Fotografía: David Frutos
MURCIA. La tienda murciana de trajes de novia Portocale -fundada por las hermanas María y Cristina Jara- estrena nueva casa. Se ha mudado de la calle Platería a un entresuelo de la Plaza de los Apóstoles de Murcia -donde antiguamente había una peluquería- y le ha encargado la reforma del local a la arquitecta también murciana Laura Ortín. Ella es la responsable del diseño de unos probadores para novias muy diferentes de los que hayamos podido visitar personalmente o ver en alguna comedia romántica que den por la tele. Porque lo que ha hecho Laura Ortín es crear un universo único, flexible y libre, en el que las novias no tienen nada de ñoñas, sino que por el contrario son mujeres fuertes, valientes y con carácter.
Explica la arquitecta que ha buscado, a través del interiorismo, proporcionar una experiencia completa a las novias, en la que no les falte tranquilidad e intimidad a la hora de elegir su traje. "Entras sola en un probador precioso, amplio y luminoso. Fantaseas con varios vestidos y como estás sola te animas a probar cosas nuevas. Te vistes con tranquilidad y sin preocuparte de quien está mirando. Te ves completa en un espejo amplio y se abre el telón y desfilas por un espacio amplio con seguridad dejando a tus invitadas con la boca abierta. Así debería ser la experiencia de ir a una tienda de vestidos de novias. Íntima, persona y que te permita moverte con libertad. Qué poquitas novias pueden moverse libremente con su vestido antes de la boda…", reflexiona la arquitecta.
Por este motivo, para este proyecto, Laura Ortín ha buscado probadores con flexibilidad de uso, ya que pueden abrirse completamente para permitir un improvisado desfile al más puro estilo maison o cerrarse para ofrecer intimidad total a las novias. Asimismo, ha creado una concatenación de espacios a modo de enfilade con efecto infinity gracias al juego de reflejos creado por los espejos. "La fluidez y flexibilidad del espacio ayuda sentir calma y seguridad", señala.
Asimismo, la arquitecta ha querido huir de la estética naíf, inocente y aniñada que tradicionalmente ha estado asociada a las tiendas de novia. "Nosotras comprendimos que eso tenía que cambiar. Nuestras novias son mujeres fuertes, valientes y con carácter. Así que el espacio ofrece una nueva experiencia inmersiva para ellas. Salimos del rosa empolvado proponiendo el azul y el terracota como nuevos tonos fetiche".
También destaca cómo la rudeza del mallazo corrugado utilizado en construcción contrasta con la delicadeza de los brocados, muselinas y sedas. Al igual que el poderoso terracota se enfrenta con el blanco y beige de los vestidos.
Todo pensado, según apunta Laura Ortín, para ofrecer una experiencia diferente, única y llena de matices.