MURCIA. Hanna y Liv son dos amigas estadounidenses que viajan como mochileras por Australia. Tras quedarse sin dinero, Liv, con la idea de vivir una nueva aventura, convence a su amiga para aceptar un trabajo temporal como camareras de un bar llamado The Royal Hotel, una remota localidad minera del Outback australiano. Desde el inicio nada pinta bien, pero pronto, las cosas empiezan a ser mucho peor de lo que ya parecen y ambas amigas se ven atrapadas en una inquietante situación que rápidamente escapa de su control. Basada en la historia real que reconstruye el documental Hotel Coolgardie (Pete Gleeson, 2016), esta es la historia que cuenta Hotel Royal, la nueva película de la directora australiana Kitty Green, escrita junto a Oscar Redding, protagonizada por Julia Garner y Jessica Henwich, y que, tras presentarse en la Sección Oficial del pasado Festival de San Sebastián (donde se alzó con el Premio TVE “Otra mirada”), llega este viernes a los cines españoles.
Después de la interesante e inquietante The Assistant (también protagonizada por una magnética y sugerente Julia Garner), Green sigue explorando temas como el peso de la mirada masculina, las formas de la violencia contra la mujer en la actualidad, la humillación, la intimidación, el acoso, el abuso de poder, la sexualización constante del cuerpo femenino, la capacidad del hombre de infundir miedo y vergüenza, el sentido del consentimiento, pero esta vez da un paso más allá y lo hace desde un lugar distinto, dando un giro al cine de terror y al wéstern clásico. La directora saca estos temas de los contextos urbanos y cotidianos a los que estamos más acostumbrados y los plantea desde un espacio del que no tenemos tantas referencias, más desconcertante y oscuro, un lugar aislado, en medio de la nada y aparentemente sin ley: el bar de mala muerte que da título a la película. A partir de ahí, Green construye una película entre el thriller y el relato de aventuras que progresivamente irá transformándose en una de género y venganza sobre la alianza de dos mujeres ante el peligro y los abusos de los hombres.
Precisamente, en esa construcción de una atmósfera hostil y amenazante reside uno de los aspectos más interesantes de la película. De forma lúcida e imaginativa, la directora crea una puesta en escena desde la que se plantea la dicotomía y los paralelismos entre los dos espacios en los que transcurre la acción: por un lado, el bar decadente donde las dos protagonistas se encuentran atrapadas, rodeadas de machitos borrachos y terrores más explícitos, y, por otro, el exterior, con aparentes promesas de libertad y aventura, pero cuya inmensidad también las acaba encerrando en mitad de la nada y en el que tampoco se encuentran a salvo. Con ello, es también interesante cómo desde esta propuesta escénica se aborda el tema del peligro al que se ven expuestas diariamente las mujeres, cómo el miedo no solo procede de la violencia física, sino también de las actitudes machistas cotidianas y que siguen tan normalizadas en nuestras sociedades, de esas humillaciones, vejaciones, intimidaciones, maltratos más o menos explícitos a los que día a día se enfrentan tantas y tantas mujeres.
Otra de las grandes fuerzas de la película reside en cómo Green maneja la tensión de la historia hasta el final, yendo de menos a más, controlando con acierto el ritmo, el tono, los tiempos y la potencia del relato. También en su capacidad de crear imágenes de gran expresividad, que con muy poco consiguen reflejar lo turbador o terrorífico de una situación (especialmente inquietantes son ciertas imágenes nocturnas en el interior de la estancia).
A pesar de la falta de sutileza y verosimilitud en el planteamiento de algunas situaciones, Hotel Royal termina siendo lo que pretende ser: una poderosa película de “Rape & Revenge” sobre la opresión y la liberación de dos mujeres, de su unión frente al miedo y el peligro constante. Una película capaz de proponer preguntas y debates interesantes (y posiblemente, posturas enfrentadas, algo también estimulante) que merece su espacio entre el cine de género feminista de los últimos años.