MURCIA. Ayer visité a mi amiga, una ejecutiva en una empresa energética líder del país. Su despacho parecía un oasis luminoso y moderno, con una vista panorámica de la ciudad, que se extendía majestuosa tras las vidrieras. Nos abrazamos efusivamente. Mientras me acomodaba, un chico abandonaba la estancia. Ella, señalándolo, me interrogó con un guiño. Yo, con un leve movimiento, expresé mi aprobación
—Como este tengo aquí unos cuantos todos los días —dijo petulante.
—¿Qué les das? —sonreí.
—A este desgraciadamente nada.
—¿Y eso?
—Mi jefe…
—¿Está celoso? —bromeé.
—Me obliga al maldito 40/60.
Me explicó que el joven había venido para una entrevista de trabajo y suspiró al decirme que no podía ofrecerle el puesto. "Estoy desquiciada —comenzó, arrellanándose grácilmente en su sillón—. No puedo escoger al que quiera. Debo adherirme a las reglas, lo cual me obliga a aplicar la fórmula 40/60 en la contratación de personal. ¡Es increíble!".
Movió su melena con gesto teatral. "Esto no es igualdad —fijó en mí la mirada, buscando beneplácito, mientras ajustaba su blázer de seda—. Necesito empleados con los que tenga feeling. En cambio, estoy obligada a contratar a una mujer sí o sí. ¡Bravo! Esa fórmula de cuotas va en contra de la meritocracia y la libertad de elección. No se trata de género —subrayó—, se trata de competencia y habilidad. Bueno... de seleccionar 'al mejor'".
—Pero ¿la elegida también será ingeniera? —intervine.
—¡Hombre! —respondió con sonrisa gloss perfecta.
—Y ¿hablará idiomas? Y...
—Mira —su reloj de firma fulguró suavemente señalando una librería de diseño, sólida y minimalista—. Ese mueble está lleno de hojas de vida impresionantes. Todas de sobresaliente.
—¿Entonces...?
—Yo necesito trabajar con gente que tenga algo especial: inquietud, creatividad… no sé. No basta con la preparación. ¿Entiendes? —Intenté añadir algo, pero sus palabras y ademanes llenaban el volumen—. "¿No se trata de igualdad?", cuestionó. "Pues se vulnera. La fórmula es una medida de discriminación inversa o compensatoria favoreciendo a un sexo sobre otro. ¿No se trata de conseguir que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades? ¡Igualdad! Los mismos derechos, el mismo trato y responsabilidad. ¿No es eso?". Su tono de voz se robustecía. Tomó aire y aproveché para colar una frase entre su monólogo.
—¿Conoces a Mileva Maric?
—¿A Mari quién? ¿Es ingeniera? ¿Amiga tuya? Pásame el currículum. Si no tengo vacantes en mi departamento, la recomiendo a la sección de Madrid.
Seguimos hablando de cosas que hablan las mujeres… Y también los hombres. La tarde avanzó. Las luces interiores se encendieron pausada y automáticamente, creando una atmósfera acogedora y cálida. Los estores se alzaron, permitiendo que el paisaje se desnudara y la oscuridad exterior contrastara con la luz suave del interior, como si el día se hubiese trasladado dentro de la estancia.
Nos despedimos con otro apretado abrazo, prometiendo repetir aquella tarde. "¡Envíame el currículum de tu amiga!", concluyó, diciendo la última palabra.
Mileva Marić, conocida como Mileva Einstein, fue una física-matemática serbia. Colega y primera esposa de Albert Einstein. Juntos desarrollaron los trabajos de física teórica que llevaron a él a ganar el Premio Nobel.
"Mujeres talentosas y visionarias habían sido sistemáticamente relegadas y sus contribuciones ignoradas o subestimadas"
A veces, las cosas parecen conectarse como si lo común se atrajera. Esa noche, explorando Internet, encontré sorprendentes tesoros: arte en forma de lienzos impregnados en óleo emergían de un mar virtual de luces y sombras, ofreciendo desde paisajes rurales y urbanos hasta momentos íntimos y cotidianos. Las emociones y la luz se capturaban en la tela, convirtiendo la belleza efímera en algo imperecedero. Figuras emergían de formas indefinidas, proyectando miradas que atrapaban al espectador. Cada encuadre parecía cuidadosamente seleccionado, con el titubeo y la seguridad del artista palpables en el trazo, mientras que las transiciones entre tonos y formas envolvían la realidad en un torbellino de color.
Había visitado la National Gallery en Londres, el d'Orsay en París, el Van Gogh en Ámsterdam… y contemplado a los grandes: Manet, Monet, Degas…. Sin embargo, desconocía esas impresionantes obras. Ansiosa, busqué sus autores: Marie Bracquemond, Mary Cassatt, Anna Ancher, Cecilia Beaux, Eva Gonzalès, Olga Boznanska, Laura Muntz Lyall… Todas artistas muy conocidas en sus casas a la hora de comer, que, compartiendo género y talento, fueron opacadas por la historia oficial.
Esta disimilitud observada en el arte no era un caso aislado, sino una constante histórica que atravesaba todos los ámbitos sociales. Mujeres talentosas y visionarias habían sido sistemáticamente relegadas y sus contribuciones, desde la ciencia hasta la literatura, ignoradas o subestimadas.
Dicho contexto me llevó a consultar la legalidad, en búsqueda de respuestas precisas sobre:
La Constitución en el artículo 14 promovía la igualdad ante la ley, y en el artículo 9. 2 exigía a los poderes públicos asegurar una igualdad de resultados: "real y efectiva". Esto implicaba que la igualdad no debía ser solo teórica, sino una realidad tangible en la vida cotidiana de los ciudadanos. ¿Se podía edificar con solidez sobre cimientos ruinosos? ¿Se podía construir igualdad "real y efectiva" sobre bases inestables y desiguales?
La Ley Orgánica 3/2007 (Disp. Adic. 1ª) desarrollaba el precepto constitucional estableciendo una composición equilibrada en los ámbitos de decisión política y económica, donde las personas de cada sexo no superasen el sesenta por ciento ni fuesen menos del cuarenta por ciento. En el mismo sentido, la Directiva de la UE 2022/2381, de obligada incorporación a nuestro derecho, y la petición de "acción positiva" del Consejo de Europa, enfatizaban la necesidad de la equidad como medio para lograr la igualdad.
La frase de escoger "Al mejor" y no a "La mejor" revelaba un sesgo de género sutil pero evidente. La lógica falta de criterios objetivos previos para decretar la idoneidad de "El/La Mejor", llevaba a determinaciones subjetivas. La fórmula 40/60 buscaba contrarrestar estas tendencias, desafiando la supuesta superioridad de "El mejor".
En conclusión, la Ley 3/2007 pretende igualdad, no discriminación positiva a favor de la mujer, estableciendo mínimos y máximos para ambos géneros. Esta medida intenta abordar la marginación histórica contra las mujeres y cumplir con los requisitos de equilibrio del derecho constitucional y europeo: Igualdad "real y efectiva".
Vaya este escrito por Mileva Marić, y por todas las demás, secuestradas en los confines de la ignorancia y la marginación. Y para que mi amiga, si lo lee, eso espero, genere menos cortisol cuando tenga que aplicar el 40/60.