de índole laboral, histórico, socioeconómico y psicológico. Para explicarlo, afirma, deben tenerse en cuenta las condiciones laborales y económicas "tan difíciles" a las que se enfrentan estas generaciones como consecuencia del neoliberalismo y sus repercusiones sociales y cómo el mercado de trabajo ha influido en el valor y el significado que el trabajo tiene para ellas.
Según indica, hasta la primera década del siglo XXI, en la que hubo una gran crisis económica mundial, el empleo cumplía una función instrumental de manera aceptable y los salarios permitían acceder a bienes de consumo, a servicios y a una vivienda digna. "Trabajar a través de un empleo permitía el ascenso social y la tranquilidad económica", señala.
Pero entrado el siglo XXI y al encadenar varias crisis en pocos años -la financiera de 2008, la sanitaria de la covid-19 en 2020 o la surgida por la invasión de Ucrania en 2022-, "el aumento de empleos mal pagados y el trabajo precario" ha llevado a una pérdida del poder adquisitivo de la fuerza laboral peor pagada, entre ellos los jóvenes que se incorporan al mercado laboral.
Frente a un modelo de sociedad neoliberal donde los empleados se explotan voluntariamente creyendo que se están realizando y se imponen el imperativo de tener que rendir cada vez más, las nuevas generaciones perciben que el empleo "está perdiendo utilidad como vía para integrarse en la sociedad" y sus rendimientos económicos no permiten acceder a bienes de consumo ni a una vivienda digna.
"Los 'millenials' sienten altos niveles de frustración debido a que su acceso al mercado laboral ha estado marcado por las crisis económicas y los jóvenes de la generación Z han desarrollado actitudes de indiferencia, escepticismo e irreverencia hacia la sociedad y hacia el trabajo", explica.
En ambas generaciones, añade, ha disminuido la intensidad de la percepción de la actividad laboral como el medio para progresar en la vida debido a las altas tasas de desempleo que sufren y que se estima que sufrirán durante algunos años.
"Ya no ven el trabajo como un medio para un fin, sino como una forma de vida", afirma Pedro Gil-Monte, que añade que el trabajo remunerado y subordinado "no es en la actualidad el elemento clave de la vida social y se prevé que tampoco lo será en el futuro. Las nuevas generaciones seguirán reclamando más justicia social y dignidad para la fuerza laboral y que el trabajo pierda su valor de mercancía".
Según Gil-Monte, el cambio en el valor y el significado que las nuevas generaciones le dan al trabajo y al empleo "ha llegado para quedarse" y las nuevas generaciones de empleados que se incorporan al mercado laboral "están redefiniendo el valor que el trabajo tiene en sus vidas como medio de autorrealización".
A su juicio, está cambiando de forma radical la forma de trabajar y a medida que las empresas vayan incorporando las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), el concepto tradicional de lugar de trabajo continuará evolucionando y se incrementará de forma exponencial el número de personas que trabajan de forma remota desde sus hogares u otras ubicaciones satélites de la organización.
Gil-Monte, que aborda este tema en el libro "Manual de Psicología del Trabajo" (Ed. Pirámide, 2021), advierte de que aunque esta modalidad de trabajo tiene un bajo coste para las empresas y brinda flexibilidad a los empleados, puede aumentar los niveles de agotamiento y desgaste psíquico al exigirles que estén conectados durante largos periodos de tiempo.
"Las tendencias en el mercado laboral indican que cada vez es más frecuente la flexibilidad laboral y se está incrementando el número de personas que trabajan a tiempo parcial, en trabajos cortos o esporádicos", indica para añadir que estos nuevos modelos de trabajo plantean nuevos retos a las empresas relacionados con la socialización del personal empleado y con la cultura organizacional.
Según afirma, es posible que las empresas deban seguir rediseñando los puestos de trabajo y el espacio de trabajo para adaptarse a las nuevas generaciones, algo a lo que se unirá el empleo de las TIC y el uso creciente de la inteligencia artificial.