MURCIA. Kamala Harris (Oakland, California, 1964) ha vivido una vida repleta de éxitos y grandes luchas que la han llevado a auparse como candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos de América de la mano de Joe Biden (Demócratas), lo que la convertiría en la primera mujer en ocupar un cargo de suma importancia global, añadido a su origen indio-jamaicano. Sólo dos mujeres anteriormente optaron a la vicepresidencia de EEUU, aunque ambos intentos fueron fallidos: Geraldine Ferraro y Sarah Palin.
El 11 de agosto, Biden, que se proclamó victorioso en la carrera presidencial por el Partido Demócrata, anunció que Harris le acompañaría en el “ticket” electoral de los próximos comicios presidenciales que tendrán lugar el día 3 de noviembre. Harris también luchó por la nominación demócrata, pero se retiró del camino tras no despertar cierta ilusión en los sectores más progresistas de los Demócratas, encarnados en Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Ocasio Cortez.
Harris obtiene una popularidad positiva del 41%, mientras que el 38% tiene una opinión desfavorable hacia ella. Obtiene Harris una de las mayores tasas de opinión positiva de entre los principales candidatos, además de haber sumado un 9% de adeptos desde mayo, cuando la opinión favorable de Harris se situaba en el 32%.
Se califica de muy buena la elección de Harris como compañera de “ticket” de Biden (52%), y el 57% dice que refleja favorablemente la capacidad de Biden para tomar decisiones presidenciales importantes. Además, la mayoría dice que está calificada para ser presidenta si fuera necesario (57%), aunque un 62% dice que su selección no tiene mucho efecto en su voto. Por otro lado, las personas de color están más dispuestas a votar a los Demócratas tras la designación de Kamala Harris (28% más de intención, frente al 18% de la gente blanca).
Quién es Kamala Harris
En palabras de Joe Biden, Harris representa “la historia de América”. Senadora por California y ex fiscal general del Estado, es una de las máximas representantes de las corrientes multiétnicas, raciales y culturales que protagonizan la escena social de Estados Unidos.
Nació en 1964 en Oakland, California, donde en aquel entonces más del 80% de la población del lugar pertenecía a una minoría étnica. Harris es hija de un inmigrante jamaicano y una madre india; una pareja que acumuló numerosos éxitos laborales: su padre acabó impartiendo clase en Standford y su madre luchó contra el cáncer desde los laboratorios como una importante científica.
La infancia de Harris se enmarca en la lucha que Martin Luther King Jr. inició en la década de 1950 por la igualdad racial en Estados Unidos. Su adolescencia la llevó a estudiar en la Universidad de Howard, históricamente negra, emprendiendo desde entonces la carrera contra el crimen que protagonizó su carrera jurídica. En 2004 fue nombrada fiscal del distrito de San Francisco, y entre 2010 y 2016 fue la fiscal general de California, hasta que fue elegida senadora por California en 2017.
Si el tándem Biden-Harris resulta elegido en las próximas elecciones de noviembre, Harris sería la primera vicepresidenta mujer de toda la historia de Estados Unidos; logro al que se suma su procedencia social, siendo un hito culmen en su trayectoria profesional y personal.
El poder de un vicepresidente
Fuera de una concepción estéril, el sillón de vicepresidente de EEUU se ha convertido en uno de los más poderosos de todo el planeta. Compartir asiento en el Despacho Oval queda lejos de viejas afirmaciones como las del segundo presidente de Estados Unidos, John Adams, quien afirmó que el cargo de vicepresidente “es el más insignificante oficio jamás concebido por la mente humana”.
Sin embargo, desde George Bush, ocupar el cargo de vicepresidente estadounidense significa tener funciones y competencias suficientes como para ser fundamental en decisiones de suma importancia que puedan marcar el porvenir del país y del planeta. Vicepresidentes como Dick Cheney (durante el gobierno de George Bush Jr.) o Joe Biden (mano derecha de Barck Obama) han sujetado en sus manos poderes sin precedentes en la historia del país norteamericano.
Por ello, Biden pretende conceder a Harris como mínimo los mismos poderes que él tuvo durante su mandato en la administración Obama. Su influencia sería tal que podría tener las puertas abiertas para dirigir la Casa Blanca en 2024, cuando Biden, con 81 años, podría no optar a la reelección. De este modo, Harris desembarcaría en la Casa Blanca como lo hizo en su momento Joe Biden, quien según las encuestas se encuentra a más cerca del Despacho Oval que Trump frente a un cercano noviembre.
Kamala Harris vista desde fuera: el votante y el sistema electoral
A la derecha del espectro político estadounidense, el presidente Donald Trump llegó a calificar a Harris como “un desastre”, siendo “la persona más progre del Congreso”, mientras que el actual vicepresidente Mike Pence consideró que “Biden y los Demócratas se han supeditado a la izquierda radical”. A la vez que los Republicanos señalan a Harris como una radical de izquierdas en un relato fallido, la percepción en el conjunto de la ciudadanía es bien distinta: los estadounidenses la definen como una moderada centrista.
Así lo estiman medios de comunicación como la BBC o el New York Times, al igual que una gran parte del electorado. Las encuestas sentencian que Harris es más popular que Biden y su figura tiene el apoyo mayoritario de los jóvenes, las mujeres y los negros; estos últimos no acudieron a las urnas en 2016, lo que le costó la presidencia a Hillary Clinton.
Como en todo sistema electoral mayoritario, quien más votos obtiene en la circunscripción (los Estados, en este caso) gana todos los votos electorales que ofrece. En el escenario estadounidense, en cada Estado se debaten una serie de votos electorales que sumados otorgarán la victoria o la derrota a los candidatos a la presidencia del país. Por este motivo, ser el más votado no significa ser el elegido: en 2016, Hillary Clinton obtuvo tres millones de votos más que Trump, pero perdió.
Por tanto, resulta esencial que la suma de estos votos electorales sea mayor para los Demócratas si Biden quiere sentarse en el Ala Oeste de la Casa Blanca. Los sondeos más recientes muestran que Biden saca a Trump 8 puntos de ventaja, como el realizado por Real Clear Politics hasta el 25 de agosto. Hay un total de 538 votos del colegio electoral en disputa, por lo que un candidato necesita obtener 270 para ganar.
Los “feudos” electorales se contraponen a los “Estados péndulo” o “Estados bisagra”: los feudos son aquellos donde un partido tiene garantizada su victoria por tradición y los péndulos son los indecisos que otorgan resultados similares a unos y a otros, por lo que reina la indecisión. Uno de los bastiones republicanos es Texas (38 votos), aunque los resultados suelen estar bastante igualados, mientras uno de los demócratas es California, que otorga el mayor número de votos electorales (55 votos). Por su parte, algunos Estados péndulo son Florida (25), Pennsylvania (23) u Ohio (18).
Harris es uno de los mejores complementos electorales que Biden podría tener: él es del este y ella del oeste; él es un hombre blanco y de avanzada edad, como su rival, mientras que ella es una mujer negra joven, lo que la hace resaltar favorablemente; él es un centrista y ella una moderada de izquierdas, frente a sus rivales cada vez más a la derecha. Esta suma de diferencias puede propiciar un mayor apoyo a los Demócratas, suficiente para lograr los 270 votos electorales necesarios.
El camino a seguir desde la Casa Blanca
Es conocido por todos que Harris es una candidata del «Law & Order», la ley y el orden; temática que tanta importancia tiene en todas las campañas electorales de la nación norteamericana. Los tres ejes principales de la agenda de Kamala Harris son la sanidad, la fiscalidad y el sistema judicial.
¿Podría decirse que pertenece al ala progresista de los Demócratas, como achacan sus rivales? Ciertamente no, aunque sí es cierto que existen cuestiones en las que Harris prefiere ahondar, atacando a la raíz del problema desde un enfoque que pretenda aglutinar a todos los actores de la sociedad en su totalidad.
Medicare for all: el plan sanitario estrella de los Demócratas
En cuestiones sanitarias, y haciendo más hincapié gracias a la pandemia, Harris defiende su propio plan: el «Medicare for all». En palabras de la senadora californiana, “es un bien básico que se debe a la ética y a la moral”. A simple vista supondría un acercamiento conceptual a los modelos sanitarios europeos occidentales, que son el Bismarck y el Beveridge. Más allá de las diferencias entre sistemas sanitarios del Viejo Continente, la cobertura universal de la sanidad es la directriz base de la senadora californiana.
Cabe mencionar que el programa sanitario de Harris dista bastante del de Biden, aunque la contraposición de intereses, aun en el mismo tándem, podría beneficiar a los Demócratas si finalmente se conforma una vía única común.
“En Estados Unidos, la atención médica debería ser un derecho, no un privilegio solo para quienes pueden pagarla”, defiende Harris. El «Medicare for all» permitiría el acceso universal a la sanidad por medio de dos vías distintas: la pública y la privada. La administración nacional cubriría “todos los servicios médicamente necesarios, incluidas las visitas a la sala de emergencias, visitas al médico, tratamiento de la vista, odontología, audífonos, salud mental y trastornos por uso de sustancias, y servicios integrales de atención de salud reproductiva”, a la vez que se mantiene intacta la viabilidad de los planes privados, como sucede hasta ahora.
La reforma del sistema fiscal: reducción masiva de impuestos y apoyo a las clases medias
En cuanto a lo que respecta a la fiscalidad, Harris defiende un sistema fiscal más progresivo, pero implantado de una forma distinta a la tradicional. Lo que la candidata a vicepresidenta defiende es una legislación basada en la «LIFT Middle Class Act»: los ingresos mínimos que una familia precisa para sobrevivir de forma adecuada. ¿En qué consiste esta propuesta? En un aumento de la progresividad del sistema fiscal por medio de la reducción de impuestos de las clases medias y rentas bajas, ofreciendo a su vez un crédito fiscal reembolsable de 3.000 dólares por persona (si está soltera) o 6.000 (si es una pareja casada).
Este crédito fiscal reembolsable significa que se descuenta esa cantidad de dinero en el pago de impuestos federales, pagando únicamente la diferencia final. No obstante, si pagas menos de esos 3.000 o 6.000 dólares al año en impuestos federales, la administración te ingresa la diferencia. Lo que se consigue a largo plazo es una reducción de impuestos de 300.000 millones de dólares al año, beneficiando a más de 80 millones de estadounidenses, según los cálculos y las estimaciones presentes.
Entre los requisitos para acceder a esta propuesta de los Demócratas está tener empleo y ganar menos de 100.000 dólares al año. Dado que el empleo es un hándicap necesario, se convierte también en un incentivo, de modo que se ha incrementado el nivel de empleo en los últimos tiempos, pues que plan existía con anterioridad y dio buenos resultados. Además, se compagina con proyectos de inserción laboral y oportunidades de entrada al mismo. En suma, significaría una rebaja de impuestos mayor aun que la que propone Trump.
La experiencia como fiscal general: un nuevo sistema judicial contra la discriminación social y racial
La senadora californiana candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos defiende a ultranza una reforma del sistema judicial, policial y penal. Muestra de ello es su extensa y próspera carrera judicial de las últimas décadas. Entre otras propuestas, su programa incluye desde planes de reducción de las penas hasta cambios en los programas de reinserción y formación laboral. Además, pretende limitar la impunidad policial y su capacidad de fuerza de uso mayor, así como mejorar su formación. Esta cuestión llega a escena después de que el movimiento «Black lives matter» popularizara numerosas protestas a nivel global, desencadenadas después de la muerte de George Floyd, un hombre negro, a manos de los abusos policiales.
Asimismo, la reforma judicial de Harris incluye otras cuestiones, tales como la legalización de la marihuana a nivel federal (a pesar de haber seguido el «Tough on crime», la dureza contra el crimen, con esta serie de delitos en su etapa como fiscal), la abolición de la pena de muerte o la abolición de las fianzas en efectivo (evitar ir a la cárcel, aun sin juicio previo, si no se tiene dinero suficiente para pagar la fianza, lo que algunos califican como ir a la cárcel por pobre).
La fiscal que luchó por los inmigrantes contra la administración Trump
Harris se convirtió en enemiga pública de la administración Trump después del duro interrogatorio a Brett Kavanaugh, juez de la Corte Suprema, tras haber sido acusado de violación a una mujer, lo que luego resultó falso. Como fiscal, Harris también encontró rivales en los funcionarios de inmigración del actual gobierno republicano. Sin embargo, uno de los hitos judiciales recientes en materia de inmigración fue la defensa de los niños que fueron separados de sus padres en la frontera mexicana.
Además, pidió la dimisión de la entonces secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, por las separaciones familiares y la detención de inmigrantes embarazadas. Entre otras cuestiones ligadas a la inmigración, Harris aboga por la regularización de los inmigrantes ilegales y la mayor facilidad en la accesibilidad al país, siendo una de las principales figuras demócratas en oponerse de facto al famoso muro que Trump quería construir en la frontera con México.
3 de noviembre de 2020
Lo que finalmente suceda en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre no podrá saberse hasta esa misma fecha. Las encuestas dan a Biden el Despacho Oval frente a un Trump derrotado en su intento de reelección, pero no siempre están en lo cierto, pues el destino da giros bruscos cuando menos se espera.
Si bien es cierto que la pandemia y las revueltas sociales han afectado negativamente a la popularidad de Trump, lo que finalmente importa es la suma de votos electorales. Es importante remarcar esta cuestión, pues Clinton, como en líneas anteriores se ha descrito, ganó en votos a Trump en 2016, pero no en escaños electorales.
Aun así, Harris tendrá por delante una larga carrera política. Su compañero de papeleta, Joe Biden, antes de ser vicepresidente con Obama, ya intentó décadas atrás postularse a candidato a la presidencia por el Partido Demócrata, aunque no lo consiguió. Ahora se encuentra a un paso de la Casa Blanca.
Kamala Harris desprende un aura de pragmatismo y centrismo político, más allá de las viejas formas de hacer política que durante siglos han asolado a los Estados Unidos. Si los Demócratas ganan, hará historia y podrá protagonizar grandes cambios en el país. Si no logran la victoria en noviembre, Harris aún tendrá puertas abiertas para continuar su lucha por un país nuevo.