MURCIA. Los lectores ávidos de noticias de hace un siglo se desayunaron tal día como hoy con una inesperada y preocupante, como expresaba bien a las claras el titular de portada del diario ‘El Tiempo’: “En momentos gravísimos para la Patria”.
Y los subtítulos encadenados que daban cuenta de la situación: “El Gobierno da cuenta de la actitud de la guarnición de Barcelona-Primo de Rivera pide la destitución de todos los políticos-Los ministros están en Consejo permanente-El Rey aún no ha llegado a Madrid-El Capitán General de Cataluña publica un manifiesto dirigido al país-La guarnición de Madrid permanecerá adicta al Rey-No ha sido detenido ningún general”.
Para quien no lo haya adivinado aún, en el día de ayer se cumplieron cien años del golpe de Estado del general Primo de Rivera, que desembocó en el período de gobierno dictatorial que se prolongó hasta enero de 1930 y que estaba dirigido, según su promotor, a “recoger las ansias de atender el clamoroso requerimiento de cuantos, amando a la Patria, no ven para ella otra salvación que liberarla de los profesionales de la política, de los hombres que, por una u otra razón, nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron en el año 1898 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso”.
En el mismo periódico se informaba sobre la situación y las reacciones en Murcia, y comenzaba por destacar la labor informativa de su corresponsal en Madrid, señor Perpén, que propició que la provincia fuera de las primeras en saber de los hechos acaecidos.
De hecho, “la primera noticia de la sedición militar de Barcelona se supo en Murcia por el trasparente de ‘El Tiempo’ en el ‘Bazar Murciano’”. Y es que la cartelera instalada en el popular y añorado establecimiento de la Platería era punto de encuentro frecuente de quienes deseaban estar informados desde primera hora de la mañana, pero aquél día con mayor razón.
Durante todo el día, los murcianos anduvieron a la caza de novedades, y fueron las redacciones de los periódicos los lugares más visitados en demanda de noticias ampliadoras de la primera impresión recibida. La falta de comunicaciones y, en definitiva, la ausencia de nuevas, dio lugar a que la fantasía se desbordase y circularan los más absurdos rumores.
Pero, finalmente, el transcurso de las horas vino a confirmar que el Rey encargaba a Primo de Rivera la formación de Gobierno; que el general formaba rápidamente un Directorio Militar para regir la nación; y que se había decretado el estado de guerra en toda España.
Y el caso es que Murcia, o al menos la denominada ‘buena sociedad murciana’, había trasnochado en aquél lejano 13 de septiembre, pues en la recién estrenada ‘Terraza del Tiro’ se había servido con gran éxito y distinguida concurrencia una ‘cena americana’ (platos servidos desde la cocina).
La citada instalación se encontraba en el famoso y añorado parque de Ruiz Hidalgo (1908-1955), ajardinado y hermoseado tramo del soto del río, en su margen izquierda, que iba desde la Glorieta hasta el inicio de Vistabella (aunque por entonces no existía aún aquél barrio).
La sociedad del Tiro de Pichón (hoy Club de Campo) nació precisamente en 1923 y, encabezada por Juan de la Cierva López (primo del inventor del autogiro) y Ángel Guirao Almansa, andaba buscando darse a conocer y asentarse entre los murcianos, captando asociados entre las familias acomodadas, y una acción de gran alcance fue la inauguración el 10 de septiembre, en plena feria, de la terraza de la futura sede-chalet en el Parque, acto que se revistió de la condición de gran verbena, “una verbena del más puro casticismo, con farolillos de colores, guirnaldas de flores y música de pianillos”.
Las féminas murcianas, ataviadas en su mayor parte con la peineta española y mantón de Manila, dieron lustre con su presencia al acto, en el que la relación de asistentes citada por la prensa no dejaba espacio a la duda sobre el éxito de la convocatoria entre las familias murcianas “de toda la vida” y se entendió como preludio de una espléndida trayectoria de la nueva sociedad deportiva.
Y mientras aquellos murcianos de hace un siglo disfrutaban, en Barcelona se habían producido unos hechos que marcarían el rumbo de España durante los seis años y medio siguientes y que influirían de forma determinante en el advenimiento de la II República
Y en efecto, el día del golpe de Estado, allí se encontraba de nuevo el “todo Murcia” para degustar la ‘cena americana’, seguida de música y baile hasta altas horas.
Aparecía la terraza “iluminada profusamente con farolillos de colores y cruzada en todas direcciones por guirnaldas de flores; las mesas, numerosísimas, se colocaron al hilo de la balaustrada, quedando en el extremo un amplio espacio para el baile; la noche era una de esas noches murcianas del mes de septiembre en que la brisa perfumada mueve suavemente la espléndida vegetación del Parque”. Todo el espacio fue ocupado, y se hubiera multiplicado el número de asistentes de haber dispuesto de lugar donde acomodarlos.
A las diez y media de la noche fue servida la cena, y entre plato, y a la conclusión del ágape, un sexteto y un organillo aportaron la música, que llevó a prolongar la velada hasta entrada la madrugada.
“En aquellos momentos, y sobre todo en aquél en que millares de serpentinas, arrojadas de una mesa a otra, cubrieron con un pintoresco dosel toda la terraza, el aspecto que presentaba era de inusitada brillantez”.
Y mientras aquellos murcianos de hace un siglo disfrutaban, en Barcelona se habían producido unos hechos que marcarían el rumbo de España durante los seis años y medio siguientes y que influirían de forma determinante en el advenimiento de la II República, que a su vez dio paso a una Guerra Civil, en la búsqueda de soluciones para viejos problemas políticos y sociales, algunos de los cuales siguen hoy de actualidad.