MURCIA. La situación de la economía europea es cada vez más compleja. La recesión técnica en la que se encuentra la economía alemana culmina un escenario muy negativo, ya previsto por los analistas.
La situación en Europa está bastante tensa. Con un incierto Brexit de por medio, la economía europea ve como esta desaceleración sincronizada, como hacía alusión a la misma el Fondo Monetario Internacional (FMI), continúa debilitando los crecimientos de uno de los principales bloques económicos del planeta. De acuerdo con las estimaciones, la economía europea, en un promedio de los países miembros, podría crecer a tasas reales de crecimiento cercanas al 1,1% para este año, que cierra como uno de los peores años de la última década.
Con Italia en recesión técnica y la economía británica al borde de la misma, el colapso de la economía alemana, que ha entrado en recesión tras cosechar de manera consecutiva su segundo trimestre con contracciones en su PIB, genera un sentimiento alarmista para los mandatarios en Bruselas. El debilitamiento más acentuado que ha vivido la economía europea ha llevado a que la principal economía de la zona euro, Alemania, considerada como el motor de crecimiento y locomotora del crecimiento europeo, entre en una situación recesiva.
La fuerte caída que ha vivido la demanda externa, dada la guerra comercial que mantienen los principales bloques económicos en el planeta, Estados Unidos y China, ha acabado por salpicar a la tercera potencia exportadora del mundo, Alemania. De acuerdo con los datos que nos ofrece el Banco Mundial, el sector exterior en Alemania supone cerca del 80% del PIB nacional. Un 80% que si lo desagregamos, nos vislumbra el fuerte peso que poseen las exportaciones en el PIB del país germano, en el que suponen cerca del 40% del mismo.
Ante este elevado peso, la gran caída que han sufrido los flujos de transacciones en un escenario donde el comercio global se está viendo muy resentido, ha llevado a que gran parte del PIB alemán, donde la economía, por la estructura de la misma, posee un alto carácter exportador, a estas contracciones de las que hablamos. Como vemos, la economía alemana posee una gran dependencia de las exportaciones, pues podríamos decir que 2/5 partes de su economía está supeditada a las exportaciones que realiza el país. Una situación que, en consonancia con el escenario comercial vigente, dificulta el camino para una economía que, como decíamos, es puramente exportadora.
Pero no todo queda ahí. Como comentábamos, la economía alemana no solo está viviendo los daños colaterales de una caída de la demanda externa, pues como producto de la misma, la producción industrial en el país también ha sufrido una drástica caída. De acuerdo con los mismos datos ofrecidos por el Banco Mundial, una industria que representa cerca del 29% del PIB germano; es decir, casi el 30% de la economía alemana, por otro lado, está sufriendo el mismo lastre que viven las exportaciones en el país, dada la baja actividad económica experimentada. Una situación que, como ocurría con las exportaciones, dificulta, aún más, la situación para el país.
De acuerdo con los indicadores PMI germanos, mientras la economía en el sector servicios se mantiene positiva, pero estancada, la actividad industrial sigue su tendencia negativa. En relación con la última actualización producida, los indicadores de PMI manufactureros en el país germano se muestran en entorno de contracción, al estar en niveles cercanos a los 42 puntos (41,9). Unos niveles que se encuentran por debajo del umbral de los 50 puntos que sitúa al indicador en niveles recesivos. Como podemos observar, un duro castigo para la industria, así como un duro castigo para el PIB en el país.
Como venimos analizando a lo largo del artículo, la economía europea atraviesa en estos momentos una dura situación. Una dura situación que se vive en el territorio, pero en la que, desgraciadamente, poco se puede actuar. El final de un ciclo expansivo, sumado el incierto entorno económico que sacude al planeta y en el que las tensiones geopolíticas inciden con gran fuerza, provocan un alarmante miedo para unas economías que se encuentran a expensas de la evolución del escenario político-económico. Una situación que se ha venido postergando desde hace meses, hasta lastrar, como digo, la propia economía.
No obstante, el riesgo sigue estando presente para la economía germana, así como para la británica. La situación de la guerra comercial es un caso ajeno, en estos momentos, para la Unión Europea. Por ello, de no darse una situación de reversión en los acontecimientos, el deterioro de la economía alemana podría seguir postergándose en el tiempo, alargando el deterioro e incrementando su incidencia en el país. El país germano precisa de un escenario comercial favorable para poder potenciar su economía; por lo que es necesario que se logre un acuerdo y los mercados internacionales alcancen la normalidad, de cara a que se vuelva a dinamizar la economía y el desarrollo económico.
Sin embargo, esto es una situación que, en estos momentos, se le escapa de las manos al Gobierno, tanto alemán como europeo; acentuando su agonía. Las curvas se avecinan para la economía europea y, hasta ahora, solo hemos visto al BCE paliar los daños con las mismas políticas expansivas convencionales que lleva aplicando desde hace años, siendo su fin el de reactivar la economía. Unas políticas que ya comienzan a perder efecto, pues no hace falta más que observar el estancamiento de la inflación, que sigue en niveles muy distanciados del propio objetivo del BCE. Una situación en la que los políticos deben replantearse las actuaciones pendientes, pues de no corregirse las fallas externas que han generado el mayor deterioro en el balance de riesgos a nivel global, la economía europea podría incidir en un mayor deterioro de lo esperado.