el gato en la talega / OPINIÓN

¿Humanoide? No, gracias

11/01/2022 - 

MURCIA. El ficticio enfoque de la vida humana parece imparable y avanza a marchas forzadas. El añadido de sustancias artificiales a nuestros organismos, muchas de ellas disfrazadas de "origen orgánico", es un hecho cada vez más extendido que transforma nuestros cuerpos interna y externamente. Aunque el modo de comprender la vida como progreso en número de euros o likes nos ha llevado a cargarnos los ecosistemas que nos sustentan, los humanos buscamos el más difícil todavía y vamos llegando al nivel pro de nuestro trayecto vital: el de la autoaniquilación sin apenas darnos cuenta.

"Toda esta forma de afrontar el éxito en la vida se hace alegremente junto a un talonario de varios ceros en la mano, sin control ético y mentalmente saludable"

Abarcamos desde los implantes plásticos como el de las idiotizantes uñas artificiales y su esmalte permanente, pasando por las pestañas postizas como coronas de espinas, los rellenos de diversas partes del cuerpo y los vaciados de otras partes, con permiso de los órganos. Como en los juegos de Operación o de El cuerpo humano sobre en la mesa del salón de estar, hoy día colocamos un cuerpo humano vivito y coleando sobre una mesa de operaciones, o un sillón extensible, sin que la salud y la supervivencia sean las causas. La cosa va de quitar costillas para afinar cintura, serrar el tabique nasal para perder perfil griego, retirar grasa mediante instrumentos de tortura, cortarse las orejas y volvérselas a coser para estirar piel, abrirse el pecho para meter globos de siliconas, lo mismo que en los glúteos hoy día para perrear con éxito y, ¿quién sabe si llegaremos a cambiar el estómago por los pulmones o el corazón por el hígado si esto se pone de moda y embellece? El asunto de la función de cada órgano en el organismo que se estudia ya en Primaria, por no hablar de las propias funciones a nivel celular en el prodigioso organismo que es nuestro cuerpo, tiene visos de cambiar si nos fijamos en lo que está sucediendo. El otro asunto de pasar por el quirófano justificado por motivos de salud aparece olvidado y silenciado. Toda esta nueva forma de afrontar lo que se entiende por el éxito en la vida se hace alegremente junto a un talonario de varios ceros en la mano, sin el menor control que establezca un límite ético y mentalmente saludable visto lo visto. Lo curioso de estos procesos es que van alcanzando tal nivel de aberración que han llegado a considerarse normales dentro de su locura, aun cobrándose vidas y afectando a la salud mental.

También avanzamos hacia los transgénicos, aplicando la edición genética a la obtención de nuevas variedades capaces de hacer frente al cambio climático pero, sobre todo, capaces de incrementar la productividad a niveles de industria porque, según nos cuentan quienes promueven este tipo de economía, "hay que alimentar al mundo". Como si no existiese más salida que esta. Con las excepciones controladas con las que este magnífico descubrimiento científico ayuda a apersonas con enfermedades y en situaciones críticas para la vida, el asunto vuelve a parecerse a lo de siempre: la necesidad de amasar fortuna y tener poder.

"deberíamos tomarnos muy en serio avanzar en ecología y salud mental más allá del perro o el gato como mascota"

Por esto no sorprende que países con una normativa más laxa y con ganas de crecer económicamente de forma exponencial aprovechen espacios poco poblados del mercado mundial para aumentar su en vil metal abriéndose paso y ganando competitividad a los que en otro momento tenían cierto nicho en el mercado, cosa que sucede con el asunto de la producción de OMG, la producción minera necesaria para los bitcoins, como ha venido pasando con la producción de energía nuclear, el petróleo, el coltán o los mismísimos diamantes. Estos países emergen como competidores controlados, ojito, de potencias como EEUU, China o Rusia al menos en un tipo de producto, y sus gobiernos consideran estas apuestas necesarias con la condescendencia de que nutren al mundo de forma orgánica e inorgánica. Es evidente que el autoabastecimiento ha caído de la cadena de pensamiento y acción, excepto para quienes dirigen la orquesta mundial.

En la otra vertiente tenemos el supuesto ascenso del ecologismo y la apuesta por lo natural en las nuevas generaciones, que tengo mis dudas se relajasen y gozaran un par de días al menos en un entorno cien por cien natural sin Internet, wifi, tarjetas de datos, altavoces, móviles, cargadores y demás artilugios que no nacen en los ecosistemas naturales. Aún recuerdo el caos que provocó la caída de Facebook y los cuadros de ansiedad en algunas y algunos jóvenes reconocidos en redes sociales.

Como quiera que nuestra psique de Homo sapiens tiende al antropomorfismo, deberíamos tomarnos muy en serio avanzar en ecología y salud mental más allá del perro o el gato como mascota, más allá de la alteración injustificada y artificial de nuestros cuerpos, más allá de la memez colectiva, más que nada para que la Humanidad tenga la esperanza de seguir siendo humana, y no humanoide.

Celia Martínez Mora

Investigadora