CARTAGENA. La innovación y la digitalización son dos términos adheridos al lenguaje empresarial que se han hecho cada vez más necesarios para mantener a flote la supervivencia de los grandes empresarios y los pequeños comerciantes. Da igual el volumen de venta, la cifra de negocio, el número de trabajadores a su cargo o el sector en el que se trabaje; renovarse, actualizarse y readaptarse se convierten en premisas básicas para mantener las ventas.
Encarna Boj es una pequeña empresaria de Cartagena que lleva casi grabado a fuego que, como el buen futbolista, hay que ir a buscar el balón y no esperar a que te lo pasen. Así trata de incorporar su proactividad a un negocio casi centenario, 'Joaquín Boj', 'la casa de las Especias' que ha nutrido a varias generaciones de cartageneros de los aromas, los sabores y los olores más característicos de la calle San Fernando de la ciudad portuaria.
La tercera generación de comerciantes vio una buena oportunidad cuando surgió la plataforma Cartagena Market (una plataforma gratuita para facilitar la venta online de todos los comercios minoristas del municipio de Cartagena y desarrollado por la Agencia de Desarrollo Local y Empleo del Ayuntamiento de Cartagena), con la que se trata de estimular la venta online para los pequeños comercios de la ciudad, tras un año marcado por el cierre y la pandemia. Encarna no lo dudó ni un instante, por lo que se puso manos a la obra y gracias a ello ha visto cómo su negocio ha encontrado un nuevo perfil de cliente, más joven, que desconocía la existencia del negocio. Joaquín Boj ha ganado visibilidad en las redes sociales y éstas se han convertido en un escaparate, al que llaman para preguntar qué o cómo les pueden hacer llegar sus productos, más de 500 referencias diferentes entre especias, legumbres, frutos secos, tes, etc…
Encarna, que nos atiende al pie de mostrador de su negocio en el número 3 de la calle San Fernando, otrora centro neurálgico de la actividad comercial de la ciudad, afirma que está "muy sorprendida" por la respuesta que está obteniendo esta nueva forma de vender. Reconoce que, ya no tanto por el hecho de la venta online, sino porque a través de esta plataforma ha abierto los ojos a muchos habitantes de Cartagena que no sabían de su existencia, a pesar de que a Joaquín Boj le contemplan 82 años, nada más y nada menos, de vida.
"El abanico es mucho más amplio", explica Encarna, tercera generación familiar, antes precedida por su abuelo Joaquín y su padre también del mismo nombre, pero ahora acompañada al pie del cañón por su marido José. "Cuando nos localizan en Cartagena Market se acercan a la tienda para retirar lo que nos han pedido, o bien para saber qué otros productos le podemos ofrecer aquí". Y es que en un mundo tan globalizado, en el que en 24 horas somos capaces de recibir un teléfono móvil o una pulsera de actividad de la otra parte del globo terráqueo, la especialización y el detalle son cada vez más difíciles de mantener. Por ello, afirma que era necesario entrar en el mundo digital, darse a conocer a través de las redes sociales y apostar por la innovación, con nuevos productos, demandados ahora, muchos de ellos de temporada, para convertir su negocio en más atrayente.
De aquel Joaquín Boj que llegó a Cartagena en plena época del conflicto civil bélico español y que montó en 1939 su tienda, quedan muchos aromas, recuerdos y miles de clientes. El pequeño empresario, que vendía sus especias en la esquina entre las calles Santa Florentina y San Fernando, decidió comprar, acompañado ya por su mujer Encarnita, un local en el que poder venderlas, junto con las tripas que le demandaba la gente en aquella época para elaborar sus embutidos en las matanzas. Muchos eran los que criaban en posguerra sus animales en casa para luego sacrificarlos: la carne se cotizaba más incluso que el alcohol, por lo que cada casa, cada familia, hacía lo que podía para salir adelante: el pimentón de Castilla, pimienta, comino, orégano, canela, ajo, matalahúva, tomillo, laurel, jengibre y alcaravea, entre otros, eran los productos estrella.
Los Boj fueron incorporando más y más productos, y agrandando sus almacenes: los bares y restaurantes se convirtieron en clientes habituales y en los años 60 llegaron a tener hasta cinco empleados en la tienda: la calle San Fernando estaba en su gran apogeo. “Mis primas y yo echábamos una mano en el negocio cuando éramos jóvenes”, relata la propietaria, que hoy está en la tienda junto a su padre, Joaquín Boj, afanado en atender a los clientes que se acercan al negocio. Encarna lleva 24 años asumiendo la titularidad del negocio. Marien, Isa, Flori y Ana acudían a la llamada familiar en momentos como la Navidad, donde el trasiego era constante: chocolates, dulces, obleas o las famosas mezclas de especias personalizadas, que siguen preparando para un buen ramillete de negocios hosteleros de Cartagena.
Encarna y José tratan de cuidar al cliente de toda la vida y adaptarse a las necesidades del nuevo. Los hábitos de otras épocas se entremezclan con los actuales tan parecidos como diferentes, para hacer de la tienda Joaquín Boj una combinación bien aderezada de pasado y presente.