MURCIA. Mis compañeros se sorprenden cuando comento que salgo en una procesión y con mantilla. Los entiendo, porque cuando me invitaron a salir, por un encuentro casual o gracias a la divina Providencia, tuve mis dudas, antes de decir que sí. Me vinieron a la mente algunas asociaciones con tiempos pasados de nuestra Historia, el uso de las procesiones como forma de campaña política para algunos políticos y la idea de verme en el centro de una diana de comentarios jocosos.
Pero decidí romper mis propios esquemas mentales, hacer un paréntesis al laicismo en el calendario de la vida diaria, ponerme el mundo por mantilla y salir en esta nueva procesión con falda, tacones y todos los complementos que el protocolo permite. Como otras muchas mujeres pioneras que desfilaban a cara descubierta, acaparando un protagonismo en la liturgia que rara vez nos es permitido en muchas religiones, sin necesidad de renunciar a la feminidad de cada una o tener que recurrir a la uniformidad de un hábito.
Y saldré con una Cofradía algo diferente, abierta y cristiana, que en el siglo XXI surge en un mundo de comunidades virtuales y privativas, que recupera imágenes ocultas por años en un convento de clausura, gracias a que las Hermanas Clarisas nos ceden al Cristo de la Providencia y a María de la Súplica, a las que acompañaremos estantes, penitentes y sesenta damas con teja y mantilla.
Este sábado, a las seis y media de la tarde sonará la campana, se abrirán las puertas del patio de las Claras y saldrá la Procesión de las Mantillas, entre cornetas, bordados y claveles, Pórtico de la Semana Santa murciana, con unos días de adelanto, como nuestra cálida y fragante primavera.
Quedan invitados. Paz y Bien.