Bitácora de un mundo reinventado
MURCIA. ¿Qué es la felicidad y cómo lograr ser feliz? No creo que lo sepa nadie por mucho que la busque y si alguna vez cree haberla alcanzado, puede ser que sólo sea un estado de ánimo temporal. Lo que sí sabemos cierto es que nos bombardean constantemente desde las empresas e instituciones con mensajes, servicios o productos que supuestamente nos deberían hacer sentir más felices si siguiésemos sus recomendaciones, que suelen ser sesgadas por motivos comerciales.
Claro está, hay que intentar medir este estado de ánimo de alguna manera y poder referenciarlo con algún índice, factor o valor. Para empezar tenemos que ser lógicos (a pesar de que nuestro comportamiento no siempre lo es) y no pensar que únicamente podemos evaluar el grado de felicidad según el nivel de renta. Ya en la década de los 70 el economista Richard Easterlin, observó que un ingreso per cápita alto no garantiza necesariamente una población feliz.
Los economistas desde hace tiempo han abordado este tema utilizando el concepto de utilidad, observando varios indicadores económicos tales como el PIB, los ingresos y la tasa de desempleo, a sabiendas de las limitaciones que conlleva dicha metodología. Y, a pesar de que los gobiernos priorizan el crecimiento del PIB como fuente principal de felicidad, el individuo suele tener otros factores que van a influir de manera más contundente en su percepción de bienestar. Las métricas tradicionales no aportan información suficiente para que los gobiernos tomen las medidas necesarias para conseguir una población más feliz.
También hay que mencionar que existe para algunos individuos, un nivel de renta a partir del cual otros factores no pecuniarios como salud, trabajo, libertad y control, relaciones familiares, entre otros, empiezan a tener mayor importancia en la percepción de la felicidad. Daniel Kahneman and Angus Deaton, en un estudio de Princeton, sostienen que la felicidad percibida por ingresos entra en una fase de plateau (crecimiento casi plano) después de que un individuo haya alcanzado un determinado nivel de renta; en este caso de 75.000 dólares. No obstante, para otros individuos este nivel debe estar más alto para considerar que existe impacto en su bienestar subjetivo.
Introducir nuevos factores puede ser determinante para las políticas económicas y sociales que ejecutan los gobiernos y, sobre todo, para dar a conocer el grado de impacto que cada uno tiene en la percepción final de la felicidad. Como ejemplo de la importancia de lo anterior podemos ver que en el World Happiness Report 2023 que se elabora con los datos de Gallup World Poll data, hay un mensaje muy claro 'La felicidad nacional puede convertirse ahora en un objetivo operativo de los gobiernos'. Este informe que se realiza en 150 países se elabora con preguntas a los individuos sobre su propia felicidad. Se toman en consideración seis factores para construir el índice de felicidad:
Como curiosidad, este estudio introduce el concepto de 'Dystopia' (en contraste con 'Utopia'), país imaginario donde vive la gente menos feliz del mundo, donde los seis factores anteriormente descritos son los más bajos. Esto nos sirve para establecer un punto de referencia con el que se puedan comparar favorablemente todos los países.
Otros organismos como la OCDE, también proponen su índice Better Life Index. La finalidad es dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿Están mejorando nuestras vidas? ¿Cómo pueden las políticas mejorar nuestras vidas? ¿Estamos midiendo las cosas correctas? Al igual que el informe anterior busca más allá del propio funcionamiento del sistema económico y también introduce factores que afectan a la felicidad del individuo. Estos factores son: vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción, seguridad, balance vida-trabajo.
Podemos ver la situación de España en el siguiente gráfico y lo cierto es que no sale mal parada. En el primer gráfico la barra negra y blanca es Dinamarca y España la barra de color. En el segundo, vemos las prioridades para España: en primer lugar está la salud, seguido de la educación hasta el último puesto para el compromiso cívico (cosa bastante preocupante.).
Fuente: https://www.oecdbetterlifeindex.org/es/respuestas/#ESP
Otro enfoque interesante es el propuesto por Carol Graham y Milena Nikolova quienes buscan relacionar edad, empleo y felicidad. Una de las conclusiones a las que llegan es que la curva de la felicidad desde los 18 años hasta los 40 es decreciente y alcanzando su mínimo para luego crecer hasta el final de la vida. La explicación radica en que una vez satisfechas las necesidades básicas otras cosas, también comienzan a importar. También subrayan que las personas con pareja estable, las personas con hábitos más sanos y las mujeres son en la mayoría de los lugares, más felices que los hombres (siempre y cuando los derechos de género no se vean gravemente comprometidos).
Como conclusión podemos decir que los gobiernos ya no pueden asumir que las vidas de los habitantes de sus países mejoran únicamente con un aumento del PIB sino que tienen que dirigir sus políticas a satisfacer otras demandas que pide la sociedad. Como dice J.F. Helliwell, "la felicidad puede cambiar, y de hecho cambia, según la calidad de la sociedad en la que viven las personas".
René Bauch es asesor financiero de la EAF alicantina gCapital Wealth Management EAF que asesora el fondo Gestión Boutique gCapital Total Market (ES0116831050). Puede contactar con el autor para solventar cualquier duda o interesarse por los servicios de gestión patrimonial de gCapital escribiendo a bauch.rene@gcapital.es o info@gcapital.es
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