MURCIA. Allá por el año 1988 sacaba el grupo musical Los Ronaldos su segundo LP, titulado Saca la lengua. Un jovencito de mi misma edad con una voz peculiar y una insolencia propia de sus años y de su personalidad lideraba un grupo con unas melodías muy fresca y con unas letras provocativas, para mí en algunos casos evocadoras.
Es el estribillo de una de sus canciones, "Adiós, Papá, adiós, Mamá, consíguenos un poco de dinero más", la que me ha recordado el asunto que quiero tratar en este artículo. No me siento nada satisfecho al hacer esta confesión, pero, sin ningún agrado, recuerdo haber considerado en esa época a mis padres como meros cajeros automáticos para mis frívolas apetencias. El estribillo de la canción me resuena, a la edad que tengo, con cierto sentimiento de culpa.
Fuera de la música y alejando ciertos malos rollos que nos acecha nuestra conciencia, me dirijo a la esfera de la gestión del dinero público para explicar el paralelismo.
Por cercanía y mayor conocimiento, pongo de ejemplo el Gobierno de la Comunidad de Murcia, pero puede ser extensible a casi todas las Administraciones públicas.
Sí. Las Administraciones públicas y, en concreto la Comunidad de Murcia, me recuerdan ese jovenzuelo tirano exigiendo siempre más dinero sin querer rendir cuentas de lo que hace, lo que gasta y lo que deja de gastar.
"Si algo une a los socialdemócratas y conservadores es el uso del gasto público para agrandar la Administración, en lugar de mantenerla o reducirla"
El mismo partido político que lloriquea de forma melodramática que la Región de Murcia está repudiada por el Sistema de Financiación Autonómica critica al Gobierno central por el derroche y la desmesurada deuda (cosa en la que estoy de acuerdo), pero justifica la propia de la Comunidad en base a un cálculo de infrafinaciación que supondría unos 300.000 millones más en el conjunto de las Administraciones Públicas (véase el informe de la consultora Analistas Financieros que ya a 2017 calculaba una infrafinanciación acumulada de casi 200.000 y que fue el documento que utilizó el Gobierno regional para justificar su deuda).
Se queja amargamente que los cálculos de transferencias a las CCAA siempre perjudican a la Región, cuando tienen que devolver 85 millones de ayudas a PYMEs y autónomos por "convocatorias muy estrictas" o dejan sin ejecutar decenas de millones de euros de inversiones cuya financiación sería externa por "tener una burocracia muy compleja para adecuarse a la legalidad". Es verdad que en ambos casos, el problema es endémico en todas las administraciones, pero puedo decir que en la Región de Murcia, la ineficiencia a la hora de aprovechar financiación extraordinaria es superior a otras comunidades.
Viendo la siguiente tabla, se entiende perfectamente los grandes males de este Gobierno. El incremento de gasto público corriente por habitante de nuestra Comunidad está muy por encima de la media española. No solo somos la Comunidad que más ha incrementado el gasto corriente (capítulos 1, 2 y 4) en el periodo del 2003 al 2020 (tasa de 145, solo superado por Asturias y Cataluña), sino que somos unas de las Comunidades que más ha reducido sus operaciones de capital (capítulos 6 y 7, tasa de 58, sobre una media por comunidades de 69).
Si hay algo que une a los partidos tradicionales socialdemócratas y conservadores es el uso del gasto público para agrandar la Administración, en lugar de mantenerla o reducirla. Y nosotros, los ciudadanos, somos los que se lo permitimos ya que valoramos más el resultado de este dispendio en términos de propio provecho al esfuerzo de ser lo más eficiente posible y estirar los servicios con los mínimos recursos.
"No tenemos unos gestores que velen por la eficiencia en el gasto"
Estamos ante uno de los grandes momentos para realizar una gran cantidad de inversiones financiadas por otras instituciones con el objetivo de relanzar el futuro. Tenemos en el aire centenas de millones de euros de inversiones afectadas a financiación de los proyectos europeos englobados en los Fondos EIE del plan 2014-2020 cuyo plazo último para poder conseguirlos es el 2023 (entre inversiones contempladas en el proyecto de presupuestos de 2022 más el remanente de Tesorería afectado), vamos a recibir unas cantidades muy importantes de fondos para inversiones a través de los fondos de REACT-UE y los Mecanismos de Recuperación y Resiliencia. Y el Gobierno regional deja sin ejecutar año tras año más de la mitad de las inversiones que planifica, se coloca en el vagón de cola de las operaciones de capital y se excusa en que no tenemos capacidad para desarrollar los proyectos de inversión porque son muy "burocráticos". Es decir, se declara incompetente para asumir esta avalancha de inversiones.
No tenemos unos gestores que velen por la eficiencia en el gasto. Nada hace pensar que las decisiones presupuestarias se basen en la contabilidad analítica, ni que se incluyan modelos de cálculo de tasa de retorno y se priorice en función de ellos (no solo económicos, sino también sociales), que se fijen ítems, o puntos de control, que permitan realizar una evaluación y fijar objetivos, que se tomen medidas para equilibrar el gasto del SMS o se realicen controles estrictos de conciertos o de subvenciones (Comentarios extraídos de las conclusiones y recomendaciones de los informes del Tribunal de Cuentas en los últimos años sobre las cuentas regionales).
Otra forma de gestionar la labor pública es posible. El único problema es que requiere mayor conocimiento y, sobre todo, mayor concentración y esfuerzo. En definitiva, ser competente.