MURCIA. Pues yo también me siento singular y no voy dando el coñazo para que me condonen deudas o para que me den más dinero.
Sin duda, está de moda en política un uso perverso y torticero del lenguaje con un doble objetivo: la necesidad de usar términos que encajen con el relato de los hechos que mejor convengan (no necesariamente la realidad, de hecho, muy pocas veces relacionado con la realidad) y evadir el fondo de los asuntos en la dialéctica sustituyéndolos por términos disuasorios.
Ha entrado con fuerza en los análisis políticos el asunto de la "singularidad" de Cataluña para justificar la necesidad que tiene este 'Desgobierno' de llegar a acuerdos surrealistas con los decaídos de Esquerra y los antisistema de Junts si quieren seguir dirigiendo España.
Después del relato de justificación de concesiones por la paz social y la integración de territorios, viene el relato de que los pobres catalanes aportan mucho más de lo que reciben. Y, efectivamente, podemos constatar con datos que el apoyo en las urnas de partidos independentistas se ha reducido, que la confrontación institucional ha bajado en intensidad y que, en parte, ha perdido fuerza en Cataluña el monotema y se han abierto a tratar otros asuntos más sociales y menos identitarios. Y también se puede constatar que si comparamos el dinero público recaudado en esta comunidad autónoma con lo que el Sistema de Financiación Autonómico le aporta, sale un saldo nada despreciable.
Pero estas falacias no justifican la asunción por parte del Gobierno de las exigencias de independentistas.
Y son falacias porque la realidad es que son concesiones para mantener un Gobierno y no para buscar la paz social o la justicia financiera.
Y falacias son porque los diálogos y acuerdos abiertos por el partido gobernante no han reducido ni un ápice las aspiraciones independentistas ni en el ámbito identitario ni el ámbito financiero. Y esta aspiración, legítima pero inasumible por alguien con criterio de Estado, es romper con el criterio de igualdad entre españoles.
Inmersos en el proceso de definir la 'singularidad' de cara a un cambio (veremos si reforma) en la financiación autonómica, recuerdo los pactos firmados:
Suponiendo, que es mucho suponer, que una menor recaudación en épocas de crisis no debe suponer un mayor esfuerzo presupuestario a las CCAA, la deuda suma la infrafinanciación con una mejor o peor gestión presupuestaria. Por lo tanto, no podemos considerar el nivel de deuda para realizar cálculos de condonaciones. De hecho, Cataluña representa una de las comunidades en que más se ha incrementado la deuda por encima de cualquier cálculo de infrafinanciación (casi el doble en el periodo de 2009 a 2017).
Según las últimas informaciones, el PSC está dispuesto a ofrecer a Esquerra que Cataluña recaude el 100% de impuestos (sin aclarar dónde irán los mismos) a cambio de la investidura de Illa. Sí. Efectivamente, ya que mezclamos todo, también las competencias administrativas…
Si los involucrados en estas negociaciones fueran serios, podrían acudir al informe de expertos que se reunieron allá por 2017 para la revisión del SFA (lo más cerca que hemos estado de una reforma técnica y sin excesos políticos). Sin unanimidad y con votos particulares, ya se debatió la posibilidad de incluir el principio de ordinalidad, es decir, poner un límite en los fondos de nivelación interterritorial de forma que las comunidades con mayor capacidad de recaudación fiscal también sean las que mayor disposición tengan de esos recursos, reduciendo las diferencias entre unas y otras, pero no igualando exactamente los mismos recursos por habitante ajustado.
No me produce ningún entusiasmo abrir esta posibilidad. Pero si en la definición de los fondos de nivelación garantizamos los servicios públicos fundamentales y la ordinalidad reduce ostensiblemente las brechas de capacidad financiera, veo una parte positiva en la mayor responsabilidad fiscal y abordar el problema de que el nivel de vida distinto en cada comunidad hace que asumir el mismo servicio no siempre cuesta lo mismo en todos los territorios.
Lo paradójico de todo es la dificultad que presenta incluir este principio, sabiendo que la gran beneficiada sería la Comunidad de Madrid. Y por ahí, algunos no pasarán…