MURCIA. Una de las fortalezas del Salón del Cómic de Valencia es la de abrir del todo ese abanico tan amplio de las escenas gráficas y culturales del mundo del noveno arte. El premio Antifaz a Keum Suk Gendry-Kim es buena muestra de ello. La autora del best-seller Hierba presenta su nueva novela gráfica, La Espera, en la que vuelve a plantear un relato personal sobre las secuelas de la ocupación japonesa y la posterior división de Corea a través de dramas familiares reales. En esta ocasión, una madre que perdió a su hijo huyendo de Corea del Norte busca reencontrarse con él.
Keum Suk Gendry-Kim vuelve a demostrar una capacidad excepcionalmente didáctica para poner en contexto al lector sin perder de vista el objetivo de emocionar y buscar una especie de reparación a través de la propia narración. La autora atendió las preguntas de Ediciones Plaza.
- En el ejercicio de contar en tus cómics aquello que te cuentan otras personas a ti, ¿te consideras más ensayista, cuentista, novelista o periodista?
- Sobre todo, no soy periodista. Yo me considero a mí misma más como una autora.
- Cuentas que en La espera has ficcionado a los personajes porque no te parecía bien contar la historia real de otras personas. ¿Cuáles son tus exigencias éticas a la hora de abordar una historia de no-ficción?
- Hay gente que podría estar en contra de que hablara con familiares que aún tiene a seres queridos en Corea del Norte. Ahí es donde encuentro esa barrera que no debo traspasar. En mis historias siempre quiero partir del punto de vista de la víctima, preguntarme qué sentiría la víctima si leyera la historia, si le evocaría un recuerdo o un trauma. No quiero revictimizar a través de la lectura. Por eso, siempre que hago la obra, me planteo qué sentiría la persona al ver plasmada su historia. Tanto en La espera como en Hierba tuve muy en cuenta cómo tenía que ser ese recuerdo, esa imagen.
- Son historias sobre la memoria histórica de Corea. ¿Abordas estos temas porque faltan por descubrir en el mismo país o para contarlo al resto del mundo?
- Las dos cosas forman parte de un mismo motivo. Yo parto de mi propia identidad, de lo que conozco. Es verdad que a la gente de Corea ya no le interesa tanto esa parte de la historia, pero para mí sí sigue siendo importante. Y, claro, lo más importante es que se sepa fuera de Corea y sea una cuestión más global. Es la manera de que se cree una conciencia de lo que está pasando y es una manera de involucrar al resto de países en el conflicto que están viviendo las dos Coreas. Es una cuestión de geopolítica.
- ¿Hay una ignorancia deliberada sobre el conflicto de las dos Coreas?
- No hay tanto una ignorancia deliberada como una avalancha de nuevos problemas. La gente joven está preocupada por encontrar trabajo y piso, por tener un futuro. Para mí La espera es la historia de la generación de mis padres, pero para la siguiente generación, es la de sus abuelos. Cada vez la distancia es mayor.
- ¿Cómo siente la gente mayor que esté ocurriendo este proceso de olvido?
- Existe claramente ya esa ruptura generacional. No te sé decir muy bien cómo se sienten porque no pertenezco a esa generación, pero sí que está claro que muchas personas que vivieron el inicio del conflicto tienen 90 años o más; muchas han muerto, y sus historias, la historia, también muere un poco con ellas. Existe una brecha evidente, aunque también es importante recordar que la guerra de las Coreas no ha finalizado aún, es una guerra inacabada. Y Corea del Norte tiene armas nucleares.
- En un mundo inundado de imágenes “veraces”, sobre todo a través del audiovisual, ¿qué función juega la novela gráfica de no-ficción?
- A mí lo que me importa es que se hable de la verdad, la verdad que yo propongo. Me da igual qué tipo de medio se utilice. Yo he escogido este pero no creo que haya uno mejor que otro.
- En tus relatos hay dos factores importantes, el género y la generación. ¿Son dos cuestiones a partir de las cuales se puede hablar de cualquier conflicto mundial?
- El motivo de mis obras tienen que ver desde el punto de vista en el que me encuentro. Es verdad que hablo de hechos que afectan a otras generaciones, pero siempre lo hago desde mi posición, o la de mi madre. Con el impacto en el género pasa igual, todo pasa por el lugar que ya ocupo en la historia. Luego otros puntos de vista se pueden sumar, en eso consiste la comunicación.
- Nos preguntamos continuamente para qué sirve la literatura. ¿Para qué te han servido a ti estas novelas gráficas?
- Me ha servido para encontrar el sentido a muchas cosas en mi vida. Es una forma de curación y una forma de rehabilitación muy íntima. También es una relación entre la curación del mundo y mi propia historia.
- ¿Es importante transmitirle al lector ese proceso personal de curación?
- Más que poner el acento en mi curación, me gustaría pensar que otras personas, a través de la misma historia, también tendrán la oportunidad de experimentar su propia curación.
- A la hora del dibujo, ¿te planteas de manera diferente los escenarios que conoces y has vivido que las localizaciones de otro tiempo y otro espacio?
- Cuando dibujo escenas de otra época, intento buscar mucho material gráfico para poder documentarme y basarme en imágenes reales. Si no, lo construyo a través de los testimonios de las personas que me han contado la historia. Y claro, si puedo, acudo al mismo sitio.
- ¿Te agota crear historia que te tocan tan de cerca?
- No es tan difícil para mí. Yo me comunico con la obra, y la novela acaba siendo un intermediario que me ayuda mucho.
- ¿Entonces esperamos una tercera novela gráfica en la línea de Hierba y La Espera?
- ¡Sí, ya la estoy escribiendo! Estoy trabajando mucho.