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La Guerra

23/06/2021 - 

MURCIA. No sabía qué título poner hoy a esta ventana, y como, total, estamos en cuasi estado de guerra, luchando contra la covid, contra la desigualdad, contra la injusticia, contra el hambre, contra todooooo… He pensado que la guerra va bien para definir lo que hoy voy a comentar: cómo encontrar a un capitán que nos guíe en la batalla.

Y he descubierto una cosa. No hay nada como una capitana, y os diré por qué:

1.- La estadística no falla: los estados donde antes se ha salido de la pandemia mundial eran liderados por mujeres.

2.- Quien permanece en tiempos de guerra, las mujeres, por algo será, aunque sea porque nos obligan a quedarnos en casa… Alguna ventaja debía de tener criar… o no según cómo se mire (esto es polémico ya lo sé, pero siempre escribo lo que quiero; ya lo sabéis).

3.- Últimamente he tenido ocasión de conocer de cerca el liderazgo de mujeres en puesto de ejecución. Y sí, así es: somos más drásticas y tenemos un lado que para liderar no va mal; sabemos ser flexibles… Aunque siempre hay gratas excepciones, algunas conozco, esto es, para mis capitanes de batalla, que los hay y siempre estupendos… No os enfadéis con esta polizón.

4.- La mujer es discreta, humilde y prudente; no debe sacar barriga para saber lo que vale, no se mide con los demás, no intenta quedar por encima del bien y del mal ante cualquier circunstancia; si es ejemplo de algo no se lo reconoce, no quiere ser la capitán del barco, aunque su gesto decidido y ejecutivo lo diga, pero lo es.

Entonces cómo puede ser que las líderes no sean cotizadas al alza, sino menospreciadas como mujeres guerreras o discriminadas por elegir una carrera profesional, o les den a escoger entre sus hijos y todo lo demás. Y lo más importante: por qué se prescinde de su talento si son líderes natas. Pues sencillo: porque no terminamos de ver nuestro poder natural, dar vida, el gran milagro del mundo; damos vida a un email intentando llegar a los equipos, organizamos que el personal de la empresa se lleve guay, buscamos detalles si alguien está de bajón o no le convence su puesto y rotamos su rol, nos damos cuenta por el rabillo del ojo quién ha venido o no, pero sin decir ni mu, aunque luego en el Consejo de Administración nos falta decir con el mismo poder que se nos escuche…

Por eso hoy quiero hacer un homenaje a las mujeres de mi vida que me han liderado en algún momento especial, a las que me han dicho de cerca y de lejos con su mirada tormentosa que tengo poder y más que ellas y por eso se sienten amenazadas por mí, que valgo mucho. A veces nos toca vivir la guerra para saber que somos capitanas.

La primera, of course, como creo todas: mi abuela, luego mi madre, mis hermanas (soy parte de una familia de féminas). La más grande, mi hija; no hay nada como que te exijan el mejor ejemplo desde los 2 añitos para dar la mejor de ti, y poder decir "ves, mamá lo hace bien, tú también". Pero hay muchas amigas, muchas: Isa, Bego, por ejemplo Viky, Alicia; del curro, Lorena, Kasia, Marian, Carol; algunas craks del Icamur como Maravillas, Helena; otras muchas que me impresionaron de siempre del mundo de los negocios, Mirian, Victoria R., Josefina, Manoli, I. F., Isabel, mi incomparable Olga G. S., mi querida y descubierta A. C., y otras muchas que me pone el camino a cada paso. Mujeres fuertes, valientes, líderes, auténticas, grandes, especiales.

Pero hoy el homenaje, además de para ellas, es para que cada una lo viva en primera persona, y a mí también me toca, por mí.

Para que de una vez por todas otras mujeres crean en sí misma como capitanas y no como polizonas de su barco, para que decidamos vivir en primera persona la aventura de una navegación emocionante.

Así que gracias a todas por haberme dado ese aliento, que a veces falta. Hoy os prometo que aquí estaré para vosotras cual roca que no se mueve, firme, para juntas decir alto y claro que creemos en ser grandes líderes, en cualquier circunstancia que elijamos vivir, también la de madres o profesionales, o solteras o lo que sea que nos haga felices y capitanas.

Y si no siempre nos quedará hacernos piratas... Esa ya sería otra guerra, claro.

Macarena Perona

Abogada

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