DESDE MI ATALAYA  / OPINIÓN

Innovación frugal

27/09/2023 - 

MURCIA. La primera vez que oí la expresión Innovación Frugal me vino a la cabeza aquella de que las cenas han de ser frugales, es decir, escasas, como consejo médico reiterado para un vida más sana y longeva, aunque no sé si más placentera. Y recordé aquella brillante ironía del sin par Francisco de Quevedo cuando en La vida del buscón llamado don Pablos, para referirse a las cenas que tenían lugar en la infame pensión del dómine Cabra, en la que tanta hambre se pasaba, hablaba de "cenas infinitas, sin principio ni fin".

Bromas aparte, hace poco más de un lustro se puso de moda hablar de innovación frugal para referirse a aquella innovación que se realiza con pocos medios y, por tanto, a bajo coste. Un término que originalmente se aplicó para designar las innovaciones que se producían en países en desarrollo con economías emergentes, entre los que destacaba la India, donde también se le conoce como jugaad, una palabra de la lengua hindi que viene a significar algo así como "improvisación creativa".

Es decir, que la escasez de recursos se suple con los materiales que tenemos a mano y dosis añadidas de "darle al coco" para buscar soluciones a los problemas acuciantes que tienen y ponerlas en el mercado como productos con precios asequibles. Y es que, como certeramente recoge la sabiduría popular, la necesidad agudiza el ingenio. Y si no, que se lo pregunten a los pícaros españoles inmortalizados en novelas como la de El Lazarillo de Tormes.

"HAY una oportunidad de negocio en la identificación y compra de LAS innovaciones frugales"

Para mí que, en estos tiempos fluidos, donde la realidad objetiva es sustituida por las narrativas subjetivas y el neo lenguaje, se quiere blanquear esta innovación surgida en medio de la pobreza o de la escasez. Y para ello se ponderan las características positivas que sin duda tiene esta Innovación Frugal, como su menor impacto ambiental, su bajo coste o su focalización en la resolución de los problemas de los más desfavorecidos, de ciertas poblaciones minoritarias o marginadas. Y nada mejor que utilizar el mayor blanqueante de todos los detergentes conocidos, el plus de que además es una innovación democrática.

Sin embargo, para mí que se trata de que en los países en desarrollo "no hay otra", no de una opción deseada o deseable y elegida libremente. Resulta evidente que la falta de materias primas y recursos obligan a reutilizar y/o reciclar lo que tenemos a nuestro alcance. También que en estas economías emergentes lo que urge es cubrir necesidades básicas frecuentemente perentorias. Por ello, referirse como hacen algunos autores a la limitación de recursos y a las restricciones como algo positivo, como una oportunidad, me parece un recochineo para quienes la sufren, más allá de la obviedad de que todo lo que va mal tiene un amplio margen de mejora (con permiso de uno de los corolarios de la ley de Murphy que dice “todo lo que va mal es susceptible de ir a peor”).

De igual modo, es lógico que aquellas empresas con limitados recursos transiten por esta senda de la innovación frugal, pero no sé qué sentido tiene proponérselo como opción elegible apriorísticamente a las empresas con mayores capacidades.

Distinto es que la sobreabundancia de recursos a veces va en detrimento de la creatividad y la agilidad en los procesos de innovación. Y por ello, en nuestras sociedades opulentas, han surgido métodos que buscan evitar estas circunstancias. Por ejemplo, el design thinking, una metodología ágil para poner a trabajar la inteligencia de un colectivo en la búsqueda creativa de prototipos que solucionen los problemas y necesidades planteadosO el lean start up, que procura una innovación más directa poniendo en el mercado soluciones rápidas, lo que en el argot se denomina como productos mínimos viables –PMV-, en el entendimiento de que tiempo habrá posteriormente de mejorarlos mediante la incorporación de las sugerencias de los primeros usuarios.

Soy de los que han interiorizado que, muchas veces, menos es más. Y esto es lo que sucede con la Innovación frugal, donde la imperiosa necesidad obliga a poner el mercado cuanto antes las soluciones ideadas, aunque estas sean de mediocre calidad. Mejor paliar parcialmente un problema, que no hacer nada. En este sentido, tenemos múltiples ejemplos de innovaciones surgidas como respuesta a la emergencia sanitaria por la covid-19. Así, en Murcia, ante la falta de aparatos médicos para atender los problemas respiratorios a nivel mundial, un grupo de emprendedores puso en marcha un exitoso proyecto para fabricar respiradores más sencillos, portables y de bajo coste, a los que pudiesen acceder los países en vías de desarrollo.

En cierto modo podemos asimilar estas innovaciones frugales tanto a los prototipos como a los citados PMV que se desarrollan para testar en un primer estadio el éxito futuro de una innovación en el mercado. Por ello, existe una oportunidad de negocio en la identificación y compra de estas innovaciones frugales, surgidas de la improvisación en entornos de escasos recursos, con el objetivo de mejorarlas para, posteriormente, acceder a los exigentes mercados occidentales con clientes acostumbrados a los más altos estándares de calidad.

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