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La investigación, motor del desarrollo agrario 

20/01/2024 - 

El constante crecimiento de la población mundial -se han superado los 8.000 millones de habitantes- implica la necesidad de disponer de recursos suficientes para alimentarla sin colapsar el planeta. Se estima que para el año 2030 la demanda de alimentos puede llegar a crecer un 70%. Esto supone tener que aumentar la producción agraria en un contexto de cambio climático y disminución de los recursos hídricos y energéticos.

La crisis económica, las guerras y las fenómenos meteorológicos extremos están provocando un aumento del número de personas que no disponen de los alimentos necesarios. FAO ha establecido que, en 2022, cerca de 800 millones de personas pasaban hambre, mientras que otros 2.400 millones sufrían inseguridad alimentaria moderada o grave.

El objetivo planteado por Naciones Unidas para poner fin al hambre y promover la agricultura sostenible requiere incrementar la productividad agrícola y asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción. Para ser sostenible, la agricultura, además de satisfacer las necesidades actuales y futuras, debe garantizar la rentabilidad, el equilibrio ambiental y la cohesión socioeconómica. El reto es optimizar la producción alimentaria, es decir, obtener más con menos.

La investigación y la tecnología son fundamentales para mejorar las prácticas agrícolas. La conectividad digital, los sensores, los drones, el machine learning, la inteligencia artificial y el análisis de datos pueden minimizar el uso de pesticidas, fertilizantes y agua para conseguir que la agricultura sea más sostenible. Es lo que se denomina agricultura inteligente, de precisión o agricultura 4.0.

Los agricultores murcianos, ante la escasez de agua y la necesidad de optimizar su aprovechamiento, han implantado los regadíos más tecnificados y productivos del mundo, desarrollando nuevas tecnologías agronómicas que permiten reducir el consumo de agua, nutrientes y agroquímicos.

"El reto es optimizar la producción alimentaria, es decir, obtener más con menos"

Concretamente, el regadío del Campo de Cartagena, gracias a la investigación aplicada, ha conseguido elevar la productividad consumiendo menos recursos. Utiliza sistemas de control automatizados que suministran información continua del estado hídrico de los cultivos para optimizar el uso del agua y los fertilizantes. Así se consigue mantener la humedad del suelo en los límites adecuados para el cultivo, minimizar la lixiviación de agua y nutrientes y reducir el riesgo de nitrificación de los acuíferos.

Recientemente se ha presentado en la UCAM, con ocasión de la defensa de la tesis doctoral de Alfonso Galdón, los resultados de una investigación que puede ayudar a una planificación más eficiente de la producción agraria. Se propone un modelo de toma de decisiones que puede reducir el impacto de las heladas en las más de 8.000 hectáreas que sufren de manera recurrente las heladas de otoño y primavera. Sólo en 2019 se estimó que las pérdidas directas por esta causa podrían alcanzar los 30 millones de euros en la Región.

La novedosa herramienta permite conocer las características, fortalezas y debilidades de las explotaciones agrarias con relación al riesgo de heladas, ayudando a tomar las mejores decisiones para planificar y llevar a cabo su actividad productiva. Además, puede ser un medio adecuado para el establecimiento de las primas de riesgo de las parcelas contra las heladas adecuando los costes que soporta el agricultor.

La colaboración entre comunidades de regantes, universidades y centros de investigación está permitiendo avanzar en la eficiencia de los sistemas de producción agraria de la Región de Murcia. La investigación aplicada pone a disposición de los agricultores nuevas herramientas y métodos para conseguir una mejor planificación de los cultivos, de manera que puedan mejorar su productividad con el mínimo impacto ambiental y asegurar la alimentación de la humanidad.

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