BRUSELAS. Sonaban tambores de guerra en el último Consejo Europeo civil que se reunió en Bruselas en el invierno del Año II d.C. -después de la covid-. La reunión entre el presidente norteamericano Joe Biden y los líderes europeos para discutir la acumulación militar de Rusia en las fronteras de Ucrania no fue pacífica. Estaba en juego la seguridad del Territorio-Europa, en aquellos momentos cruciales en los que los Estados Unidos de América se habían retirado de todos los frentes y necesitaban demostrar su hegemonía mundial, ya en evidente declive frente a la poderosa China.
Se anunciaba veladamente como otra guerra “proxy” entre dos gigantes, una partida que de nuevo se jugaba en territorio amigo. Se esperaba sangre. No sólo se había incrementado exponencialmente el número de tropas junto a ambas fronteras, el traslado de armamento pesado había sido constante desde meses atrás.
Las 5.000 tropas que se agolpaban en los límites de la Europa oriental iban a convertirse en 50.000 tras la ofensiva rusa. El tipo de armamento de los países Bálticos fronterizos, Estados Unidos y Reino Unido eran Stinger, Javelin, munición 152 mm, Howitzer D-30… Material convencional que incrementaba los costes de una invasión terrestre. Mientras, Alemania, cercada por su dependencia del gas ruso a través del gasoducto Gazprom II, prohibía a Estonia el envío de armas de origen alemán a Ucrania.
Las divisiones entre los Aliados Transatlánticos eran evidentes y profundas. Por ello, la Casa Blanca anunció aquella tarde que su presidente, Joe Biden, hablaría con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el presidente francés, Emmanuel Macron, el canciller alemán, Olaf Scholz, el primer ministro italiano, Mario Draghi, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el presidente polaco, Andrzej Duda, y el primer ministro del Reino Unido Boris Johnson.
Pese al grito de "unidad", los líderes del TerritorioEuropa sólo habían sabido unirse en el envío de 1.200 millones de euros a Ucrania, para apoyarles en la escalada bélica, y el anuncio de las enésimas “sanciones masivas” contra Rusia. Su respuesta fue: diplomacia, distensión, desescalada y disuasión. Londres y Washington ordenaban la evacuación de sus embajadas en Kiev, mientras el presidente ucraniano Volodimir Zelenski ordenaba a sus servicios de inteligencia iniciar “acciones ofensivas en defensa de los intereses nacionales, para hacer frente a las amenazas contra la soberanía y la integridad territorial del país”.
Rusia, por su parte, seguía blindando su frontera militarmente sin cejar en sus exigencias: garantizar el fin de la expansión d la OTAN hacia el Este, fin de la cooperación militar y venta de armamento Atlántico a Ucrania, implementación de los acuerdos de Minsk por parte de Kiev y reconocimiento de la autonomía política de Donbás. La respuesta, claro, no fue sólo bélica. El ruido en las redes de las fake news y los ataques cibernéticos fueron parejos con el estruendo de las bombas.
—El DOC24122 de la Tieta fue definitivo para anunciar la división de Territorio Europa entre los dos mundos. El impulso imparable de LaGranFábrica hacia su expansión territorial fue definitivo en aquella guerra que supuso un primer bocado a la unidad de Occidente. Gracias por pasarme este documento, David, nunca lo habría encontrado.
—Hola, Laura, estaba un poco escondido entre las guerras híbridas de Oriente Medio, entiendo que de forma intencionada. Si vuelves a la ZonaZero-BRX puedes buscar entre las ruinas del barrio Europeo. Tal vez encuentres en los antiguos data-base la clave del declive transatlántico.