CARTAGENA. La comunidad educativa del CEIP cartagenero Atalaya vive momentos de tensión y preocupación. Desde el inicio del curso escolar, los padres y madres del AMPA han venido denunciando la carencia de un enfermero en un centro que, desde 2018, ha sido reconocido como preferente para alumnos con necesidades sanitarias. Con 43 alumnos que requieren atención médica constante, la falta de respuesta por parte de las administraciones, principalmente de la Comunidad Autónoma, ha llevado a una situación crítica por lo que buscan ayuda y respuestas urgentes.
El colegio es un centro especial. Desde hace seis años, es el único en Cartagena destinado a acoger a niños con diversas patologías que requieren atención sanitaria permanente.
Montse Mellinas, vocal del AMPA, madre de uno de los niños afectados, explica la gravedad de la situación. "Siempre hemos tenido un enfermero desde el primer día de clase. Este curso empezamos el 9 de septiembre sin nadie que supervise la salud de nuestros hijos, y seguimos igual". La alarma se ha disparado tras semanas de solicitudes sin respuesta, tanto a nivel de dirección como de las familias.
Los casos que expone Montse son desgarradores. "En estos días, una niña de nueve años ha sufrido seis hipoglucemias graves, que le podrían haber provocado un coma. Otra niña, de solo cuatro años, necesita ser alimentada por sonda y es la madre la que está viniendo ha hacerlo cada 3 horas. Pero claro, esa sonda jugando se le puede caer. Entonces, ¿qué hacen en ese momento?". La ausencia de un profesional de la salud que se encargue de estos cuidados esenciales pone en riesgo la vida de estos pequeños. "Sabemos que los profesores hacen lo que pueden, pero no son sanitarios", recalca Mellinas.
El problema no solo recae en los niños que necesitan asistencia diaria. "Hay alumnos con convulsiones, con alergias graves. Si algo les ocurre, ¿quién será responsable? No queremos que sean los profesores quienes carguen con esa culpa, porque no es su función", subraya.
Las familias han recurrido a todos los medios a su disposición. "Hemos solicitado, a través de la dirección del centro y de manera particular, que se solucione esto. Nos hemos dirigido a Pedro Mondéjar Mateo, director general de Atención a la Diversidad, y a Mari Carmen Balsas Ramón, responsable de Recursos Humanos y Planificación Educativa, pero no hemos recibido ninguna respuesta". La sensación de abandono por parte de las autoridades educativas es evidente.
Mientras tanto, son los progenitores quienes se ven obligados a asumir tareas que deberían estar en manos de un enfermero.
"La madre de la niña que se alimenta por sonda tiene que venir cada tres horas al colegio para alimentarla. ¿Qué pasa si, jugando, la sonda se cae? Los profesores no pueden hacer nada. Pueden llamar a una ambulancia, pero el tiempo es crucial en estos casos", se pregunta Mellinas.
El caso del colegio no es aislado. "Sabemos que en la Región de Murcia hay más centros en la misma situación. No tenemos contacto directo con ellos, pero por lo que hemos consultado, parece que el problema afecta a otros colegios preferentes", señala Montse.
A pesar de la gravedad de los hechos, las familias aún no pierden la esperanza de una solución. "No queremos tener que lamentar la desgracia de algún niño para que se nos escuche", advierten.
La situación es crítica. Las familias no buscan culpables, solo una respuesta que garantice la seguridad de sus hijos. La ausencia de un enfermero no solo pone en riesgo la salud de 43 alumnos, sino que también genera una angustia constante entre los padres que temen lo peor. Ahora, todo está en manos de la consejería de Educación, que aún no ha dado la solución a esta situación urgente.
