La política ha alcanzado un nivel en el que es imposible darle sentido a los argumentos de una forma racional. La búsqueda del voto se ha apoderado de la mente humana en el Parlamento.
En las últimas semanas he sido muy insistente en la necesidad de crear empleo. La publicación de los registros de crecimiento oficiales, donde hice hincapié en su clara descorrelación en materia de optimismos y pesimismos, muestra una situación irreal, impuesta por un Gobierno sensacionalista y autocomplaciente. Una tasa de crecimiento que simula un mejor comportamiento económico de España, posteriormente injustificado en el análisis.
Un empleo que, como he dicho en numerosas ocasiones, debe ser la prioridad del país. Sin embargo, pese a ello, parece ser que a la ministra de Empleo, Yolanda Díaz, la reforma laboral que evitó la destrucción de cerca de un millón de empleos, de acuerdo con las previsiones realizadas por el servicio de estudios de BBVA, así como la condena de una tasa de desempleo media del 17%, no parece ser la solución para crear empleo de calidad, pues, para ella, la cantidad es indiferente; o al menos parece serlo.
Como digo, para la ministra, la tasa de desempleo es indiferente, pues pretende que el empleo que se cree en España sea un empleo menos precario y de calidad. Sin embargo, ante esto, parece que al Gobierno de España se le olvida que la tasa de desempleo en el país sigue ocupando el segundo puesto en el ránking de países europeos con mayor tasa de paro. También que la tasa de desempleo, esta vez medida en términos juveniles, desgraciadamente, y sin que el Gobierno muestre un ápice de vergüenza, ya supera a Grecia y nos sitúa como líder en solitario como el país con más jóvenes desempleados.
Y sí, superamos a Grecia, pese a ser un país que tuvo que ser rescatado del más puro desastre económico y financiero. Sin embargo, la posición de nuestro Gobierno es reconocer la tasa de crecimiento que registró España este ejercicio pasado. Una tasa de crecimiento que sitúan en el 2%, debido al mejor comportamiento de la economía durante el último trimestre. La autocomplacencia de consolación de un Gobierno que, en estos momentos, solo tiene esa métrica de la que presumir y “sacar pecho”, muy cuestionadamente.
Pero bueno, a lo que iba. El Gobierno, en última instancia, sigue en su intención de acabar con la creación de empleo parcial y temporal. Un empleo que para ellos es de baja calidad, no permitiendo que este saque de los aprietos a un país con severos problemas en materia de mercado laboral. Sin embargo, pese a ello, las declaraciones de la ministra son bastante dispares entre sí. Unas declaraciones que afirman, una vez más, el calado del ideario partidista en las decisiones políticas.
Tras la cancelación del Mobile World Congress, la ministra, en rueda de prensa, se mostraba muy afectada por la decisión adoptada de GSMA, la gestora del encuentro. Una decisión que iba a provocar efectos, muy limitados, en el consumo y en el empleo. Para ello, incidió mucho en la no creación de cerca de 14.000 empleos, los cuales iban a ser creados durante el evento e iban a proporcionar un soplo de aire fresco a la economía española. Una economía que, como decíamos, pese al optimismo desmesurado, ya vemos que no es una realidad.
Basándonos en esto, me resulta muy curioso como una ministra de Empleo que pretende acabar con el empleo temporal y con este tipo de contrataciones, a su vez, pueda lamentarse de no haberse creado 14.000 puestos de empleo que, si atendemos a su convergencia, todos mantienen el mismo denominador común de la parcialidad y la temporalidad en la duración de los mismos. ¿cómo se puede estar de acuerdo en acabar con este tipo de empleo, y, a la vez, lamentar el que se evite la creación de 14.000 puestos de empleo con estas características?
Buena pregunta. Si estás esperando que la conteste yo, podemos seguir esperando. Sí, lo mismo tenemos que esperar semanas -y sin obtener respuesta-, como estamos esperando la respuesta del ministro Ábalos y su amor -compartido con su jefe- por los aviones. Sin embargo, desgraciadamente querido amigo, esa respuesta no va a venir. Y no va a venir, por el simple hecho del cinismo político que prima en nuestro parlamento. Un cinismo que impide a cualquier político ser real, un cinismo que impide a cualquiera adoptar decisiones basadas en el raciocinio y la ciencia, aunque ello conlleve la pérdida de votos.
Podríamos meter, quizá, el apresurado amor de España, en un momento donde no se celebra el Mobile World Congress, por las compañías tecnológicas. Pero basta con buscar un poco en la hemeroteca para encontrar cómo hace unos meses, la propia Google rechazaba a España, sustituyéndola por Portugal, para establecer su nueva central, la cual iba a crear 1.300 empleos en el país. Para este fenómeno si tengo una respuesta, una respuesta en forma de impuesto y que se denomina “Tasa Google”.
Como vemos, seguimos hablando de un cinismo que, desgraciadamente, está impidiendo que el país avance por una senda favorable de crecimiento. Un cinismo que ha llevado a la formación de Unidas Podemos a pedirse explicaciones ellos mismos, como integrantes del Gobierno, en las redes sociales. El circo político se ha impuesto en nuestro país, imponiéndose, a su vez, en nuestra economía. Una economía que, precisamente, no precisa de circos, sino de actuaciones. Sin embargo, y desgraciadamente, las soluciones de la política, como podemos observar, dejan más incógnitas que soluciones.
Francisco Coll Morales es economista, Regional CEO de HAC Business School y analista del servicio de estudios de la Fundación Civismo