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La década desesperada

Peter Lim llegó en 2014 al Valencia CF con grandes promesas para reflotar el club. Han pasado diez años y aquellos sueños de grandeza no solo han quedado desdibujados, sino que se han traducido en desilusión y en malestar por parte de una afición cada vez más harta de la situación 

18/05/2024 - 

VALÈNCIA.  La tarde del 25 de octubre de 2014 juegan en Mestalla el Valencia CF y el Elche. Es la novena jornada del campeonato y hay una inusitada expectación en los prolegómenos. En la avenida de Suecia, unas cinco mil personas se agolpan para vitorear la llegada del nuevo propietario del club, el magnate singapurense Peter Lim. A través de la empresa Meriton Holdings, Lim se hizo con la mayoría accionarial tras un largo proceso de venta pilotado por el entonces presidente del Valencia CF, Amadeo Salvo, quien apostó abiertamente por facilitar la presentación del asiático, llegando a calificar su oferta como «la mayor transacción del fútbol mundial».

El nuevo propietario había aterrizado de facto meses antes, cuando le exigió a Salvo cortar el contrato del anterior entrenador, Juan Antonio Pizzi, para colocar a un desconocido técnico portugués, Nuno Espírito Santo. El preparador luso venía de la mano del agente portugués Jorge Mendes, amigo y socio en los negocios de Lim. Desde ese momento, la sombra de Mendes va a ir ligada a todas las operaciones que Lim realice en el club. Sin estar aún dentro del Valencia CF, en verano, ya llegaron al club, a préstamo por parte de Lim, Rodrigo Moreno, André Gomes y João Cancelo procedentes del Benfica, club sobre el que el agente portugués tiene una clara influencia.

Una década después de la llegada de Peter Lim, nada queda de sus promesas y sueños de grandeza. El club se ha empequeñecido a un ritmo vertiginoso y ha pasado de ser un habitual en las competiciones europeas a fijar su meta en mantenerse en Primera División. La desafección con la masa social es enorme, el problema del Nou Mestalla sigue sin resolverse y el club arroja pérdidas todas las temporadas.

La primera crisis

En la primera temporada de Lim, el equipo se clasifica brillantemente para la Liga de Campeones. Lim incrusta en el club a dos personas de su confianza: Kim Koh y Lay Hoon Chan, nombrada presidenta del Consejo de Administración. Salvo, entonces líder de masas entre el valencianismo, queda como presidente ejecutivo.

Lim y Mendes toman el mando en verano de 2015, tras la dimisión de Salvo y su equipo ejecutivo. Traspasan al defensa Nicolás Otamendi al Manchester City por 38 millones de euros y los fichajes que llegan ese verano llevan todos el sello de Mendes, ya que, bien eran representados suyos o bien actuó como intermediario entre el Valencia y el club de procedencia. 

La marcha deportiva esa temporada es errática. Tras una derrota en Sevilla, Nuno Espírito Santo presenta su dimisión como entrenador. Poco después, se produce una de las decisiones más ridículas de Lim en València: el llamado a ocupar el banquillo es Gary Neville, exjugador del Manchester United y miembro de un grupo de exfutbolistas del conjunto inglés con quienes Lim ha establecido lazos empresariales. Neville es comentarista de televisión, no ha entrenado jamás y Lim le permite compaginar su puesto de entrenador del Valencia CF con el de segundo entrenador de la selección de Inglaterra. Dieciséis partidos después (solo ganó tres), Neville se marcha por la puerta de atrás.

Los hechos van muy desligados de las palabras de grandeza que emanan de su entorno y, en la temporada 2016/17, la brecha entre propiedad y masa social se agiganta. Lay Hoon se desdice de sus palabras con respecto al Nou Mestalla. Había asegurado que el nuevo estadio estaría acabado para el año del centenario del club (2019), pero en la junta de accionistas de 2016 siembra el desconcierto: «El mercado inmobiliario en Mestalla no se ha recuperado mucho. Junto con el descenso de ingresos por competiciones, la reclamación de la Unión Europa ha provocado dar pasos atrás y retrasar nuestra marcha al nuevo estadio. No llegaremos a tiempo de celebrar el centenario en el nuevo estadio».  

En lo deportivo, el camino sigue siendo errático, con la contratación de futbolistas de sospechoso currículum y bajo la sombra de Mendes. Las Navidades son especialmente movidas. Tras las cuatro primeras jornadas de Liga, el club destituye a Pako Ayestarán (el vasco había sustituido a Gary Neville), y nombra entrenador al exseleccionador italiano Césare Prandelli, quien llega el 16 de octubre y dimite el 30 de diciembre. El motivo es que Lim le promete, en una reunión en Singapur, unos refuerzos en enero para mejorar la plantilla, pero, a la hora de la verdad, se le comunica que no los habrá. Prandelli dimite y se despide retratando las vergüenzas de la gestión del propietario: «El club está dirigido por personas de números, pero el fútbol es un deporte que necesita pasión, sentimiento. Intenté abrir Paterna al público e intenté hablar con toda la prensa, incluida la que me decían que estaba en la lista negra. No teníamos que encerrarnos, no estamos en una dictadura».

Esa temporada, el club vuelve a ser un polvorín a todos los niveles, pero se producen dos incorporaciones que marcarán el rumbo de los siguientes años. La primera, en verano de 2016, es la del diplomático singapurense Anil Murthy, quien llega de la mano de Lim para ocuparse de la política comunicativa y acabará siendo presidente (1 de julio de 2017) tras la renuncia de Lay Hoon. La segunda, meses más tarde, es la del expresidente del RCD Mallorca, Mateu Alemany, hombre de confianza del presidente de LaLiga (la patronal de clubes), Javier Tebas. La buena relación entre Lim y Tebas lleva al club a fichar a Alemany para ser la cabeza visible de la reconstrucción deportiva del equipo. Bajo sus directrices, el Valencia CF vivirá los dos mejores años de la década de Lim (2017-2019).

La tregua (2017-2019)

Mateu Alemany dirige la parcela deportiva del club. Lim decide dar un paso a un costado y dotarle de cierta autonomía. El directivo balear apuesta por Marcelino García Toral para el banquillo y el tándem obtiene éxitos de manera inmediata. Se reestructura la plantilla, que pasa de vagar dos años por la zona media de la tabla clasificatoria a meterse en Europa por la puerta grande. El primer año, en la Champions. Alemany refuerza la estructura con un director deportivo que tiene buena sintonía con él y con Marcelino, el asturiano Pablo Longoria.

El segundo año triunfal de Lim es el del centenario del club (temporada 2018/19) y, paradójicamente, el del comienzo del fin de la tranquilidad. Mientras el club arranca con titubeos en lo deportivo, Murthy informa al propietario de que Mateu y Marcelino manejan el club a su antojo y que su popularidad en la calle crece, mientras continúa el rechazo a la figura del máximo accionista. Lim, acostumbrado a los agasajos y poco habituado a que no se le rinda pleitesía, va acumulando inputs que le desagradan y que no casan con su modus operandi de propietario que ha de tener la última palabra.

La Copa del Centenario desata la tormenta. Alemany recibe órdenes desde Singapur de no competir por la Copa del Rey, cuando el equipo se halla jugando los cuartos de final ante el Getafe. Pese a ello, los futbolistas del Valencia CF —heridos en su orgullo por el ambiente vivido en la ida— le dicen a Alemany que quieren ganar el torneo, que se pone a tiro tras la épica remontada ante el Getafe. Es la gota que colma el vaso. Lim acude a la final disputada en Sevilla, pero no en el palco de autoridades. Se va con su amigo David Beckham a un palco privado, no baja al vestuario al final del encuentro a felicitar a su equipo y ni siquiera aparece en la fiesta de celebración.

La alegría de la afición contrasta con el cabreo de Lim que, intoxicado por los informes de Murthy, está a punto de destituir a Mateu Alemany mes y medio después de ganar la Copa, aunque un viaje relámpago del balear detiene el primer golpe. A partir de aquí, su autonomía queda reducida hasta niveles casi inexistentes. Tanto es así que Lim está a punto de traspasar a Rodrigo Moreno al Atlético de Madrid en una operación pergeñada —cómo no— por Jorge Mendes. El entrenador del Valencia, preguntado por dicha operación y la posibilidad de que no llegara un sustituto de garantías para la delantera, pronuncia una frase que fue tomada por los acólitos de Singapur como un pulso intolerable al propietario: «Tengo la certeza de que solo los cangrejos corren hacia atrás, por lo tanto no contemplo esa posibilidad».

Así que, cuando nadie lo esperaba, y después de solo tres jornadas de Liga disputadas, Murthy viaja a Singapur y, a su vuelta, estalla la bomba que lo detonará todo: Lim echa a Marcelino el 11 de septiembre de 2019.

Vuelta al pasado

En ese escenario, se vuelve a apostar por un técnico con nula experiencia, Albert Celades. El decorado vuelve a ser idéntico al anterior a 2017: Marcelino, Mateu y toda la exitosa estructura de las dos últimas campañas salen del club. El experimento de Celades acaba en un sonoro fracaso y el club vuelve a recurrir a Voro (su apagafuegos de confianza) para acabar la temporada. El Valencia CF queda fuera de las competiciones europeas y Singapur ordena aligerar de manera drástica el coste de plantilla. Escudados en las pérdidas por la covid y la falta de ingresos por competiciones europeas, desde la propiedad comienzan a torpedear el núcleo duro de la plantilla confeccionada por Marcelino. Al capitán, Dani Parejo, se le coloca en el Villarreal por cero euros en un pack junto a Coquelin. También sale Rodrigo hacia el Leeds y, con la temporada comenzada, se traspasa por un precio irrisorio a Kondogbia al Atlético de Madrid. Semanas antes de su salida, el jugador acusa directamente a Murthy de mentirle y de destrozar la plantilla que consiguió el título de Copa.

El verano de 2020 pasa a la historia por ser el primero en el que el Valencia no realiza ninguna incorporación de futbolistas. Al ser un escenario diferente del que le habían prometido al nuevo entrenador, Javi Gracia, el técnico dimite en octubre, al poco de comenzar el campeonato, pero el club le exige la cláusula de salida (tres millones de euros). El entrenador navarro decide quedarse, pero es evidente que lo hace desmotivado. El club vaga por la zona baja de la clasificación y, a pocas jornadas del final, en mayo, destituye a Javi Gracia y le paga los tres millones por despido que se hubieran ahorrado en octubre si le hubieran aceptado la dimisión.

«Lim go home»

Paralelamente, la calle comienza a moverse con protestas en torno a la plataforma Libertad VCF, que aglutina el descontento general al grito de «Peter vete ya» y «Lim go home». En su primera manifestación antiLim, salen cinco mil personas a la calle para pedir la marcha del propietario, quien horas antes hace unas declaraciones explosivas en el Financial Times: «Los aficionados me provocan algo de compasión, pero, entre nosotros, entre amigos, solemos decir que las cosas más pequeñas te dan los dolores de cabeza más grandes».

Durante 2021, se produce otro momento clave. El presidente de LaLiga, Javier Tebas, llega a un acuerdo con el fondo de inversión británico CVC a cambio de una parte de los derechos televisivos, para que los clubes perciban un dinero que les ayude a paliar las pérdidas causadas por la covid. En el reparto, al Valencia CF le llueven 127 millones de euros. Es la propia Liga la que marca los porcentajes que cada club debe destinar del dinero obtenido: el 70% tiene que estar destinado a infraestructuras, el 15% a la reducción de deuda y el 15% que resta a fichajes. Esto significa que el Valencia CF dispondrá de un remanente de unos ochenta millones para la finalización del Nou Mestalla. El mensaje del club es que ahora sí se puede acabar el estadio y van presentando diferentes bocetos (cuatro desde 2017). Sin embargo, la distancia con Ayuntamiento y Generalitat es cada vez mayor. El motivo es la Actuación Territorial Estratégica (ATE) por la que el club se comprometía a construir un estadio de máximo nivel (5 estrellas) y, a cambio, se le otorgaban beneficios urbanísticos en los terrenos que ocupa el actual estadio.

Además, otro factor juega en favor de los intereses de Peter Lim: España es declarada por FIFA sede del Mundial 2030 y se pretende que València, con el Nou Mestalla como escenario, sea una de las sedes. Tras numerosos incumplimientos por parte de Lim, Generalitat y Ayuntamiento se cansan y, en 2022, dan por finalizada la ATE, situación que lleva al Valencia a demandar a ambas instituciones. El 12 de abril de 2024, el TSJ falla a favor de la caducidad de la ATE.

Cae Murthy y vuelve Lay Hoon

La temporada 2021/22 comienza con la llegada de José Bordalás como entrenador. Pese a las promesas de Murthy de reforzar el equipo, nuevamente incumplidas, desempeña un papel mediocre en la Liga pero consigue meterse en la final de la Copa del Rey, que pierde en los penaltis frente al Betis. Aunque tiene un segundo año de contrato, Bordalás no continúa. Sus discrepancias públicas con la propiedad desde el mercado de enero por la falta de refuerzos y el traspaso de alguna pieza clave lo ponen en el punto de mira de Lim.

Es hacia el final de la temporada cuando se produce un hecho que propicia la caída de Anil Murthy. El entonces presidente es grabado —sin ser consciente— en una comida. Allí ningunea la figura de su jefe —«Lim es un aficionado, ese es mi problema; es un aficionado, está senil— en conversaciones que publica el diario Superdeporte. En mayo de 2022, Murthy es despedido fulminantemente. En agosto, tras un breve periodo de interinidad con dos directivos, Lim recupera a uno de sus peones de confianza: Lay Hoon Chan vuelve a la presidencia cinco años después.

Sigue el caos

Lay Hoon regresa, según Meriton, para dar un impulso al proyecto del nuevo estadio, pero lo único que consigue es tensar más la cuerda con las administraciones. En el plano deportivo, la apuesta de Lim es el entrenador —recomendado por Jorge Mendes— Gennaro Gattuso. Pero traspasa de nuevo a sus mejores jugadores (Carlos Soler y Gonçalo Guedes) y vuelve a fichar jugadores cedidos y libres de contrato. El experimento resulta un fiasco y, con el equipo en puestos de descenso al final de la primera vuelta, Gattuso dimite al saber que el club tampoco le va a traer refuerzos en el mercado invernal. 

En el horizonte aparece Rubén Baraja, leyenda del club como jugador pero con una discreta trayectoria en los banquillos, cuya única petición es aterrizar junto con su excompañero Carlos Marchena. Ambos consiguen una agónica salvación del equipo, apoyándose en futbolistas de la cantera que acaban siendo decisivos, como Javi Guerra, Diego López o Alberto Marí. Ante la evidencia de la falta de recursos, la presidenta admite, en un vídeo dirigido a la afición, que el objetivo deportivo de la actual temporada es no descender a Segunda División. Sin embargo, el excelente trabajo de Baraja y el rendimiento de sus jugadores mantienen al equipo hasta llegar al tramo final con aspiración de conquistar una plaza europea.

Diez años después de la llegada de Lim todo es peor. A nivel deportivo, el equipo ha menguado y, de ser un fijo en Europa, ha pasado a luchar por no descender como objetivo. Económicamente, el club ha perdido más de 169 millones de euros en la presente década, además de ir reduciendo presupuesto año a año. La masa social está abiertamente en contra del propietario (veinte mil personas salieron a la calle en la última protesta) y el tejido social se divide entre plataformas opositoras, una Agrupación de Peñas y la del pequeño accionista de espaldas a la masa social y alineados por intereses con la propiedad del club. Un grupo de ejecutivos que presumieron de autonomía no pueden hacer nada sin el permiso del propietario, que ahora parece que va a delegar algunos asuntos en su hijo Kiat, según la versión oficial. En cuanto al Nou Mestalla, el asunto está parado y judicializado por el club desde que demandó a la Generalitat y al Ayuntamiento. Lim y Meriton siguen diciendo que no venden su paquete accionarial, como desean los aficionados, aunque todos los indicios apuntan a que ya están de retirada. Eso sí, a su ritmo y sin importar cómo quede el club al que, un día, llegaron prometiendo el paraíso y que, a día de hoy, es un infierno de dimensiones insondables.  

Anil Murthy

Anil Murthy llegó de tapadillo a València, con el pasaporte que le daba la cercanía a la familia Lim  y con el añadido de hablar a la perfección el español. En el club comenzó en el área de comunicación, pero, el 31 de julio de 2017, y tras la dimisión de Lay Hoon, Murthy accede a la presidencia. Desde dentro, se dedicó a malmeter contra Mateu Alemany y Marcelino, contándole al propietario que eran ellos quienes se llevaban el fervor de la calle. Poco dado a que no se le rinda pleitesía, Lim despidió a sus dos mejores ejecutivos haciendo caso a Murthy.

Con ellos fuera, Murthy comenzaría a mostrar en público lo que ya contaban de él en privado. Personaje provocador hasta límites insospechados. Valga como ejemplo que, en un partido ante el Alavés en Mestalla, mandó callar a la grada cuando esta protestaba por el juego del equipo. Un equipo que estaba abiertamente en contra de las decisiones de la propiedad, actitud en la que sobresale el capitán Dani Parejo. 

Por el camino, prometió dar una rueda de prensa para explicar la destitución de Marcelino. Dijo que el entrenador que dirija al Valencia debe cumplir las órdenes del propietario. Anil Murthy fue despidiendo a profesionales de contrastada valía en el club y  formó su guardia de corps junto con dos singapurenses más (Teo Swee Wei y Joey Lim) y se quitó de en medio al director de Comunicación Álex Navarro, para conformar un gabinete comunicativo que persigue, sin disimulo ninguno, el trabajo de aquellos medios y periodistas que denuncian la gestión del club.

Al final de la temporada se produce el hecho que propicia la caída de Anil Murthy. El entonces presidente es grabado —sin ser él consciente— en una cena, palabras que publica Superdeporte:  «Lim es un aficionado. Ese es mi problema. Está senil». El  31 de mayo de 2022 el club publica: «El Consejo considera que se requiere un cambio en el liderazgo para recuperar la credibilidad de los aficionados y la comunidad a fin de posicionar al Valencia CF en la senda hacia el éxito. Con efecto inmediato, Anil Murthy dejará de ser presidente y empleado del Valencia CF». Tras un breve periodo de interinidad, primero con Sean Bai y luego con Khojama Khalimuddin, el 17 de agosto Peter Lim vuelve a situar a uno de sus peones de confianza al frente del club. Lay Hoon Chan regresa a la presidencia cinco años después.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 115 (mayo 2024) de la revista Plaza

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